Pelagueya. Foto de Kommersant
Aparte de los 8 multimillonarios que viven en las inmediaciones de la ciudad, Novosibirsk es conocida por las películas del director Andréi Zviáguintsev, las hazañas del mariscal de aviación Alexánder Maxímov y las canciones de la cantante underground Yanka Diáguieva. No se sabe si es la influencia benigna del aire siberiano en las cuerdas vocales o la inspiración de las canciones underground, pero una cosa está bien clara: el art-folk ruso llegó a las emisoras de radio de todas las ciudades del país desde Siberia, y concretamente, gracias al grupo de folk Pelagueya.
Este grupo es el líder y prácticamente el único representante del estilo art-folk en Rusia. La solista del grupo, Yefimóvich subió por vez primera a un escenario moscovita a la edad de nueve años para interpretar la canción popular titulada “Válenki” en el concurso musical infantil “La estrella matutina”. Actualmente, diez años después, la versión break bit forma parte inalienable del repertorio de esta famosa cantante.
Válenki*
(Letras y melodía de un autor desconocido)
Válenki, válenki
rotos y viejos.
No se pueden llevar
y no tengo nada que ponerme
para ir a ver a mi querida.
Kólia, Kólia-Nikolái,
quédate en casa, no salgas
no te vayas al otro lado del pueblo,
no lleves anillos a las chicas.
Mejor reparar los válenkis,
que llevar regalitos.
Juzgadme, gente; júzgame, Dios.
Cómo lo amaba:
fui descalza por el frío
para ver a mi querido.
Válenki, válenki
rotos y viejos.
(Es un calzado tradicional de invierno. Unas botas hechas de fieltro.)
También por aquel entonces, la canción “¡Da gusto, hermanos!” interpretada por Pelagueya como un himno al soldado, se la llevó al frente por casualidad en su mochila uno de los combatientes de las tropas especiales antidisturbios (OMON, en sus siglas en ruso) de Novosibirsk. Fue así como se convirtió en todo un éxito entre los soldados rusos que participaron en la operación antiterrorista en Chechenia.
¡Da gusto, hermanos!
(Letras y melodía de un autor desconocido)
Una vez, más allá de la negra costa
fueron los cosacos, 40.000 caballos.
Y se cubrió la costa, y se cubrió la costa
con cientos de personas cortadas y tiroteadas.
(Estribillo)
Da gusto, hermanos, da gusto.
Da gusto vivir así, hermanos,
con nuestra cabeza
nunca estamos tristes.
Da gusto, hermanos, da gusto.
Da gusto vivir así, hermanos
con nuestra cabeza
nunca estamos tristes.
La primera bala, la primera bala,
la primera bala, hermano, hirió al caballo.
La segunda bala, la segunda bala,
la segunda bala me hirió el corazón.
(Estribillo)
Mi mujer llorará,
se casará con otro,
con mi compañero
y se olvidará de mí.
Sólo me lamento por la libertad
y por el enorme campo.
Me lamento por mi anciana madre
y mi caballo gris.
(Estribillo)
Mi pelo rubio y mis ojos claros,
se cubrirán de hierbas, malezas y ausencia.
Mis huesos blancos, mi valiente corazón,
buitres y cuervos los llevaran por la estepa.
(Estribillo)
La carrera de Pelagueya despegó rápidamente tras el concierto que ofreció en marzo de 1998 en el marco de la cumbre de jefes de estado de Alemania, Francia y Rusia. El propio presidente ruso, Borís Yeltsin invitó personalmente a esta chica de tan sólo once años.La propia Pelagueya relata así lo ocurrido: “Un día sonó el teléfono en casa: 'Buenos días, les llamamos desde la administración presidencial, nos gustaría que su hija diera un concierto en la cumbre de jefes de estado'. Mi madre pensó que era una broma estúpida, y colgó diciendo: 'Basta ya de tomar el pelo a la gente'. Pasados un par de minutos, llamaron de nuevo: 'Buenos días, realmente llamamos desde la administración presidencial, y realmente queremos que su hija dé un concierto'. Mi madre, de nuevo, no se lo creyó y volvió a colgar. A la tercera llamada las presentaciones fueron largas: 'Por favor, no cuelgue, realmente es la administración presidencial'. Después del concierto Jacques Chirac calificó a Pelagueya como “la Edith Piaf” rusa.
Todavía no es tarde
(Letras y melodía de un autor desconocido)
Todavía no es tarde
y he dormido muy poco,
he dormido muy poco.
Y he visto en sueños,
he dormido muy poco,
y he visto en sueños
que mi caballo negro
parecía bailar y divertirse
conmigo encima.
Llegó del este un viento perverso
y se llevó el gorro negro
de mi cabeza llena de furia;
y se llevó el gorro negro
de mi cabeza llena de furia.
El esaúl* ha sido ingenioso,
mi sueño logró interpretar.
Morirás, me dice,
con tu cabeza llena de furia.
Morirás, me dice,
con tu cabeza llena de furia.
Todavía no es tarde,
y he dormido muy poco,
he dormido muy poco.
Y he visto en sueños...
(* Antiguo ejército de cosacos)
La música folk nos devuelve a los orígenes, a la tierra en la que todos hemos crecido. Hemos perdido prácticamente nuestra historia, y parece que la tierra se nos escurre entre los dedos. Y cuanto más nos alejamos de nosotros mismos, tanto más rápido nuestro presente se convierte en pasado, en polvo.
El folk es un organismo vivo y dinámico, y el folk ruso es cada vez más perceptivo y abierto; absorbe ritmos musicales de otros pueblos sin perder su propia personalidad. Por ejemplo, en la época soviética algunos cantantes se aficionaron a la bossa nova. Lo cierto es que no parecía que pudiese haber algo en común entre la URSS y Brasil. Sin embargo, las grabaciones de bossa nova interpretadas por grupos rusos se publicaban en grandes tiradas. A día de hoy, las familias rusas aún conservan esos vinilos con las grabaciones de A. Tartakovski, los grupos Kobza y Melódiya, o cantantes de la talla de Edita Pyekha y Muslim Magomáyev. En las carátulas multicolores aparece el título de esta colección de varios volúmenes: “Bossa-nova: la música más bella de la URSS”.
Sensación de vida, ritmo, emociones, algo que se percibe intuitivamente: es así como sentimos la música. Y mientras seamos capaces de sentirla, la tierra no se hundirá bajo nuestros pies.
La bossa nova de mi mama
(Letras y melodía de Pelagueya)
Dios, estos atascos, ¿de dónde vendrá la felicidad?
¿Cómo volver a vivir, para reír por las mañanas?
La multitud mercantil derramó la eternidad.
Al diablo todo el trabajo, me voy a casa de mamá, allí...
Los pinos se clavan en el cielo,
los tejados se unen con el sol,
el bosque zumba con la primavera,
la casita con las ventanas grises y azuladas,
El patio, el perro con patas mojadas, mi compañero.
La vieja piedra me recibirá con musgo como si fuera su mano,
el viento sopla en su interior como si fueran campanas.
Las manos de mamá huelen a alforfón rojo
es un olor de intensa felicidad, pero...
Las ventanas están tapiadas por el destino,
la casa está a punto de venderse,
mi refugio seguro.
Ahora mamá es inalcanzable,
Esta debilidad dura un minuto
y me devolverá el calor.
A los pinos, a la piedra y al manzano,
a las buenas verdades de mamá,
volveré a casa.
El alma, con todas sus pérdidas,
recibirá las patas mojadas
del perro, mi eterno amigo.
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