Tacos en lugar de tacones

Alemania experimenta la fiebre del Mundial de fútbol femenino. Foto de Lender

Alemania experimenta la fiebre del Mundial de fútbol femenino. Foto de Lender

Alemania experimenta la fiebre del Mundial de fútbol femenino. La selección de Rusia, al igual que en 2007, no acude. El motivo: tan sólo un reducido número juega al fútbol y faltan clubes.

Las rusas son más conocidas por sus vertiginosos tacones que por los tacos de sus botas de fútbol. Kristina Zdor, originaria de la ciudad de Vorónezh, en la región occidental de Rusia, sueña con una carrera como futbolista profesional y con ganar mucho dinero. Una contradicción, se podría pensar, ya que en Alemania el fútbol femenino se considera poco lucrativo. Sin embargo, en Rusia la cosa es diferente. Con 3.000 euros al mes, esta muchacha de 18 años superaría con creces el salario medio de Rusia, de unos 500 euros. El fútbol constituye una auténtica oportunidad de progresar para Kristina, que, junto con sus padres y hermanos, lleva la típica vida de una ciudadana rusa media, entre el bloque de viviendas y el Instituto Número 74.

Sin embargo, apenas hay clubes de fútbol femenino. Las amigas de Zdor prefieren ir a los cafés o de compras. En Rusia, con una población total de 143 millones de habitantes tan sólo unas 30.000 mujeres juegan al fútbol. “Y de ellas, solamente unas 2.000 están inscritas en clubes”, afirma Ekaterina Dmitrieva, de la Federación Rusa de Fútbol. En comparación a Alemania donde hay un millón de mujeres que practican este deporte bien por diversión o en clubes.

Tan sólo unos cincuenta clubes de fútbol rusos cuentan con equipos femeninos, y no hay un trabajo sistemático con las más jóvenes. Por ese motivo, durante los partidos de las profesionales del FC Energija Vorónezh el locutor del estadio no deja de repetir los números de teléfono de entrenadores juveniles. Se buscan desesperadamente jóvenes talentos. “En el futuro, queremos crear equipos juveniles por grupos de edades”, explica Svetlana Sajenko, portavoz del Energija Vorónezh, el club de fútbol femenino más exitoso de Rusia. En Alemania eso es algo normal.

En el puesto 20 del ranking de la FIFA


Así pues, no es de extrañar que el fútbol femenino ruso apenas evolucione. “Los jóvenes talentos rusos no quieren irse al extranjero porque allí ganan menos”, aclara Marina Burakova, internacional con la selección rusa en 250 ocasiones y antigua jugadora de la Bundesliga. En cambio, para las jugadoras extranjeras es sumamente lucrativo fichar por un club ruso.

Es el caso de la alemana Sabrina Esslinger. Esta joven jugadora de la selección nacional y de la segunda división jugó en el Energija Vorónezh por un salario anual de 40.000 euros más primas, una experiencia que le ha aportado mucho: “El juego de las rusas es mucho más físico, se le da más valor a la forma física”, afirma. Años después recuerda su paso por el equipo ruso y aún se entusiasma al hablar de las condiciones de entrenamiento en el Energija: un internado del propio club, dos entrenamientos profesionales al día, buen trabajo de equipo y a las diez de la noche a la cama.

Pese a todo, Rusia ocupa el puesto número 20 en el ranking mundial. “La mayoría de las jugadoras de fútbol alemanas dedican todo el día a trabajar y, aun así, son mejores que nuestras profesionales”, se queja Burakova, que jugó una temporada como defensa central en la Bundesliga con el FFC Flaesheim-Hillen. La actitud de las jugadoras en Rusia es totalmente distinta, relata, y cita al poeta Fiódor Tiútchev: “ No se entiende a Rusia con la razón, no se puede medir con el mismo rasero”.

Entrenamiento sin programa

En su opinión, la mentalidad rusa es la culpable de que el fútbol femenino se desarrolle de una forma completamente distinta a como lo hace en Alemania: “Las jugadoras carecen de la lógica necesaria”. Los jóvenes talentos no son coherentes y constantes en sus entrenamientos. Falta algo que en el fútbol alemán existe ya en las categorías inferiores: un sencillo programa de entrenamiento. En la mayor parte de los casos, las jugadoras, incluso las profesionales, no saben nada del siguiente entrenamiento hasta el día antes. Otro problema que influye negativamente en el desarrollo de las jóvenes deportistas es la contaminación atmosférica y la mala alimentación. “Mientras nuestra sociedad no cambie su forma de pensar y empiece a conceder más importancia a la protección del medio ambiente y la salud, nuestros jóvenes talentos deportivos seguirán teniéndolo muy difícil en el panorama internacional”, concluye Burakova.

En lo que respecta a la igualdad de derechos, Rusia está a la cabeza: clubes femeninos como el Energija Vorónezh o el Zvezda 2005 Perm disputan sus partidos de liga en los grandes estadios. En cambio, en Alemania es inimaginable que los clubes masculinos establecidos cedan regularmente sus estadios a los equipos femeninos.

Sin embargo, en Rusia el fútbol femenino no goza de especial consideración, según afirma Mijaíl Soldatov, del club profesional Riazán WDW. “Es el empeño personal de un puñado de supermujeres el que hace que esto exista”, sentencia. Ver a mujeres jugar al fútbol en Rusia es algo exótico. Soldatov está convencido de que, para que este deporte se desarrolle como es debido, se necesita más estímulo por parte de la Federación de Fútbol y del Estado.

La Federación comparte esta opinión, pero culpa a su precaria situación financiera. Los clubes señeros, tales como el Riazán 2005 WDW y el Energija Vorónezh, reciben el generoso apoyo del gobierno regional, ya que les proporciona fama y prestigio.

Aunque hay una enorme brecha entre la liga profesional y las ligas regionales. Incluso en la liga profesional no es infrecuente que David se enfrente a Goliat, como a finales de mayo, cuando el Riazán 2005 WDW se vio las caras con el FC Energija. El primer tiempo se alargó más de lo deseable, el dominio del Energija se hizo insoportable, por momentos no abandonaban el área contraria. Tras una falta, las jugadoras del Riazán lograron hacerse con el balón. El resultado: 3-0 para el Energija.

¡Que jueguen las chicas!


Los hinchas del FC Energija Vorónezh son pocos, pero están acostumbrados al éxito. Con razón pueden mirar por encima del hombro a sus colegas del equipo masculino de la ciudad: el FC Fakel Vorónezh se hunde al final de la tabla de la segunda división rusa. “Las chicas hacen gala de un fútbol agresivo y, sobre todo, bonito”, aclara el fundador del club de fans del Energija “Crazy Energy”, Konstantin Kolpakov. Sus miembros son mayoritariamente hombres, aunque su número es escaso. A los partidos celebrados en un estadio con capacidad para 35.000 espectadores, suelen acudir tan sólo unos pocos cientos.

Tras cinco campeonatos y siete copas, la hinchada del Energija no cabe en sí de gozo. Algunos de los seguidores del Vorónezh, como Juri Gladishev, acuden a los partidos femeninos por una sola razón: “Los ataques son más lentos, se echa en falta un poco de tensión, pero el resultado es satisfactorio”. Por eso en Vorónezh, cuando los jugadores del Fakel hacen un mal partido y vuelven a perder, dicen: “¡La próxima vez que juegue el Energija!”

Heidi Beha es lectora en la Fundación Robert Bosch de Vorónezh. En su lugar de origen, juega con el equipo local SV Titisee.

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