La campaña antialcohol abre el paso a la cerveza fresca

Tras equiparar la cerveza al resto de bebidas alcohólicas los hábitos de consumo deberán cambiar. Foto de Ria Novosti

Tras equiparar la cerveza al resto de bebidas alcohólicas los hábitos de consumo deberán cambiar. Foto de Ria Novosti

La prohibición de la venta y la publicidad de la cerveza posibilita el desarrollo pequeñas cervecerías, al estilo de la tradición europea. De momento, este tipo de producción constituye menos del 10% de la producción total de cerveza en Rusia.

Los productores de cerveza en Rusia, en su mayoría empresas extranjeras, están a la espera de un gran cambio. La causa se debe a la ley firmada por el presidente Dmitri Medvédev que equipara la cerveza a las demás bebidas alcohólicas. Hasta ahora, esta bebida embriagante se consideraba “ producto alimenticio”, y se vendía prácticamente sin límite de hora, lugar o edad. Pero la campaña antialcohol impulsada por Medvédev en 2009 pone fin a esta tradición heredada de la época soviética.

Según afirma Dmitri Dobrov, presidente de la Unión de productores de bebidas alcohólicas, en los últimos quince años el consumo de cerveza se ha multiplicado por cuatro. Los rusos han adquirido la costumbre de beber cerveza de forma masiva en vez de refrescos, ya que el precio entre ambos apenas difiere, unos 30 rublos por botella (unos 70 céntimos de euro). Los propios cerveceros relacionaban este proceso con el aumento de la popularidad de la cerveza entre los jóvenes. Los datos de la consultoría ID-Marketing estiman que entre 2000 y 2009 la producción de cerveza se dobló, hasta alcanzar 1.200 millones de decalitros, lo que llevó a la industria cervecera rusa a ser el tercer productor mundial, detrás de China y Estados Unidos. Sin embargo, el consumo de bebidas alcohólicas fuertes, especialmente el vodka, no disminuyó pese a las esperanzas del gobierno.

En consecuencia, los expertos comenzaron a hablar de la alcoholización de la población. Los toxicólogos empezaron a denunciar el creciente alcoholismo entre los adolescentes. La respuesta fue la limitación por ley de la publicidad de cerveza. En 2005 también se introdujo la prohibición de su venta a los menores de edad. Sin embargo, estas prohibiciones eran poco respetadas y el consumo de cerveza fue creciendo. En 2008 alcanzó los 80 litros per cápita, frente a los 24 litros por persona de los años 1970, momento del auge de la producción de cerveza barata en la URSS, cuya población era mayor que la actual población de Rusia. Según el principal toxicólgo del país Yevgueni Briun, hoy en día prácticamente todos los adolescentes de entre 15 y 18 años consumen cerveza. Por su parte, los productores, por miedo a eventuales medidas drásticas por parte del Estado, han decidido limitar su publicidad y han emprendido una campaña que exhorta a cumplir con la prohibición de venta de cerveza a los menores de edad. Pero ya es demasiado tarde.

Nuevas prohibiciones

Las nuevas prohibiciones, que entrarán en vigor en 2013, son similares a las existentes en muchos países europeos y en Estados Unidos. Queda totalmente prohibida la venta en la calle, y las tiendas, tal y como ocurre en los países bálticos, no podrán vender cerveza por la noche, entre las 23.00 y las 08.00, como ocurre con las bebidas alcohólicas fuertes. Tampoco se podrá consumir cerveza en lugares públicos. Pero la limitación más importante es la prohibición total de publicidad tanto en la televisión como en la calle. “En estos último diez años las ventas de cerveza han crecido debido a una insistente publicidad”, afirma el director del Centro público de desarrollo de políticas nacionales en materia de alcohol, Pável Shapkin.

Estas medidas parecen muy radicales para Rusia, sobre todo si recordamos que desde los tiempos soviéticos la cerveza no era considerada una bebida alcohólica. Las causas de ello son históricas: en los años veinte del pasado siglo, poco después de la fundación de la URSS, el grado de alcohol en la cerveza no superaba el 1-3% y se consumía poco. Solamente para quitar la sed en épocas calurosas. Fue a partir de los años 70 cuando comenzó la producción masiva de cerveza barata en la URSS, cuando el gobierno pretendía reducir el consumo de vodka. En aquel momento la gradación alcohólica de la cerveza creció hasta el 3,2-4,5% y, a su vez, cambiaron los hábitos de consumo. Su uso como embriagador y para reducir la resaca se extendió masivamente.

