San Petersburgo el los tiempos de Biely. Foto de RIA Novosti
El poeta simbolista ruso Andréi Bieli, nacido en 1880, era un hombre moderno con una rica vida interior, pero escasa capacidad de introspección. Narcisista, nervioso y consciente de sí mismo, Bieli vivía convencido de su propio genio, aunque también, atormentado por él.
Las violentas discusiones entre sus padres eran tan frecuentes durante su niñez y adolescencia que generaron en el escritor una forma nerviosa de hablar de temas aparentemente disociados que, en realidad, giraban en torno a sí mismo. Si bien desarrolló una personalidad alterada, su estilo de asociación libre en el que incluía la poesía dentro de la prosa fue revolucionario.
Este año la obra más importante de Bieli, “Petersburgo” cumplirá un siglo. La narrativa del escritor era lírica y experimental, al igual que la de James Joyce, cuyo trabajo data aproximadamente de la misma época, y su escritura presagia la del maestro contemporáneo David Foster Wallace.
A la edad de 30 años Bieli ya se había ganado un lugar entre los literatos rusos como ensayista, novelista y poeta simbolista, al igual que Alexánder Blok, el profético poeta de la Edad de Plata.
Si bien es difícil de clasificar, “Petersburgo” resulta extrañamente familiar para la audiencia contemporánea, familiarizada con películas como “Cisne negro”, “El teniente corrupto” o “Una mente maravillosa”, en las que los sueños o delirios hacen retroceder la realidad de todos los días, y atrae al mismo tiempo a los espectadores casuales. El trabajo de Bieli, sin embargo, eclipsa claramente esos guiones.
Un viaje en carruaje del padre del protagonista, que ocupa el cargo de ministro de gobierno, no es sólo un viaje en carruaje por “Petersburgo”, sino un lugar desde el cual Apolón Apolónovich Ableujov ve a la Isla Vasilevski “… mirarlo con temor”, y desde el cual “… se extendió repentinamente fuera de la cabina negra del carruaje en todas las direcciones y se elevó sobre él”.
El escritor obsesionado en ser profeta
Ninguna obra literaria hasta ese momento podría haber preparado a los lectores rusos para “Petersburgo”, una novela que mezcla lo científico con lo racional, lo intuitivo con lo espiritual, la voz omnisciente, la primera persona del plural, la prosa, la poesía, la música, el color, el pasado, el presente y el futuro, al tiempo que relata una historia con un humor alegre opacado por un inminente patricidio, el terror revolucionario y la llegada del Apocalipsis.
El argumento es simple: Ableujov, un estudiante universitario hijo de un poderoso ministro del gobierno, se une a las filas revolucionarias y estos le piden que prometa hacer algo por ellos. Él, obligado por su honor, se compromete. Le piden que esconda una bomba y después le dicen que debe hacerla estallar contra un oficial gubernamental, que resulta ser su poderoso padre. Apolón esconde la bomba en una lata de sardinas y le pierde el rastro.
En su época el trabajo de Bieli fue objeto de acalorados debates. Fue publicado en serie en 1916, el mismo año en que se editó la obra de Joyce “Retrato del artista adolescente”. Lo más probable es que los dos hombres no tuvieran noticia de la obra del otro y, aunque sus trabajos son completamente diferentes, ambos comparten un profundo experimentalismo.
El trabajo de Bieli resultaba temerario para muchos porque trataba principalmente acerca del terror que amenazaba con devastar a Rusia. El hecho de que ese terror proveniera desde dentro, del hijo de un poderoso ministro, hacía que todo pareciese aún más perturbador.
Amistad con Blok
Alexánder Blok y Andréi Bieli sentían que estaban espiritualmente unidos. Ambos provenían de familias de profesores universitarios. Se pusieron en contacto gracias a Serguéi Soloviev, primo de Blok y amigo de Bieli en Moscú, y desde el primer día comenzaron a mantener correspondencia.
Bieli se distanció de Blok a causa de su romance con Lyubov, la esposa de Alexánder, aunque en realidad resultó ser un amor platónico. Posteriormente, se reconciliaron y Blok apoyó a Bieli cuando nadie quería ayudarlo. Andréi no podía mantenerse económicamente. Su padre declaró que si seguía dedicándose a las matemáticas y a la física, áreas en las que el escritor destacaba, se quedaría sin sustento económico. Después de que Blok que le prestase 500 rublos, se mudó a la casa de un amigo de la familia, donde encontró la suficiente soledad para comenzar a escribir el primer borrador de “Petersburgo”.
La última edición de la obra en español se publicó en 2009 en la editorial Akal, en traducción de Rafael Cañete Fuillerat.
Craig Nelson trabaja sobre su primera novela acerca de la vida y época de Alexánder Blok.
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