Glamour ruso

Celebridades y lujo en una sociedad en transición

Celebridades y lujo en una sociedad en transición

No hay moral ni dinero que hayan servido de dique a este tsunami cultural. Lo que no consiguió Napoleón ni Hitler lo ha alcanzado el glamour: invadir toda Rusia en su extensa geografía.

“Glamour” fue elegida palabra del año en el 2007, y según un estudio realizado por el antropólogo Mikhail Epstein aparece como la expresión más repetida en el discurso público ruso.

Ni siquiera la iglesia ortodoxa ha podido frenar el avance del glamour en Rusia. El arzobispo Vsevolod Chaplin propuso cambiar “la forma de vestir de la nación” porque “las mujeres confunden en las calles con su striptease”, añadiendo que “con esas faldas tan cortas ellas tienen parte de culpa si luego son violadas”. La reacción fue inmediata: una asociación de mujeres ha presentado una protesta formal ante el Patriarca Kirill con mil trescientas firmas.

¿Pero qué es el glamour ruso?


De acuerdo con la investigadora de la Universidad de Birmingham Victoria Hudson, “Glamour no es un factor radicalmente nuevo, sino una forma de vivir en Rusia”; “Para mí, glamour ruso es abrigos de piel, pinta labios rojo y una manera de actuar gélida; o chándales blancos, caros y brillantes junto a gorras de béisbol de colores deslumbrantes y letras grandes y rojas que dicen: RUSIA”, añade. Esta descripción refleja varias de las contradicciones del glamour ruso: 1. Lo que importa es lo que parece, no lo que es; 2. Cualquiera puede creerse glamouroso en Rusia: con prendas de lujo, o con ropa deportiva, lo que importa es que sea deslumbrante y de marca; 3. El glamour ruso es un fenómeno de igualitarismo, aunque a través de una supuesta exclusividad.

Así mismo, la investigadora del Instituto Aleksanteri Saara Ratilainen se centra en esta última contradicción para analizar el fenómeno: “En los últimos años encontramos la palabra “glamour” por todas partes, en el pop, en los medios de comunicación... Para mí es una forma de educar al ruso medio en los gustos de la elite y atraerles a unas prácticas de consumo que se presentan como soñadas y exuberantes. La imagen glamourosa muestra que cualquier persona puede subir en la escala social, y en el caso de que esto no ocurra, al menos creen pertenecer a esa elite al consumir los productos adecuados, es decir los que la elite consume”.

En un entendimiento neutral, “glamour” aparece como lo contrario de “vulgar”. Sin embargo, en el imaginario colectivo ruso esta expresión está asociada a otros significados como “diferente”, “exuberante” o “bombástico”, excesos que en otras culturas podrían estar vistos con sarcasmo pero que en Rusia es un signo de distinción.

La aspiración al lujo como cultura


Tras la hambrienta, caótica y humillante década de los noventa, la prosperidad parece haber vuelto a las calles rusas. Un paseo por el Moscú o San Petersburgo de ahora demuestra no sólo que hay muchas más tiendas y bares que hace cinco años -y que éstas están mejor surtidas y diseñadas-, sino que la gente en general tiene un aspecto físico más saludable y viste mucho mejor.

En este sentido, y como bien describe el libro “Schoking Chic! Celebrity and Glamour in Contemporary Russia”, “Cualquier visitante puede experimentar este “schock de lo nuevo (Schoking chic)”, sobre todo si compara la escala de consumo compulsivo actual con las carencias materiales del período soviético”.

Además, proyectos como la televisión internacional Russia Today, la futura organización de los juegos de invierno de Sochi y del campeonato mundial de fútbol o incluso la victoria en Eurovisión de hace dos años parece haber devuelto la confianza de los rusos; hecho también evidente en la nueva ola de turistas de este país que visitan España, Turquía, Francia o Egipto.

No cabe duda de que la desigualdad social es extrema y en Rusia la brecha entre ricos y pobres se abre cada vez más; No obstante, también es cierto que en la actualidad los nuevos ricos rusos pueden acceder a productos que durante los 90 sólo podían soñar.

