Mariasun Landa
Aunque el libro está catalogado como un cuento infantil o juvenil, puede ser también una lectura adulta que requiere de una profunda interpretación para comprender realmente su mensaje, tal y como reconoce Marina Kadétova, jefa de edición de la editorial rusa Kompas-Guid. J. J, el protagonista de esta historia, vive una experiencia casi irreal, pero no fantástica en el sentido convencional: la propia vida es un trampolín para la imaginación, y de las situaciones más banales puede surgir una gran historia. J.J. es un chico joven que llega a la gran ciudad proveniente de un pueblo, vive solo y tiene dificultades para relacionarse, trabaja en una oficina bastante gris como el personaje de la Metamorfosis de Kafka. Un día encuentra debajo de su cama a un cocodrilo que se alimenta de zapatos y relojes de pulsera, aunque es un animal invisible para todos los demás. El protagonista acude al médico y resulta que tiene una enfermedad llamada “cocodrilitis” que se puede curar con un remedio llamado “cocodrifil”. Hay aquí una parodia de los antidepresivos. El protagonista descubre que la lectura del prospecto le emociona y se ve identificado. Entonces piensa: “esto es lo que me pasa a mí, sentimiento de soledad, ansiedad, angustia, aburrimiento existencial”. Pero el medicamento, como provocan muchas veces los antidepresivos, solo agudiza sus efectos.
“Este cuento comenzó como un libro absurdo, de humor, de parodia – y llegué a un tema tan importante como es el de la soledad y la angustia, - cuenta Mariasun Landa. - Y a la reflexión de que en el fondo, todos tenemos a un cocodrilo que simboliza nuestros temores, frustraciones y angustias, y que hay que saber negociar y convivir con él. En ese proceso la literatura, como una forma nombrar lo que sentimos, de identificar nuestros sentimientos y de comunicarnos con los otros, es muy relevante. Yo creo que la soledad, la angustia, y la ansiedad son el mal del siglo. Vivimos todos juntos, pero estamos muy solos, nos relacionamos mucho por el facebook, pero cada uno está solo en su cama, sobre todo en las grandes ciudades”.
La historia del cocodrilo relacionada con un problema tan grave como es la soledad recuerda bastante a la película de Almodóvar “La mala educación”, donde el joven director busca al protagonista de su nueva producción entre las páginas de sucesos de los periódicos. Uno de ellos le llama poderosamente la atención: “En un zoológico de Taiwan, a la hora de máxima afluencia, una mujer se lanza a un estanque lleno de cocodrilos. Mientras los cocodrilos la devoran, la mujer se abraza a uno de ellos sin emitir un solo gemido.” Es como si Mariasun nos advirtiera de que no nos conviene estar solos, ya que todos nuestros temores nos atacarán al mismo tiempo, por lo que conviene tener a alguien con quien compartirlos y que nos ayude a sobresalir de lo que sea, para que no nos pase lo que le sucedió a la heroína del periódico.
Evidentemente “Un cocodrilo bajo la cama” es un libro que tiene varias lecturas. Los chicos y chicas a partir de doce años lo pueden leer como una historia sencilla y divertirse. Quizás, también puedan comprender mejor el problema de la soledad. “Creo que los adolescentes o los jóvenes que leen este libro todavía no pueden expresar sus sentimientos y utilizar la terminología que hay aquí, - señala Mariasun. - Pero quizá se identifiquen con el protagonista en algunas cosas. En todo caso, este libro está escrito “desde la luz”, con esperanza y con amor.” El libro de Mariasun Landa demuestra que la literatura infantil y juvenil permite hablar de temas importantes con los mínimos recursos estilísticos o lingüísticos. Es capaz de contar historias apasionantes de la forma más sencilla, pero no simplista.
Mariasun Landa ha conversado con los estudiantes de la Universidad Estatal de Moscú sobre el problema de la falta de interés por la lectura entre los adolescentes. Los periodistas jóvenes reconocieron que el problema radica en los métodos de enseñanza de literatura en las escuelas, y lamentaron que la literatura contemporánea no se incluya en programa de literatura en los colegios rusos.
“En el País Vasco la inclusión de la literatura infantil y juvenil en la escuela fue un triunfo de los lectores y los maestros progresistas, - indica la escritora. - Se tuvo que luchar para conseguirlo y además hubo que repetir mil veces que la lectura tiene que ser placentera. No debía ser únicamente obligatoria. Efectivamente creo que se ha conseguido que todos los niños lean algo en su escolarización. Durante estos años, en los que la lengua vasca se ha librado de la opresión, la literatura infantil y juvenil en euskera ha consiguido entrar en las escuelas. Hoy en día los niños pueden descubrir lo interesante que es la literatura infantil moderna, muy crítica con la realidad, que juega mucho con lo absurdo y que replantea desafíos literarios”. “Cuando escribo trato de olvidarme de que soy profesora, - añade Mariasun, - porque veo que muchos libros de la literatura infantil y juvenil son demasiado aburridos. Insisten mucho en la función educativa; y el buen libro es pedagógico porque es buen libro. No quiero considerar que los niños son tontos y darles papilla solamente”.
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