Aparte de esto, no hay nada especialmente sorprendente ya que últimamente la liga premier de Rusia resulta cada vez más atractiva para los futbolistas profesionales argentinos.
A diferencia de los brasileños, que “brillaron” en los clubes rusos ya en los años 90 del pasado siglo, los magos del balón argentinos llegaron al país de la nieve y el frío tan sólo en el siglo XXI. El pionero fue, en 2002, Gustavo Lillo, marcador lateral derecho del Krilia Soviétov de Samara.
En el año 2003 fue el Saturn, club de las afueras de Moscú ya desaparecido por quiebra, el que acudió al mercado de futbolistas argentinos. En dos años se presentaron seis jugadores, desde el goleador de Newells Old Boys, Nicolás Pavlovich, hasta el doble campeón de la Copa de Libertadores, Antonio Barijho, pasando por el ex Huracán, River e Independiente Daniel “Rolfi” Montenegro y el volante Lucas Pusineri.
En el mercado estival del 2004, el Spartak compró al delantero de River Plate Fernando Cavenaghi por 8,6 millones de euros, una suma increíble por aquel entonces. El joven goleador de 21 años de edad cobraba 1,5 millones de dólares anuales, siendo así el jugador mejor pagado de la premier league rusa y superando 1,5 veces el record anterior. Sin embargo, ya desde el principio no le fue bien en el Spartak. Una lesión y una prolongada rehabilitación aumentaron las expectativas del equipo, pero el delantero frustró las esperanzas. Tampoco le ayudaron el dejarse barba y raparse la cabeza: no le trajo goles. Ya siendo jugador del FC Bordeaux, Fernando se quejaba de que en el Spartak le habían criticado y tratado mal. Lo cual resulta lógico, si en tres temporadas el delantero convirtió tan sólo 17 goles.
Moscú no gustó a Cavenaghi y a su esposa, Soledad.
- Me dan pena los moscovitas, - comentó Cavenaghi recordando su aventura rusa. – El aire está muy contaminado. El tiempo es asqueroso. Vivíamos cerca del metro Novoslobódskaia en un piso grande de dos dormitorios, recién remodelado, en el centro de la ciudad. En el club me dijeron que tenía suerte, que era un barrio muy bueno. Pero yo no le vi ninguna ventaja en especial.
Terminada la temporada de 2006, el frustrado goleador argentino se fue de Rusia. De alguna manera, el FC Spartak consiguió venderlo al FC Bordeaux por una suma no inferior a la que habían pagado por él.
Otro argentino, el marcador de punta Clemente Rodríguez, campeón olímpico y de la Copa Libertadores, también integró el Spartak en 2008 y 2009 pero, pese a la buena oferta del club moscovita, prefirió regresar al fútbol argentino, donde brillo primero en Estudiantes y ahora en Boca Juniors.
El compañero de Cavenaghi en River Alejandro Domínguez hizo, por el contrario, una brillante carrera en Rusia llegando a ser campeón nacional con dos clubes, el Rubín de Kazán y el Zenit de San Petersburgo y logrando en 2009 el reconocimiento como mejor jugador del fútbol ruso. Como curiosidad, el “Chori” se casó justo después de firmar el contrato con el primero. Tras ganar la liga con el club de la capital tártara, Domínguez se deprimió y decidió irse a probar sus fuerzas en el FC Valencia. Pero no le fue muy bien en España y se dice que podría volver a Rusia este verano.
Junto con Domínguez, contribuyó mucho a la fama del FC Rubín otro argentino, Cristian Ansaldi. Una idea del nivel de este jugador, también convocado a la selección, la da el permanente interés que por él muestran el FC Barcelona y el FC Milán.
Un hito importante en las relaciones argentino-rusas fue el club Moskvá, que dejó de existir a principios de 2010. En sus tiempos, el antiguo “Torpedo” soviético fue un verdadero peligro para muchos clubs prestigiosos, con serias aspiraciones a títulos europeos, lo cual se debió en gran parte a su colonia argentina. Su primera incorporación fue la de Héctor Bracamonte, el centrodelantero que se destacara en Boca. Apodado por los hinchas moscovitas “Pushkin” por su larga cabellera y su similitud con el famoso poeta ruso del siglo XIX, Bracamonte fue el principal artillero del Moskvá entre 2003 y 2009, hasta que inesperadamente pasó al Terek de Grozni. En la capital chechena, “Braca”, a sus 31 años, se desempeña también como entrenador.
El argentino recuerda que “la palabra ‘Grozny’ me resultaba inquitante, pero enseguida pensé que, comparando con Argentina, tampoco era para tanto”. En la actualidad, este argentino casi ruso está muy satisfecho con su nuevo destino, según comentan en el club.
El alegre Héctor llegó a ser el alma de la comunidad argentina en Moscú y hasta le enseñó a Cavenaghi a tocar la guitarra de la que nunca se separaba. “Soñamos con hacer un álbum con Cavi y chicos. Ya tenemos canciones, que están esperando su hora”, decía el atacante cordobés.
Bracamonte dice que en Moscú sólo se asustó una vez. Fue el primer día de su estancia en Rusia, cuando no pudo hacer funcionar el interfono del portal. “Aún no tenía teléfono, no sabía ni una palabra de ruso y nadie entendía el inglés. Tuve que caminar dos kilómetros hasta dar con un hotel y llamar desde allí a Antonio (Barijho). Pasé dos horas en la calle esperando la ayuda…”.
Otro argentino que se desempeñaba junto con Bracamonte en el Moskvá, el mediocampista Gustavo Pinto, recibió el apodo de “Tolstoi” y ambos fueron los preferidos de la sufrida hinchada del club moscovita.
Una de las compras más importantes del Moskvá fue la de Maxi López en 2007: no es frecuente que acudan a Rusia futbolistas del FC Barcelona. Resulta curioso que, según el delantero, entre los que le dieron recomendaciones para que viajara a Moscú se encontraba, entre otros, Cavenaghi.
Sin embargo, López resultó no estar preparado para la realidad de Rusia. Poco después de su llegada le trajeron un carísimo McLaren Mercedes, de una serie limitada de 150 unidades. Pero el despeje de 3 cm. hizo imposible su uso en Rusia.
Los jugadores del Spartak y actuales integrantes de la selección argentina Nico Pareja y Marcos Rojo apenas comienzan su andadura profesional en Rusia. Pareja, procedente del Español, perdió la mayor parte de la última temporada por una lesión, pero aún así es uno de los líderes del equipo. Por su parte, el ex Estudiantes, llegó este año al tradicional club moscovita luego de ser disputado por varios importantes clubes europeos. Luego de un primer período de adaptación, ya en abril marcó su primer gol. Ser convocados a la selección de la lejana Rusia seguramente les ayude mucho y sirva como ejemplo a los demás.
Iliá Sóbolev es editor del sección del deportes de Rossíyskaya gazeta
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