Curiosamente, el consumismo de productos de lujo y la proliferación de servicios “exclusivos” ha asentado el imaginario “de clase” privilegiada a la que la gran mayoría quiere llegar, influyendo en el ámbito cultural y artístico hasta la materialización de nuevos valores y modelos.

“El glamour ruso es la manifestación del acceso de este país al capitalismo global. Un sui generis sistema de valores y significados que ha suplantado la noción tradicional de individuo, colectivo, género, sexualidad e identidad social en general”, explica el profesor de la universidad de Leeds Vlad Strukov.

No obstante, “el glamour ruso no es un estilo” como confirma la diseñadora Lena Pilauri; “en el fondo es el viejo fenómeno ruso del ponty, también reflejado en el verbo pokazuja: no importa crear un estilo propio o diseños bonitos, sino llevar cosas de marca para ostentar tu dinero. Si no lo tienes, siempre puedes comprar copias de marca o destacar con prendas deslumbrantes”.

De la misma opinión son los autores del libro “Schocking chic”, para los que más que un estilo, lo que ha surgido en Rusia es una manifestación de riqueza con elementos “místicos, fantásticos y esotéricos”, mezclados con imágenes “trash” y “kitsch” y un “decadente abuso de lujuria”, “como si fuera un viaje a través de los espacios del individualismo” que desembocan en una “divinidad egocéntrica”.

Homo sovieticus remplazado por el Homo glamuricus


Pero glamour no es lo mismo que lujuria, de hecho, es una consecuencia de ésta. En este sentido, la antropóloga Keti Chukhrov propone estudiar el fenómeno dentro del imaginario colectivo soviético para entender “la obsesión esquizofrénica” de participar del glamour. “La primera razón de la actual obsesión con el glamour la encontramos en el hecho de que los ciudadanos post-soviéticos no acaban de aceptar que no todo el mundo tiene iguales oportunidades y aspiraciones; la segunda es que la economía depende de los recursos naturales de forma masiva”, asegura Chukhrov.

Quien explica: “la imitación de los valores asociados al glamour se acepta como la única forma de escapar de la pobreza”; “Esto lleva a la colisión de dos paradigmas: la idea de igualdad instaurada durante el régimen soviético y su completa ausencia tras el desplome de la URSS. Así, el glamour aparece como la dosis de igualdad que todo el mundo puede experimentar… accesible a través de los medios para cualquier clase social” concluye.

En esta lógica, los medios de comunicación juegan un papel determinante ya que a través de su función de entretenimiento reproducen la manera de vivir de la elite, pero de forma aun más exagerada y kitsch. De esta forma, toda la población es integrada en el “glamourous way of living”, aunque sea de forma virtual.

A veces, este deseo de ser glamouroso implica intentos heroicos por parecerse a los modelos sociales, tanto por la falta de recursos económicos como por la escasez de algunos servicios y productos fuera de San Petersburgo y Moscú. Keti Chukhrov denomina esta práctica como “bricolaje de belleza”, imitando el ideal con productos venidos de China y Vietnam.

El Olimpo del glamour


“¿Por qué tenemos que mostrar cosas que en el fondo no nos podemos permitir? La gente compra objetos prestigiosos con la esperanza de que nadie note su ausencia de status”. La reina del glamour ruso, Ksenia Sobchak, expresaba de esta forma su concepción del fenómeno. Ksenia, omnipresente en revistas, televisiones, periódicos, radios, fiestas, inauguraciones y saraos rusos creció en una familia con pedigree (su padre fue el primer alcalde de San Petersburgo tras el desplome de la URSS) y recibió una buena educación (Licenciada en Relaciones Internacionales por el MGIMO y master en ciencias políticas).

Ksenia se presenta como la “Paris Hilton rusa” y es la máxima exponente del canon de glamour ruso; “Yo no creo que sea estúpida, para ella es un juego y un trabajo actuar así”, concluye Lena. En el 2008 y a cuatro manos con Oksana Robski, Ksenia publicó un libro que además de éxito de ventas se ha convertido en la Biblia del glamour ruso: “Casarse con un multimillonario”.

Robski se dio a conocer con la publicación de libros como “Casual” o “Rublevskaya Kujnia”, en los que describe cómo es la vida de la jet set rusa en el barrio de lujo Ruvlevka de Moscú.

