No más ladrillos en la pared

El presidente Dmitri Medvédev enfatiza el crecimiento individual mientras los críticos cuestionan la naturaleza liberal de las reformas. Foto de Itar-Tass

El presidente Dmitri Medvédev enfatiza el crecimiento individual mientras los críticos cuestionan la naturaleza liberal de las reformas. Foto de Itar-Tass

“Con el tiempo, tras aprender a nadar y zambullirse en busca de comida, el mono se adentró en el agua con una frecuencia cada vez mayor, más y más lejos de la orilla. Desarrolló una postura erguida y, por algún motivo que aún se desconoce, algunos monos reanudaron su forma de vida sobre la tierra, mientras que otros se adaptaron tan bien al mar que permanecieron allí siempre y se convirtieron en delfines.”

Esta versión de los orígenes del hombre puede leerse en un libro de texto de Educación Cívica para alumnos de quinto grado. El manual, aprobado hace poco tiempo, motivó a algunos padres a escribir una carta al presidente Dmitri Medvédev para quejarse de la ineptitud del Ministerio de Educación.

La frustración de los padres también tuvo eco en algunos maestros: “Se han introducido algunas materias de dudosa necesidad en los planes de estudio, tonterías que quitan tiempo a las disciplinas principales. No es una sorpresa que la calidad educativa esté decayendo”, se lamentó Serguéi Raiski, profesor de ruso en Moscú. Raiski tiene 41 años y es joven en comparación con sus colegas. La media de edad de un maestro de escuela son 48 años y uno de cada cinco está en edad de jubilarse. Los jóvenes no quieren trabajar como profesores debido al pírrico salario, unos 340 euros al mes.

Rusia ocupa el 43º puesto en el mundo

Según especialistas en educación, las escuelas rusas se encuentran en continuo deterioro. Los factores que contribuyen a tal situación son, entre otros, la edad de los maestros y la falta de financiación de las escuelas. La gran sorpresa ocurrió cuando un reciente informe PISA posicionó a Rusia —país alguna vez conocido por su fortaleza educativa— en el 43º puesto del mundo. PISA es una evaluación estudiantil reconocida internacionalmente que evalúa a jóvenes de 15 años y se desarrolla en conjunto por los países que la conforman. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se ocupa de llevarla a cabo.

Sin embargo, los resultados del informe PISA sólo reflejan una media de la situación. A los rusos podría no sorprenderles que Estados Unidos, si bien cuenta con las universidades más reconocidas del mundo, se haya posicionado por debajo de Polonia y Hungría en matemáticas. Quienes obtuvieron los mejores resultados fueron Hong Kong, Finlandia, Singapur y Corea. Turquía demostró el mayor progreso, seguida sorpresivamente por la República de Kirguizstán y Azerbaiyán. En Rusia, la puntuación en lectura mejoró mucho respecto al año 2006.

Pero los padres en Rusia saben muy bien que los alumnos de escuelas privadas poseen muchas ventajas en comparación con los de las escuelas públicas, con una deplorable escasez de fondos. El plan de estudio escolar se aprueba a nivel federal y los funcionarios están intentando introducir las prácticas de escuelas privadas en las escuelas estatales.

Después de los relativamente desastrosos resultados del informe PISA dados a conocer en febrero pasado, el presidente Dmitri Medvédev anunció un programa de reforma escolar. “Los alumnos realizarán proyectos de investigación y actividades recreativas con el objetivo de aprender a inventar, comprender y asimilar nuevos conocimientos, expresar sus propios pensamientos y tomar decisiones”, expresó el presidente.

No necesitamos educación


El Gobierno prepara grandes transformaciones destinadas al aprendizaje individualizado. Las reformas en escuelas primarias (del primero al noveno año) comenzarán en septiembre. Una parte de la enseñanza se llevará a cabo fuera del aula: los estudiantes tendrán diez horas semanales de visitas, paseos y trabajo creativo en establecimientos culturales. El Gobierno también ha prometido un aumento del 30% en el sueldo de los maestros este mismo año. Por su parte, las reformas en escuelas secundarias (del décimo al undécimo año) aún se están desarrollando.

“Las escuelas tendrán un mayor poder discrecional para diseñar sus propios planes de estudio en función de los deseos de los estudiantes”, expresó Irina Abánkina, directora del Instituto de Estudios Educativos de la Escuela Superior de Economía de la Universidad de Estudios Nacionales.

Los alumnos elegirán seis materias adicionales y decidirán si desean estudiarlas a un nivel básico o profesional. Habrá al menos cuatro asignaturas principales de las que el alumno tendrá que examinarse en el Examen Unificado Estatal, una especie de Selectividad. El ingreso a la universidad se hará en base a dichos resultados. Este examen se introdujo en 2009, hasta entonces cada universidad gestionaba sus propios exámenes de admisión, lo que solía ser caótico.

