La piloto de combate Lilia Litvyak (izquierda). Foto de Ria Novosti
A la Unión Soviética le urgía encontrar pilotos con talento en la Segunda Guerra Mundial. A los pocos meses de empezar el conflicto, Radio Moscú difundió un anuncio sorprendente en el que se hacía un llamamiento a las mujeres que quisiesen convertirse en pilotos de combate. La respuesta fue abrumadora. En un año, regimientos enteros de mujeres piloto soviéticas lucharon contra los alemanes y muchas fueron conocidas con el nombre de Brujas de la Noche, en honor a su precisión y valor. Nachtexen fue el nombre acuñado por los alemanes para referirse a estas temidas mujeres.
Desarrollaban sus misiones en pequeños aviones que pasaban desapercibidos con facilidad, y amendretaban al enemigo sobrevolando depósitos y campamentos.
En los últimos 70 años, muchos escritores se han sentido atraídos por la historia de Lilia Litvyak, una mujer piloto soviética de la Segunda Guerra Mundial. Lilia no pertenecía oficialmente al regimiento de las Brujas de la Noche, pero se hizo muy popular por su enorme carisma y belleza.
A los 15 años, Litvyak se había unido a un club de aviación y devoraba cuanto libro de aviación encontrara a su paso. Aprendía tan rápido que se cuenta que tras cuatro horas de instrucción fue capaz de pilotar sola el biplano PO-2. Al igual que la mayoría de las mujeres piloto de guerra, Litvyak necesitaba colocar un almohadón sobre el asiento de la aeronave para poder ver a través del parabrisas. Sin embargo, pronto se convirtió en una combatiente modelo y las historias de sus victorias frente a los alemanes, en leyenda. Murió con 21 años. Su avión fue derribado en 1943, en Ucrania, sobre Krasny Luch.
Michael Crisci, empresario y escritor estadounidense, colaboró recientemente con Yelena Sivolap y Valentina Váschenko, fundadora del museo de Lilia Litvyak, para el libro Call Sign, White Lily ( Señal de llamada, Lila blanca , 2011). El libro, autoeditado, ofrece un romántico viaje por la vida de Litvyak, sus historias de amor, rebeldía, heroísmo y muerte. El empresario ha creado el Fondo Lilia Litvyak para mantener vivo el museo sobre la mujer piloto.
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