“En Rublevka encuentras a gente con ropa cara y maneras de bazar”, lanza una señora que trabaja en dicho barrio y prefiere mantener el anonimato; Por conocimiento o por celos, ella lo describe de esta forma: “A veces me sorprendo de cómo es posible hablar con tanta arrogancia a gente que está mucho más educada. Se creen que porque pagan tienen derecho a cualquier cosa. La mayoría de las mujeres que viven en Rublevka no tienen formación académica o vinieron de Bielorrusia o Ucrania; su único mérito en la vida es haberse casado con alguien al que le salieron bien los negocios”.

No obstante, el fenómeno es más complicado que eso y dentro del glamour ruso también hay varios clanes, familias y modelos. Por ejemplo Sobchak no sólo es hija de político, sino que vive de ser figura pública y a maneja los medios de comunicación con inteligencia.

Igualmente, Dasha Zhukova no es sólo mujer de oligarca (en la actualidad casada con Roman Abramovich, antes pareja del tenista Marat Safin), sino que también ejerce de promotora de arte moderno.

Otros ejemplos del mundo del glamour son Elena Baturina, conocida como la “Milliardesha” o la “oligarsha” por los negocios urbanísticos. También Nikita Mikhalkov o Alla Pugachova, tanto por su influencia en el negocio cultural actual como por su valor de representantes de la nostalgia soviética. También y aunque cueste creeerlo, el actual primer ministro Vladimir Putin es considerado como uno de los representantes del glamour en el país, tanto por su poder político como por su capacidad de marcar estilo, como reflejan las siguientes declaraciones: “Él es el único presidente que conozco con cinturón negro de kárate y doctorado en economía” (Blog VVPI Don); “Yo quiero un marido que se parezca a Vladimir Vladimirovich” (Yulia Pipilova, club de fans de Vladímir Putin de Moscú).

Anti-Glamour


En su artículo “Kissing to Be Clerver: Gender Politics of Pop, the Russian Way”, Matthias Bode y Natasha Tolstikova estudian la música pop como producto de glamour a través del grupo t.A.T.u., el fenómeno musical ruso con más éxito exterior desde Dmitri Shostakovich. En línea con la posición de Theodor Adorno, por la que la música popular resulta un producto “regresivo, opresivo y que sólo ofrece pseudo-individualización” (1941), los nuevos productos musicales no sólo “privan a los oyentes de auténticas emociones”, sino que encima “hacen que les guste sus carencias”.

Además, el nuevo modelo ha introducido el factor sexual en el producto musical, hasta ahora visto con desdén por una industria cultural básicamente misógina. No obstante, conviene recordar que feminización es diferente a feminismo, y si lo primero se ha visto exagerado (“sobreexplotando la pose lesbiana”) los derechos de la mujer han tendido a ser ridiculizados.

Por eso, no son pocos los que desde la práctica cultural han criticado “el proceso de banalización y vulgarización” de la sociedad rusa que conlleva el llamado “glamour”.

Por ejemplo Tatyana Tolstaya, quien con fina ironía critica en varios artículos el fracaso de las instituciones sociales y culturales a la hora de mantener la cohesión social y consolidar valores más humanos. También Viktor Pelevin realiza una descripción bastante sarcástica y corrosiva de la vida glamourosa de la elite en su novela “Ampir V”. O más en el margen, el músico y cineasta Pyotr Mamonov o el escritor maldito Eduard Limonov, quien recientemente publicó “Hijos del paraíso glamouroso”.

Glamour español


En su libro “Glamour, a History”, Stephen Gundle identifica “la promesa de ser más atractivo y transformarse en alguien mejor” y “la fantasía de promoción social” como algo común a todo glamour. No obstante, casi todos los fenómenos locales tienen sus particularidades más o menos ricas en matices. En el caso español, me aventuro a decir que la vulgarización de los modelos de glamour es extrema, con unos modelos sociales que apenas son capaces de pronunciar un discurso coherente, un lenguaje presidiario cargado de insultos, un comportamiento mezquino y una glorificación de la ignorancia que epataría a cualquier ruso.

Para saber más


http://www.espanarusa.com/article.sdf/es/news/88876

http://video.google.com/videoplay?docid=-1132991364139106924#

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