La campaña antialcohol impulsada por Mijaíl Gorbachov trajo una reducción del consumo de cerveza y del alcohol en general. En aquel momento se optó por cerrar casi todas las plantas de producción y los puntos de venta de bebidas alcohólicas. Pese a todos los defectos de la campaña de Gorbachov, llevada a cabo entre 1985 y 1988, el consumo se redujo en un 27% aproximadamente y la mortalidad masculina cayó, de golpe, en un 12%. Las nuevas limitaciones no son tan radicales, pero las autoridades rusas también esperan reducir el índice de mortalidad resultante del abuso de bebidas alcohólicas. Según los datos de la OMS, actualmente el alcohol provoca la muerte de uno de cada cinco hombres en Rusia, mientras que en el resto del mundo este índice sólo llega, entre los hombres, al 6,2%.

Quejas de los vendedores

Las nuevas prohibiciones afectarán a las empresas productoras y sobre todo a los propietarios de pequeños puntos de venta al público, ya que actualmente cerca del 25% de las ventas de cerveza se realizan en puestos callejeros, y aproximadamente el 1% corresponde a las ventas nocturnas. La unión de pequeñas empresas Opora Rossii (Los pilares de Rusia) afirma que los propietarios de quioscos callejeros perderán alrededor de un 40% de sus beneficios y muchos se verán obligados a cerrar, algo que no se corresponde con las declaraciones de apoyo a la pequeña empresa por parte de las autoridades. La unión de los cerveceros de Rusia está segura de que esta ley, en su versión actual, “no favorecerá la reducción del consumo de alcohol”. Según los cerveceros el problema del alcoholismo radica en la insatisfacción social de la población, que no se resolverá mediante nuevas prohibiciones. Afirman, además, que en las ciudades más pequeñas los consumidores no tendrán posibilidad de comprar cerveza debido al insuficiente desarrollo del sistema de ventas.

El analista de la empresa de inversiones Finam, Maxim Kliaguin, considera que las nuevas normas no van a influir de forma significativa en la industria cervecera, el 85% de la cual está controlada por cinco grandes multinacionales: Carlsberg, InBev, Heineken, Efes y SABMiller. “No harán más que reorientar todas sus ventas hacia las tiendas convencionales”. Por su parte, Vadim Drobiz, director del Centro de estudios de los mercados federal y regionales de alcohol, duda de que las nuevas reglas puedan conducir a una reducción del consumo de cerveza: “La prohibición de la venta de cerveza en quioscos en Bielorrusia, que tuvo lugar hace un año y medio, no contribuyó a disminuir el consumo e incluso últimamente ha llegado a crecer . Por ejemplo, en Suecia y Finlandia, donde existe un monopolio estatal sobre la venta directa al público, este tipo de prohibiciones no reducen en absoluto el consumo de alcohol. Incluso, en los últimos 20-30 años el nivel de alcoholismo ha crecido en estos países”. Sin embargo, el 10% de los rusos están dispuestos a dejar de consumir cerveza en cuanto comience a considerarse bebida alcohólica, y otro 17% de la población tiene intenciones de reducir sus compras, tal y como muestra una reciente encuesta del grupo de investigación Romir.

Nuevo tipo de consumo


Según Kliaguin, los únicos beneficiarios posibles en el mundo empresarial de esta nueva ley podrían ser las pequeñas productoras de cerveza, que últimamente se están abriendo por todas partes. Actualmente, los grandes productores ocupan el 90% del mercado, afirma Shapkin. Se trata casi siempre de cerveza embotellada con conservantes, cuyo efecto en el organismo humano fue comparado por Yevgueni Briun, principal toxicólogo del país, a “una auténtica sustancia tóxica de guerra”. Sin embargo en Alemania y la República Checa, por ejemplo, una gran parte del consumo corresponde a la cerveza recién hecha. En los últimos años, los rusos también han llegado a apreciar la cerveza fresca, dice Kliaguin, y su demanda irá creciendo. Pero se trata de un mercado muy ligado a restaurantes y cervecerías, que en Rusia todavía está en un nivel de desarrollo primitivo,y que solamente aumentará a medida que lo haga el poder adquisitivo de la población. De momento la gente no está acostumbrada a ir a las cafeterías ni los restaurantes. El director de la cervecería privada Tinkoff Anatoli Zhamaldínov cree que todavía es pronto para hablar de las eventuales ventajas para los restaurantes, ya que hay que reducir las barreras administrativas para su apertura. No obstante, Shapkin considera que “puesto que debido a la nueva ley desaparecerá la publicidad de las grandes marcas, los pequeños productores de cerveza tendrán una buena oportunidad para desarrollarse”.

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