Esta bolsa es verde

El desarrollo científico ha provocado la aparición de materiales artificiales ajenos a la naturaleza, que hacen que nuestros contactos con el mundo estén cada vez más matizados por la violencia, el parasitismo y el egoísmo poco perspicaz. Los productos que entran en nuestros hogares están fabricados de plástico y otros materiales desconocidos hasta hace apenas medio siglo, y nos atrapan dondequiera que estemos. La bolsa de plástico en apenas cuarenta años de existencia ha llegado a entrar tan profundamente en la cotidianidad, que por sí sola recrea ciertos estándares de vida.

Fotos de http://zizis.livejournal.com/155359.html#cutid1

Actualmente se habla mucho acerca de la reducción del uso de las bolsas de plástico. Tal y como ilustran las organizaciones ecologistas, muchos plásticos son prácticamente indestructibles y pueden permanecer estables durante 400 años, lo que causa ciertas preocupaciones ambientales. De modo que los individuos que actúan en defensa de la Tierra apelan a la sociedad en busca de apoyos para encontrar soluciones al problema de las bolsas de plástico. Al parecer, en Rusia abundan los estereotipos acerca del plástico como material indispensable, perteneciente a un mundo útil y viviente, por lo que nunca perderá su omnipresencia. En nuestro país ni siquiera existe una infraestructura de reciclaje desarrollada,y la lucha contra los plásticos apenas acaba de comenzar. Aún así, llegan algunas iniciativas para realizar compras de una manera sostenible. No se trata tan solo del papel reciclable, ni de las bolsas de tela que se pueden utilizar durante años. Estoy hablando del renacimiento de una “marca” soviética, un símbolo de la esperanza de aquella época, una bolsa de red trenzada, una “avoska”.

“Avoska” se puede traducir al español como “por-si-acaso”. Esta redecilla, que hasta los últimos años no se producía en Rusia, caracteriza muy bien los tiempos en los que era complicado obtener comida en las tiendas soviéticas. Se suele atribuir la invención del nombre al humorista ruso Arkadi Raikin. En el año 1935 uno de sus personajes apareció en el escenario con esta bolsa de red ante el público con el siguiente comentario: “Esta bolsa de red se llama “por-si-acaso” (o, si invento mi propio calambur en la frontera entre el español y el ruso, una “tal vez-ka”.) Por si acaso encuentro algo para llevarmelo a casa en ella”. “Avoska” cabía fácilmente en el bolsillo y siempre acompañaba a la gente soviética en su vida cotidiana. Hace unos veinte años, todo el país utilizaba este tipo de bolsas para llevar manzanas, naranjas, kéfir, barras de pan y botellas vacías. Eran transparentes en el sentido más amplio del término y cumplían un papel semejante al de un periódico, de una “pravda” de verdad: a través de ellas se podía leer como en si se tratase de las últimas noticias lo que acababa de aparecer en los mostradores casi de manera inmediata.

En la década de los 90, cuando la Unión Soviética dejó de existir, las bolsas de red dejaron de circular. Quizá porque los ojos soviéticos ya las habían visto hasta la saciedad, además la gente las asociaba con el drama de obtener productos por cupones de comida, quizá porque nuestra sociedad ya tenía presentes otros símbolos de la esperanza, y los vientos del cambio nos trajeron las bolsas de plástico repletas de anuncios publicitarios. O tal vez porque los cigarrillos que se entregaban por pieza, se escapaban por los huecos de la trenzada “avoska”. En fin, en los 90 estas bolsas de compra dejaron de existir y su lugar vinieron a ocuparlo las bolsas de plástico desechables. Junto con la desaparición de la “avoska” de la vida cotidiana se cerraron decenas de fábricas que proporcionaban puestos de trabajo a las personas con discapacidad visual; según las estadísticas, nueve de cada diez bolsas de red habían sido hechas por invidentes.

Hace un par de años, algunos empresarios rusos vinculados al emprendimiento social comenzaron un proyecto llamado “La Avoska da esperanza”, a través del cual las personas con discapacidad tienen la oportunidad de ganarse la vida. Así pues, la bolsa de la Unión Soviética tuvo la oportunidad de regresar. Ha sido la empresa "NPO-servicio", establecida por la Unión Rusa de Personas con Discapacidad la que ha puesto en marcha el programa "La Avoska da esperanza". El objetivo principal de este programa sin ánimo de lucro es asegurar que las personas con discapacidad tengan igualdad laboral.

Apenas hay cambios en el diseño de la “avoska”. Ahora esta bolsa de compra se puede llevar también al hombro, se fabrica en colores brillantes y está equipada con unas asas de cuero. De alguna manera estas elegantes bolsas de compra son como una metáfora del tiempo en que vivimos; de la transparencia de la vida en la red. Vivimos todos juntos, exponemos nuestra cotidianidad en Internet, como si andaramos por la calle con una bolsa transparente, con todas nuestras fotos y objetos personales metidos en ella y expuestos al juicio de los demás. Bromas aparte, el mundo contemporáneo nos sugiere cada vez más maneras de identificarnos, y mucho mejor cuando el estilo cotidiano es capaz de contribuir a salvaguardar el medio ambiente, esta casa compartida por todos.

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