Entrevista con Vladímir Putin

Foto de Itar-Tass

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Varias veces he descrito sus viajes en mi página web y creo que sus acciones en el ámbito de la conservación de las especies en peligro de extinción y su activo modo de vida lo convierten en, quizá, la persona más carismática del panorama político actual. ¿Cree que tengo razón? ¿Se considera una persona extraordinaria por naturaleza?


No me siento preparado para declararme “la persona más carismática del panorama político actual”. A decir verdad, no veo nada especialmente extraordinario en mi actividad relacionada con la protección de la naturaleza o con la intención de llevar un modo de vida activo. Desde mi punto de vista, ambas cosas son absolutamente normales para cualquier persona. Claro que agradezco que me tenga en tan alta estima, pero puedo decir que conozco de cerca a muchos de mis homólogos y a jefes de estado, en algunos casos mantengo incluso una relación de amistad, y le aseguro que casi todos ellos son personas extraordinarias. Son muy interesantes, y en muchos aspectos, sin duda alguna, mejores que yo. Aunque cada uno de nosotros, igual que cualquier persona, tenemos nuestras virtudes y nuestros defectos.


Durante 1909-10, el presidente americano Theodore Roosevelt participó en un safari africano y fueron publicados varios artículos en los periódicos y revistas de todo el mundo. Entonces, millones de personas cambiaron su opinión sobre el continente africano, la caza y las cuestiones relativas a la conservación de los animales. Si yo tuviera la oportunidad de unirme a usted en uno de sus próximos viajes, los artículos que publicaría en la revista «OutdoorLife» podrían influir positivamente en la promoción del turismo deportivo en Rusia y contar pormenores interesantes sobre usted, en tanto que persona con un estilo de vida activo. Me gustaría proponerle participar en la caza de osos en la península de Kamchatka y estaría encantado si considerara llevarme con usted.

Para hablar de la conservación de la naturaleza, aduciría otros ejemplos de la vida de Theodore Roosevelt, porque no era sólo un cazador apasionado, sino también un defensor de la naturaleza salvaje. Su padre fue uno de los fundadores del Museo Americano de Ciencias Naturales en Nueva York, su tío Robert Roosevelt, un pionero de la ictiología y el primer activista contra la pesca furtiva. El propio Roosevelt trató desde pequeño con naturalistas, de los que aprendió a amar y a respetar la naturaleza. Al final, en los ocho años que duró su presidencia declaró reserva natural un territorio de alrededor de cien millones de hectáreas en el que se incluyen el Gran Cañón y la Isla de los Pelícanos, en Florida. La creación del Sistema Nacional de Refugios para aves y mamíferos salvajes no ha sido otra cosa que su propio mérito personal. Asimismo, fue también quien planteó ante el Servicio Forestal y de Inspección Biológica la tarea de proteger y conservar las tierras de las reservas.

Todo ello constituye la enorme e inestimable aportación de Theodore Roosevelt a la protección de la naturaleza y uno de sus méritos más destacados. Volviendo a su famoso safari, quiero decir que en aquella época había muchas menos personas en África y en el planeta en general, mientras que los animales eran mucho más numerosos. Además, es imposible comparar la envergadura de la actividad económica del hombre actualmente y hace cien años. Las prioridades han cambiado completamente, y hoy en día la conservación de los animales es más importante que la caza. No soy hipócrita y creo que la caza tiene derecho a existir como forma de ocio, pero sólo en casos muy concretos y a condición de que la reproducción de los animales esté bien regulada y garantizada. Claro que podríamos hacer un viaje y cazar juntos, pero sólo en caso de que sea una necesidad extrema, relacionada, por ejemplo, con el aumento de la población del lobo en alguna de las regiones de Rusia.

En lo que se refiere al oso pardo, que constituye uno de los tipos de caza más popular en Kamchatka, es poco probable que vaya algún día a cazarlo. En general, tanto él como otros mamíferos pueden “dormir tranquilos”, por lo que a mí se refiere. Prefiero observar a los animales en su medio natural y participar en investigaciones científicas. Le aseguro que no es menos interesante que la caza y le propongo que se convenza de ello personalmente. Le invito a que se una a uno de los programas de la Sociedad Geográfica de Rusia para el estudio de animales en peligro de extinción. Por ejemplo, al proyecto dedicado a la pantera de las nieves. Eso sí, podríamos pescar juntos en algún sitio. Le vuelvo a repetir que este tipo de aficiones me gustan especialmente.

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