Acercamiento al “más allá” del cine español

Iberia. Foto de kinopoisk.ru

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Moscú ha dispensado una calurosa acogida al cine español. Entre las numerosas actividades del Festival Abierto de las Artes “El bosque de cerezos” se ha presentado el programa “Cinefiesta”, que ha contado con películas españolas, y ha sido organizado dentro del marco del Año Dual. El nombre del festival contiene varias referencias culturales, la más evidente es la referida al famoso drama de Antón Chéjov “El jardín de los cerezos”. Tal y como ocurre en la obra, el festival trata temas universales y lucha “amablemente” contra la vulgarización de la cultura de masas alfabetizando al público en un arte auténtico.

El festival, que celebra su décima edición, despliega sus montajes de teatro, exposiciones y proyecciones de películas en numerosas ciudades y regiones de Rusia. En esta ocasión, “El bosque de cerezos” se centró en el cine español ya que todavía es una “terra incognita” para la mayor parte del público ruso. «Cinefiesta» se inauguró en la sala del cine Judózhestvenni de Moscú el pasado 11 de mayo con una exposición de fotos titulada “El cine español en fotografías y pancartas”, la proyección de la película «Carmen», dirigida por Carlos Saura y premio especial del jurado en el festival de cine Cannes de 1984, y un espectáculo de flamenco de la escuela de Ricardo Castro. Además, se proyectaron otras cintas del director aragonés como “Cría Cuervos”, “Elisa, vida mía”, “Taxi”, “Ay, Carmela”, “Tango”, “Salomé” e “Iberia”, que fue la película de clausura del festival. Se mostraron también películas de otros directores españoles, tanto jóvenes como consagrados. Entre ellas “Soldados de Salamina” de David Trueba, “Yo soy la Juani” de Bigas Luna, “El Juego del ahorcado” de Manuel Gómez Pereira o “Paisito” de Ana Díez. La mayor parte de ellas no habían sido estrenadas en Rusia. Una de las pocas excepciones ha sido “Carmen”, que había tenido un gran éxito entre los espectadores rusos. Cabe señalar que todas las proyecciones han sido gratuitas.

“En Rusia hay un gran interés por el cine español”, destaca Yelena Soloviova, organizadora del festival, que mencionó a Luis Buñuel, Pedro Almodóvar, Bigas Luna o Julio Medem entre los cineastas más conocidos en Rusia. A pesar de que Almodóvar sea indudablemente uno de los pilares del cine moderno para muchos de los amantes de este arte, el director manchego no refleja por sí mismo la totalidad de la cultura e industria cinematográfica españolas. Al mismo tiempo, el público joven es seducido habitualmente por las producciones comerciales de Hollywood por lo cual pierde rápidamente la sensación de identidad cultural.

El festival Cinefiesta “une el cine con la cultura tradicional”, señala Naúm Kleiman, director del Museo del Cine y uno de los principales difusores del cine de autor en Rusia. “Presentamos ocho obras maestras de Carlos Saura que dan una visión panorámica no sólo de su obra desde los comienzos hasta el día de hoy pero también de tres épocas del país - la dictadura franquista y la oposición del director al régimen, la transición a la democracia y la España moderna”, - cuenta Naúm Kleiman.

Cuando Carlos Saura describía el trabajo de otro maestro del cine español Juan Antonio Bardem, decía que “durante la autarquía y en la época de la censura pudo comprobar la existencia del cine nacional. Llegó a ser la justificación de toda aquella generación.” Estas palabras pueden referirse tanto a la labor de Saura como a la de los cineastas rusos independientes que trabajaban en semejantes circunstancias sociopolíticas, como Serguéi Eisenstein en los años de dictadura estalinista o Andréi Tarkovski en el período del estancamiento brezhneviano de los años 60-70. “No se trata sólo de conocer un determinado país. - Opina Naúm Kleiman. - Pienso que para nosotros es de suma importancia sentirnos por fin parte de la cultura mundial, de la comunidad mundial. Cada año ponemos de relieve la cultura de uno u otro país. Entonces, las nociones de “nosotros” y “ellos” llegan a fusionarse. Y de esta manera se abre la posibilidad de contacto entre culturas muy distintas, de diferentes países. Lo cierto es que tenemos mucho en común”.

Las circunstancias hacían que los grandes directores de ambos países se expresaran en un lenguaje alegórico y metafórico. En un principio se trataba de eludir la posible represión y se recurría a la estética del “doble fondo”, que acabó convirtiéndose en un estilo característico de muchos cineastas. Posiblemente la mayor parte del significado de los dramas de Saura, como “Cría cuervos” y “Elisa, vida mía” y de sus inclasificables y simbólicos “musicales” se encuentra en su “corriente submarina”. Por cierto, este término fue utilizado por primera vez en la ciencia de la literatura en referencia al estilo de Chejóv. Con “corriente submarina” me refiero a que lo no se cuenta llega a ser aún más relevante que lo que se cuenta. De aquí viene quizá cierta sensación de vacío cuando nos sumergimos en el espacio de las películas de Saura, de sus estudios minimalistas o paisajes desolados. Al final, esta sensación se sustituye por otra: una iniciación a la autenticidad emocional de los personajes nos produce una catarsis. En ese nivel de sentido no literal el público ruso tuvo la oportunidad de compararlo con Tarkovski y encontrar numerosos puntos en común entre las películas “Elisa vida mía” y “El espejo”. En este sentido, recuerdo que José Ortega y Gasset consideraba la metáfora la clave para entender la realidad. Las obras de Carlos Saura proyectadas en el festival Cinefiesta demostraron esta verdad una vez más.

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