Droga en las escuelas

Foto de PhotoXpress

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Los tests de consumo de drogas podrían convertirse en obligatorios para los alumnos de colegios e institutos de Rusia. Dmitri Medvédev ha propuesto una ley específica para ello, y los ministerios de Educación y Sanidad han preparado un proyecto que reglamentaría detalladamente el procedimiento de las pruebas. Russki Reporter se ha desplazado a la región que lleva varios años realizando un estudio sobre la aplicación de tests de consumo de drogas a escolares para comprobar hasta qué punto este tipo de medidas resultan eficaces.

En los colegios de Ufá, capital de Bashkortostán, los tests antidroga se llevan a cabo desde 2008, aunque todavía esta práctica no se ha extendido por otras regiones del país. Por su parte, el presidente Medvédev ha expresado la intención de difundirla.

— Estos tests son un factor psicológico importante a la hora de detener la propagación de la droga entre los escolares, — explica la pedagoga del Departamento de Educación del distrito de Kalíninski en Ufá, Rezedá Gallámova. — En primer lugar, los adolescentes tienen miedo a que sus padres se enteren de que consumen. En segundo lugar, los que no quieran consumir tienen un motivo para negarse tajantemente, porque siempre podrán decir que mañana habrá un test en el instituto.

—Y los padres, ¿no se oponen?

— Al principio muchos protestaban. — Comenta Anna Garánina, homóloga de Gallámova en la administración del distrito de Ordzhinikídzevski. — Los que se han opuesto durante más tiempo y con más intensidad han sido los padres de los niños que estudiaban en los colegios que se consideran “de élite”. Pero cuando se empezaron a realizar los tests, se supo que era precisamente en este tipo de colegios donde había más niños con problemas de consumo. Los camellos tienen una lógica muy simple: ¿qué sentido tiene andar detrás de los niños de los barrios obreros que no tienen un duro? La droga se ofrece a los que tienen dinero.

Los contrarios a esta nueva iniciativa tienen dos quejas principales. En primer lugar, la legislación vigente exige que cualquier prueba médica sea voluntaria, y los tests obligatorios violan este principio. En segundo lugar, los resultados del experimento en algunas regiones demuestran que las pruebas resultan ineficaces. El experto del Instituto de Derechos Humanos y director del programa “La nueva política en cuestión de drogas”, Lev Levinsón, recuerda que hace unos años en Tatarstán sólo se encontraron restos de drogas en sangre de cuatrocientos alumnos y se detectaron diecisiete casos de adicción entre los más de 300.000 análisis realizados a estudiantes de colegios y universidades. “Y hay que tener en cuenta ya se tenía constancia de diez o doce de ellos”, dice Levinsón.

“En Tatarstán no se utilizaron más que tests para el control primario, es decir, pruebas que sólo detectan el consumo de drogas durante los tres días anteriores. Además, tienen un margen de error muy grande”, de esta forma explica Ekaterina Braslávskaya, portavoz del Ministerio de Sanidad, estos resultados. Según el Ministerio, las pruebas que se realicen a partir serán multinivel y los resultados tan sólo los conocerán el médico y los padres del alumno.

Los controles pueden ser eficaces incluso si se mantiene el principio de voluntariedad. La experiencia de Ufá demuestra que hay muy pocas negativas. Los adolescentes de quince años firman por su cuenta la correspondiente autorización, y los más jóvenes la traen firmada por sus padres. El director del colegio es avisado tres días antes de la visita de los médicos, mientras que los alumnos se enteran el mismo día. En caso de obtener un resultado positivo, se repetirá el test en una clínica especializada. Todo el procedimiento es financiado por las autoridades municipales. El coste de los test el año pasado ascendió a los dos millones de rublos.

— Siempre hay gente que se niega a pasar la prueba, suelen ser una o dos personas de cada cien, — cuenta la portavoz del Servicio de Control Estatal de Estupefacientes, Galina Karímova. — Voy a ser sincera: el principio de voluntariedad permite que el grupo de riesgo se escape, pero tan sólo formalmente. La negación en sí misma permite tomar nota de estos alumnos y empezar a trabajar con ellos. Además, los niños no son tontos y se dan cuenta de que al negarse a pasarlo están llamando más la atención.

Según informó la agencia RIA Novosti sobre este mismo asunto:

El director del grupo de trabajo de la Cámara Social (CS) para el perfeccionamiento de la política en contra de la drogadicción y la reforma del sistema de ayuda a la drogadicción, Oleg Zýkov, declaró a RIA Nóvosti que “no hay que analizar los líquidos, sino comunicarse con el niño”. Zýkov llamó a este procedimiento “una prueba psicológica”, que permitirá comprender los problemas del alumnado y buscar vías para su resolución.

"Uno tiene que estar preparado para tratar con los niños. Eso es a lo que hay que dedicarse. Las pruebas psicológicas tienen sentido”, añadió el experto. Según los datos del principal experto en substancias estupefacientes de la Federación de Rusia, Yevgueni Brun, el 25% de los drogadictos rusos se administran desomorfina. Brun considera que la alta demanda de medicinas que contienen codeína beneficia a las empresas farmacéuticas.

La directora del grupo de trabajo entre diferentes comisiones de la Cámara Social para la infancia y la política juvenil, Olga Kóstina, también ha señalado las ventajas de los tests psicológicos. Según ella, un control constante del estado psicológico del niño y de su entorno permite detectar a tiempo las posibles tendencias peligrosas. Asimismo, Kóstina ha calificado de razonable la adopción de la ley sobre los tests de drogodependencia aplicados a los escolares.

"Teniendo en cuenta la situación que se ha generado en la lucha contra la drogadicción, creo que es un paso justificado. Aunque tiene que estar muy bien reglamentado, muy bien pensado para que las pruebas no se conviertan en un instrumento de venganza o en una caza de brujas, y tampoco comprometan la dignidad de los participantes”, señaló la experta.

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