Da la espalda y no mires atrás

La fundación Regala Vida dirigida por Chulpán Jamátova recaudó tres millones de euros en donaciones, más que cualquier otra fundación de beneficiencia de Rusia. Foto de Itar-Tass

La fundación Regala Vida dirigida por Chulpán Jamátova recaudó tres millones de euros en donaciones, más que cualquier otra fundación de beneficiencia de Rusia. Foto de Itar-Tass

El número y el prestigio de las organizaciones no gubernamentales sigue creciendo en Rusia, aunque todavía hay una parte importante de la población que desconfía.

Vladímir Putin sonrió a Sharon Stone al subir al escenario y coger tímidamente el micrófono. Ella estaba sentada delante de él y entonces el primer ministro cantó la famosa canción Blueberry hill. Se notaba que le costaba entonar, pero Putin había aceptado la propuesta para ayudar a los niños enfermos de cáncer.

A finales de 2010, el primer ministro participó junto con varias estrellas de Holywood en un concierto benéfico organizado por la fundación “La Federación”.

Aunque todo habría estado mucho mejor si alguien hubiera conocido esta fundación antes del propio concierto. Dos semanas después se supo que la organización había sido fundada quince días antes del evento. El escándalo saltó cuando la madre de una niña gravemente enferma declaró en una carta abierta que en la cuenta del hospital donde estaba ingresada su hija no se había ingresado nada.

Este tipo de hechos hunden el prestigio de las organizaciones no gubernamentales rusas. Lev Ambinder, de la Fundación Rusa de Ayuda, cuenta que después de aquel escándalo recibió un montón de cartas en las que se acusaba a su fundación de “ser exactamente el mismo tipo de blasfemia que La Federación”.

Otro motivo para la desconfianza está relacionado con los años noventa o “los años sin ley”. En aquel entonces se crearon muchas fundaciones benéficas con el único objetivo de blanquear dinero. Para evitar los aranceles se declaraban como donaciones los artículos de importación, esto era una práctica habitual de empresarios poco escrupulosos, que les permitía ahorrar dinero y no pagar impuestos. Una vez cumplidos los trámites aduaneros, los destinatarios de las “donaciones” se precipitaban a venderlas obteniendo grandes beneficios.

El actor ruso Artur Smolianínov cabecea decepcionado cuando recuerda una escena que presenció recientemente en un supermercado. En el momento de pasar junto a una caja que recogía donaciones para la fundación Podarí Zhizn (Regala Vida) una señora dijo: “Regala la vida… quita la vida… qué tonterías”, y pasó de largo. “Ni siquiera se preocupó en saber para lo que sería destinado ese dinero”, comenta afligido el actor que desde 2006 es voluntario y miembro honorífico de la fundación “Regala Vida”.

La reacción de aquella señora es un claro reflejo de la actitud de la población ante la beneficencia. “Normalmente la gente está bastante bien informada respecto a la actividad de las fundaciones, pero no quiere saber nada de los problemas ajenos”, explica Smolianínov. Desde hace tiempo impera el siguiente lema “da la espalda y no mires atrás”. “Antes, cuando un discapacitado entraba en el metro las madres tapaban los ojos a los niños”, recuerda el actor.

De modo que no sorprende que con esta actitud haya poca gente dispuesta a donar dinero. También es cierto que muchas veces los sueldos no son suficientes como para mantenerse uno mismo y la familia. “La gente se dedica a la beneficencia cuando se ha alcanzado un nivel de prosperidad importante”, señala el actor.

A pesar de su discutible reputación, la cantidad de ONGs en el país crece constantemente. “Los rusos empiezan a hacer caso al tema”, considera la economista Irina Yásina, miembro del Consejo Presidencial de Derechos Humanos. “A principios de los años 2000, en el país tan sólo funcionaba una ONG llamada Rusia Abierta, que era el único instituto social de apoyo a los discapacitados y estaba dedicado a proyectos especiales de educación”, cuenta Irina. Actualmente existen varias organizaciones que distribuyen sillas de ruedas y preparan a los niños con discapacidades para que puedan desarrollar una vida plena dentro de la sociedad. “En los últimos años están teniendo lugar modificaciones fundamentales, poco a poco vamos alcanzando a Europa”.

Las organizaciones con mucho prestigio, tales como Regala Vida, intentan restablecer la confianza de la población con sus actividades. Tienen una estructura transparente y son capaces de presentar pruebas de que las donaciones realmente llegan a los más necesitados. Los famosos presentes en la administración de las ONG ayudan a atraer la atención hacia su actividad. Por ejemplo, una de las cofundadoras de la fundación Regala Vida es la actriz Chulpán Jamátova. El año pasado, la fundación de Jamátova recogió tres millones de euros en donaciones, mucho más que otras ONG rusas.

“En Estados Unidos, el noventa por ciento de la población dona dinero a los necesitados de una manera regular”, señala Jamátova. “Para un norteamericano, destinar una parte del dinero que gana a la beneficencia es algo tan natural como lavarse los dientes. Nosotros sólo podemos soñar con que aquí surja una actitud similar”.

Jamátova expresa un optimismo cauteloso; en Rusia se está formando una nueva clase media, y cada vez más personas están dispuestas a hacer algo por los demás. La actriz tiene la esperanza de que muchos se sientan motivados por la sensación de satisfacción interna que experimenta el donante.

La actriz considera la publicidad como uno de los aspectos más importantes de su trabajo, porque “hoy en día el estado prácticamente no presta atención a este ámbito”. “El gobierno habla constantemente del perjuicio que ocasiona el consumo de alcohol y tabaco, pero a nivel estatal no se dice ni una palabra respecto a las personas mayores dependientes que van en sillas de ruedas”. “Somos una especie de paja en el ojo de los funcionarios del Ministerio de Sanidad y Desarrollo Social”, confiesa Jamátova. “Les enviamos cartas regularmente en las que criticamos lo absurdo de algunas leyes. Por ejemplo, las limitaciones para traer fármacos del extranjero. Esperamos sinceramente que podamos aportar algo a la revisión de la política estatal en el ámbito de la sanidad y de los servicios sociales”.

“Los rusos tienen que resolver sus problemas con sus propias fuerzas”


Desde 2002 la Unión Europea ha prestado apoyo a más de setenta proyectos rusos para la defensa de los derechos de los niños y los discapacitados. Sin embargo, la financiación se va reduciendo año tras año: si en 2002 para fueron destinados nueve millones de euros, en 2011 esta cifra se redujo hasta los dos millones.

En parte esta situación es debida a los acontecimientos que han tenido lugar en el Norte de África, la región que más atención exige actualmente. Por otra parte, tal y como señaló en la rueda de prensa el jefe del Departamento de Prensa e Información de la Embajada de la Unión Europea en Rusia, Denis Daniliidis, Bruselas ya no considera a Rusia como un país en vías de desarrollo: “Los rusos tienen que resolver sus problemas con sus propias fuerzas”.

Al mismo tiempo, el portavoz de la misión de la UE espera que algunos proyectos iniciados por la Unión Europea puedan ser en un futuro llevados a cabo por ONGs rusas. La UE, por su parte, ayudaría a las organizaciones rusas a buscar socios en Europa.

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