La “casa del escándalo” está de celebración

No es fácil encontrar el museo Mayakovski situado en pleno centro del Moscú antiguo. Para llegar, primero hay que encontrar el edificio, situado dentro de un patio y luego atravesar un pasillo estrecho y oscuro en donde hay una librería de libros antiguos.

Fotos de Eugenia Seménova

Nada más entrar uno advierte inmediatamente por qué este museo está considerado como uno de los más originales del mundo. En vez de objetos dispuestos cuidadosamente en las vitrinas, los visitantes encuentran cristales manchados de tinta roja, sillas de todos los colores y formas, una copia en miniatura del puente de Brooklyn, iconos, un ataúd y muchos más objetos que a primera vista parecen desconectados entre sí. La decoración del museo es tan escandalosa y original como la obra del poeta.

El museo de Mayakovski se encuentra en el mismo edificio donde vivió el poeta. Su habitación, en la cuarta planta, permanece intacta desde el 14 de abril de 1930, día en que se suicidó. En la puerta del piso compartido figuran hasta los apellidos de sus vecinos. Sin embargo, la escalera, la puerta de entrada y la habitación son lo único que queda de la casa original. El resto de los espacios no tienen nada que ver con el ambiente modesto de la habitación del escritor.

El día del aniversario del poeta la primera visita guiada se dedicó a las obras teatrales de Mayakovski. Todos sus espectáculos provocaron grandes debates. Para conocer la reacción de los espectadores pedía que le escribieran notas, a las que solía responder al final de la función. En el museo se exponen algunos de estos mensajes, que contienen tanto elogios como textos claramente ofensivos. Pero a este gran maestro de la palabra no le resultaba difícil convertir cualquier ataque en broma. Una vez le enviaron una nota claramente provocadora que decía: “Mayakovski, ¿por qué lleva usted un anillo? Con la cara que tiene usted no le va en absoluto”.  El poeta respondió impasible: “Precisamente porque no va con mi cara lo llevo en el dedo y no en la nariz”.

La obra de Mayakovski no sólo era conocida entre sus contemporáneos rusos. El poeta dio recitales en Letonia, Alemania, Francia e incluso Estados Unidos, donde fue muy bien recibido. La tercera planta de la exposición está dedicada a estos años de la vida del poeta. Hay una copia de la estatua de la Libertad, carteles estadounidenses de las obras teatrales de Mayakovski y un puente pintado de oro. Enfrente hay otro puente, esta vez blanco, hecho de cerillas. Mayakovski advirtió de inmediato lo mal que vivía la gente en Rusia en comparación con los americanos. Los dos puentes simbolizan esta diferencia: el puente dorado, la vida acomodada de los estadounidenses, y la mesa de cerillas, sin terminar, el caos en el que vivían los rusos de aquella época.

Francia le gustó a Mayakovski mucho más que Estados Unidos. Fue precisamente allí, en París, donde vivió un romance con Tatiana Yákovleva, una inmigrante rusa, que alteró a Lilia Brik, una mujer casada con la que el poeta mantenía relaciones complicadas. La segunda planta del museo está dedicada a este viaje.

En la planta baja hay un gran barreño lleno de tinta roja donde flotan carteles de “El chinche”, una de una de sus obras teatrales más atrevidas y que en su tiempo provocó muchas críticas. Al lado del barreño hay un torno y una mesa de comedor con figuras de cartón sentadas que representan a los actores que actuaron en la obra. Algunas de las figuras tienen tenedores clavados.

Más abajo hay unas salas tenebrosas con colores grises, blancos y negros, dedicadas a la muerte del poeta. Al lado de la pared hay un gran calendario metálico. Mayakoski escribió su última nota dos días antes de suicidarse el 14 de abril de 1930. En aquel mismo momento arrancó las páginas de los días trece y catorce.

Después de la visita guiada, el público tuvo la oportunidad de ver la película muda “La señorita y el gamberro”, en la que Mayakovski interpreta el papel de un gamberro provinciano enamorado de una joven maestra. La tarde continuó con un recital de poemas con acompañamiento musical dedicado a las obras de este “ser manirroto y derrochador de palabras de valor inestimable”, tal y como se autodenominaba.

Al final del programa, los actores del teatro Komediant representaron la obra On-sam (El Mismo), dedicada a Mayakovski. El escenario abarcaba las cuatro plantas del museo. La acción comenzó en el vestíbulo. De la multitud salió de pronto el propio Mayakovski, representado por el actor Guennadi Nóvikov, y empezó a recitar poemas. Los actores estaban entre el público, por lo que era imposible prever cuándo empezarían a actuar. Podían salir desde atrás y llamar la atención con un silbido ensordecedor o bien enredarse en una discusión cómica con sus compañeros. Los actores no se reprimían a la hora de pedir la participación de los espectadores, les decían que caminasen más rápido o les preguntaban qué opinaban de la obra del poeta.

Colores chillones, formas irregulares, procedimientos inesperados: se trataba de reflejar en el mundo tangible los ingeniosos versos de Mayakovski, que un siglo después siguen caracterizándose por su frescura y originalidad.

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