Naturaleza vs. civilización

Las hinchadas y ásperas manos de Lena Sarteto no descansan. Foto de Anna Nemtsova

Las hinchadas y ásperas manos de Lena Sarteto no descansan. Foto de Anna Nemtsova

Las hinchadas y ásperas manos de Lena Sarteto no descansan. Mientras el agua hierve sobre el fuego situado en el centro de su tipi prepara un banquete para agasajar a sus invitados y a su familia, compuesta por cinco miembros. Pica pedazos de carne de venado de un color rojo oscuro, pela un pescado de gran tamaño y coloca trozos de pan seco y galletas sobre los platos que almacena en un trineo de madera. Sarteto pertenece a la comunidad nenet de Siberia occidental. El pasto hace las veces de suelo, y los huesos y escamas de los pescados abundan en el espacio alrededor de la fogata. Estos huesos permanecerán en sus lugares cuando los nenets se marchen.

Sarteto debe darse prisa. En pocas horas su pequeño grupo nómada de casi diez familias (aún denominado Brigada N.º 5, nombre oficial de los tiempos de la Unión Soviética) se desplazará hacia el norte. Son épocas de verano polar, por lo que los nenets aprovechan la casi continua luz diurna para arrear sus 3.000 renos hacia las costas del mar de Kara con el objetivo de llegar en agosto al Círculo Polar Ártico. Luego emprenderán la vuelta para escaparse de la helada penetrante y llevarán sus renos al pasto y musgo de la cálida tundra.

Es un ciclo ancestral aunque actualmente se encuentra en peligro. Estas familias lo saben.

En la península de Yamal también se encuentra el gigante energético Gazprom, uno de los principales suministradores de gas natural de Europa Occidental. A medida que Gazprom avanzó sobre la península, llegó un tipo de desarrollo en forma de carreteras, vías férreas y tuberías que ha causado la transformación de la tundra. Hoy en día los nenets conocen las autopistas de asfalto, el metal oxidado y las torres de perforación. La riqueza natural de Rusia parece haberse esfumado de la tundra.

“El pescado sabe muy mal, caemos enfermos al beber agua de los lagos, nuestros renos se atascan en los cables o tropiezan con las tuberías, se golpean y mueren", comenta Sarteto. Ella lo repite como un mantra: “Somos la última generación con una forma de vida nómada. Nuestros hijos vivirán en la ciudad, no en la tundra".

En la península de Yamal se ubica el yacimiento de gas Bavanenkovo, con cerca de 4,9 billones de metros cúbicos de gas natural que Gazprom planea comenzar a extraer el próximo año. Las torres de perforación ya han comenzado a transformar el horizonte. Asimismo, el año pasado se habilitó una línea de ferrocarril de casi 525 kilómetros de extensión para facilitar la explotación de gas.

La mayoría de los 13.000 nómadas que aún habitan la península teme una reubicación forzosa en asentamientos permanentes. El Gobierno incentiva este cambio en el estilo de vida. Sin embargo, las comunidades que han forjado su identidad como trashumantes de la tundra rechazan estas transformaciones. Se desconoce la antigüedad del ritual nenet que previene que sus renos sufran la penetrante helada.

“Nuestra investigación demuestra que el mayor miedo de los nómadas no es el cambio climático global, sino ser forzados a abandonar la tundra”, expresa Vladímir Chuprov, portavoz de Greenpeace Rusia.

Durante una pausa los hombres hacían ejercicio físico mientras ataban los ciervos y las mujeres levantaban los tipis (o mya, como denominan a sus tiendas). Los renos proveen el cuero necesario para abrigar los tipis y fabricar vestimenta, así como la carne necesaria para alimentarse.

Esta no es la primera agresión a su modo de vida. La Unión Soviética intentó obligar a los nenets a desarrollar una especie de agricultura cooperativa. Dividieron a varias tribus en brigadas y los obligaron a pagar impuestos con carne de reno. Miles de personas decidieron mudarse a las ciudades de Siberia y los nenets lucharon por conservar sus tradiciones. Los activistas nenet consideran que los esfuerzos del Gobierno constituyen una nueva agresión.

“Somos una comunidad pequeña”, comenta Yezingi Hatyako, un anciano de sesenta y un años. “No tenemos delegados que nos representen en el parlamento, ni oligarcas que nos brinden dinero para la defensa de nuestros intereses”.

A lo largo del trayecto hacia el norte de la Brigada N.º 5, en la que se encuentra Lena Sarteto, los nenets tuvieron que atravesar dos carreteras pavimentadas, lo cual supuso un gran obstáculo para los renos (300 por familia) y para las familias jóvenes que llevaban cincuenta trineos de madera. Un equipo de trabajadores de Gazprom había cubierto el asfalto con un material aislante deslizante, un gesto de buena voluntad para facilitar la ruta migratoria de los nenets. Tradicionalmente,se desplazaban varios grupos a lo largo de la península de Yamal por caminos definidos. La ruta seguida por Sarteto conduce al corazón del yacimiento de gas.

Un frustrado portavoz de Gazprom explicó que la empresa está intentando compartir la tierra con las tribus y actuar como un vecino benévolo, pero que no recibe agradecimiento alguno.

“A pesar de nuestros esfuerzos por proporcionarles ayuda; como brindar servicios de transporte, pagar salarios por actividades que antes realizaban gratuitamente, construir puentes sobre las cañerías o construir escuelas y jardines para sus hijos, los nenets aún se quejan”, afirma Andréi Tepliakov, portavoz de las actividades de Gazprom en Yamal.

De hecho, existe una larga lista de acciones de Gazprom que podrían interpretarse como mejoras para los nómadas del distrito autónomo de Yamalia-Nenetsia. La empresa paga salarios a los hombres nenet por las actividades de arreo o a las mujeres por las tareas de cuidado. Lena y su esposo, por ejemplo, reciben 2.500 dólares al mes, un buen salario en esta parte de Rusia. Cada verano varios helicópteros de Gazprom viajan hacia los campamentos nómadas para recoger a más de 2.000 niños nenet y trasladarlos a los internados en Yar-sale, la capital de la comunidad de la tundra.

Sin embargo, mientras se acerca a la deidad de madera de la familia, Lena Sarteto afirma que viviría sin el dinero a cambio de una tundra inmaculada y de una vida con los suyos.

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