El alumno que no tenga un inclinación por las ciencias naturales no será obligado a estudiar las asignaturas de química, física y biología de forma separada, sino que podrá optar por un curso integrador de ciencias naturales que incluya versiones moderadas de dichas materias. Los alumnos pueden elegir literatura, por ejemplo, como su materia principal.

Dichas innovaciones tienen por objeto equiparar la educación escolar rusa al modelo europeo. Sin embargo, han provocado un gran rechazo ya que los padres las perciben como un intento por destruir la educación general clásica. Muchos consideran que el alumno sólo podrá elegir de entre una pequeña cantidad de materias.

“En cambio, el nivel de la escuela secundaria presupone que ya existe un conocimiento básico de materias”, apuntó Abánkina.

Según los especialistas el sistema de enseñanza de lenguas extranjeras también está obsoleto. Sólo se puede llegar a dominar un idioma tras tomar clases individuales o asistir a institutos privados. En la mayoría de las escuelas públicas, los alumnos tienen dos horas semanales de un idioma extranjero, generalmente inglés y a veces alemán. Los críticos alegan que se centra en los conocimientos memorísticos y que carecen del vocabulario para mantener conversaciones.

“En los últimos años nuestras escuelas sólo han ofrecido conocimientos y no educación. El resultado ha sido la protesta protagonizada por los ultranacionalistas en el centro de Moscú en diciembre pasado”, afirmó Alexánder Kondakov, investigador estatal de estándares educativos. El especialista sostiene que la escuela rusa todavía es autoritaria. Aunque añade que existe una diferencia entre la enseñanza actual y la de hace veinte años. Tras el colapso de la Unión Soviética, se comenzaron a estudiar escritores disidentes y a considerar puntos de vista alternativos respecto a la historia del país.

En cambio, el sistema educativo continúa siendo el mismo: disertaciones y repeticiones de lo que el alumno escucha de boca del profesor. Estar en desacuerdo con el maestro o entablar cualquier tipo de debate dentro del aula se sigue percibiendo como descortés. “La escuela actual es menos autoritaria que la de los tiempos soviéticos pero aún no se ha desarrollado un modelo asociativo de enseñanza en el que profesor y alumno actúen como pares -advirtió Abánkina-. El profesor ha perdido autoridad y debe lidiar con faltas de respeto, a la vez que debe aprender a organizar el trabajo grupal dentro del aula, en donde el interés por enseñar y aprender es recíproco.”

La gratuidad de la enseñanza en las escuelas, incluidos los libros de texto, está garantizada por ley. Los padres sólo deben pagar los uniformes escolares y las comidas (lo que engloba a las 48.809 escuelas estatales, en comparación con las 665 escuelas privadas). Los niños comienzan a estudiar a los siete años. El año escolar se extiende desde el 1° de septiembre hasta mayo, con vacaciones de invierno, otoño y primavera. Los niños hacen exámenes para pasar de grado y, tras los años noveno y undécimo, rinden el Examen Estatal Unificado de Ruso, Matemáticas y dos materias optativas, requeridas para ingresar a la universidad que elijan.

Por otro lado, si una pareja rusa se planea tener hijos les conviene ir inscribiéndose para el nivel preescolar. Un retroceso de casi un 50% en la tasa de natalidad en los años 90 condujo al cierre de miles de jardines de infancia en todo el país (solamente en Moscú cerraron más de 600). En la actualidad, estos edificios escolares se han vendido o transformado, mientras que la tasa de nacimientos ha aumentado debido a la prosperidad petrolera de los años 2000. En consecuencia, no hay lugar para más de un millón de niños, si bien se garantiza el acceso a la educación de nivel preescolar para todos.

Un 60% de niños de entre dos y seis años de edad asisten a un total de 45.300 centros preescolares estatales. De acuerdo con la legislación rusa, los jardines de infancia deben estar separados de las escuelas y no es obligatorio que los niños vayan. Los niños que tienen entre dos y cinco años estudian música y gimnasia antes de comenzar a prepararse para la escuela a los cinco o seis años. Se desconoce la cantidad exacta de preescolares privados debido a la incertidumbre que rodea su situación legal: existen jardines familiares, en donde un grupo de padres conforma organizaciones sin fines de lucro, y también existen emprendimientos privados, que pueden establecerse sin necesidad de obtener una licencia. En ciertas regiones, los padres de los niños que no han podido asistir a preescolar reciben una retribución mensual. En la región de Perm, por ejemplo, dicha retribución asciende a 133 euros. En cualquier caso, esto no alcanza para el pago de una escuela privada, que tiene un coste medio de 430 euros al mes.

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