Foto de Anna Bondarenko
Desde hace seis años, los aficionados al tango disponen aquí de su propio club, el Tango Perekrióstok, dirigido por Serguéi Belokopýtov y Zhanna Savenko. Pero todo empezó mucho antes, a finales de los años 90, cuando Zhanna conoció en un viaje a Londres al Zotto, un personaje emblemático en el mundo del tango argentino que daba un espectáculo. Más adelante ella tuvo la suerte de recibir unas clases particulares del famoso tanguero…
Ahora en la escuela del club hay unos 150 alumnos. “Son gente muy diversa”, les describen Serguéi y Zhanna. “Estudiantes y empresarios, obreros y políticos, personas públicas y anónimas. Pero aquí, en las clases y en las milongas, entre ellos no hay diferencia alguna. Vienen a bailar, a disfrutar y a estar en contacto”.
Por muy raro que parezca, Serguéi y Zhanna no conocen la difundida opinión que dice que los rusos, a diferencia de los expresivos argentinos, con un carácter nacional supuestamente “congelado” por los crudos inviernos, no son capaces de interpretar los bailes latinoamericanos porque están llenos de emoción.
- Es la primera vez que lo oigo, cabecea Zhanna. “Cuando baila gente morena y vestida de colores vivos da mayor sensación de pasión y es justo lo que se necesita en el tango. Puede que nuestra interpretación tenga un aspecto diferente, más reservado. Será que nosotros aprendemos a bailar el tango y ellos ya nacen sabiéndolo bailar. Pero en realidad el tango desde hace mucho es algo más que un baile, es un lenguaje internacional que ha conquistado el mundo entero. Cada país introduce algo suyo. Los japoneses bailan de una forma diferente a la nuestra y nosotros no lo hacemos como los alemanes.
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Incluso los pasos básicos, las сaminadas, pueden variar de una escuela a otra. Sin embargo, cualquier persona, o casi cualquiera, es capaz de aprender estos pasos. Igual que las figuras del tango: el gancho, el giro, el ocho... Evidentemente la técnica es importante, pero en realidad el baile viene del corazón y lo más importante es que nos entendamos al bailarlo”, asegura Zhanna.
Los directores de Tango Perekrióstok creen que en parte esta accesibilidad del tango ayudó a que se extendiera por el mundo entero convirtiéndose en algo verdaderamente social que se puede bailar tanto en las fiestas corporativas como en las galas más elegantes.
Para bailar el tango no hace falta un escenario, unos focos de luz potentes y una orquesta. Todo esto es perfectamente sustituible con un par de discos de música, un CD y cualquier tipo de pista de baile.
- Para bailar el tango, no es necesario haber pasado años enteros entrenándose ante una barra de ballet. Pasadas tan sólo dos o tres semanas, la mayoría de la gente aprende a moverse de tal forma que uno puede mirarla sin sentirse incómodo, dice Serguéi. “Además, el tango no está hecho de figuras inmutables, es una improvisación constante. La gente se inventa su propio baile directamente en la pista. Ahí radica el secreto del éxito del tango en el mundo”, considera el profesor.
Año tras año, en Vladivostok hay cada vez más aficionados al tango, entre otras cosas, gracias a los festivales internacionales de tango que el club organiza cada primavera. Estos festivales ya se han convertido en todo un acontecimiento que la gente espera con impaciencia.
Este año se celebra ya la quinta edición del festival. En él participa una pareja mundialmente conocida de Buenos Aires: Alejandra Armenti y Daniel Juárez, que llevan más de veinte años haciendo giras por los países de América Latina, Estados Unidos, Italia, Alemania, Japón y dando clases de tango argentino en Europa, Asia y América.
Justo después del espectáculo final del festival, los tangueros se marchan de vuelta a sus ciudades y países de origen y la escuela de tango empieza a preparar la siguiente edición. Según los directores de Tango Perekrióstok, dentro de un año los aficionados al baile de la pasión tendrán aún más sorpresas agradables.
Anna Bondarenko es corresponsal de Rossíyskaya gazeta en Vladivostok
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
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