¿Será posible salvar el entorno rural ruso?

Foto de AP

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La producción de cereales y de carne de ave y cerdo crece rápidamente desde hace diez años y en algunos sitios ha superado con creces los niveles soviéticos. Sin embargo, simultáneamente hay enormes espacios que están volviendo a un estado salvaje. En esas zonas no se implantarán los grandes grupos agroalimentarios, casi no quedan koljós, y la gente los está abandonando. ¿Qué posibilidades de sobrevivir tienen estos territorios en situación de riesgo?

Tatiana Nefedova, investigadora del Instituto de Geografía de la Academia de las Ciencias de Rusia, explica por qué no hay que salvar la agricultura en todas las regiones y cómo tienen que sobrevivir los pueblos que carecen de perspectivas.

— Mi opinión se basa en que la agricultura rusa es un sector dinámico, con perspectivas, pero no en todas partes. Una pequeña zona de la parte central de la región de Chernozem, hasta el Volga, algún que otro territorio detrás del Volga y la planicie del Cáucaso Norte. Es un 14% del territorio donde basta con tirar una semilla y crece sola. No hay más, mientras que durante la época soviética cada región se veía obligada a desarrollar su propia agricultura.

Pero antes hubo koljós allí. ¿Cómo sobrevivían entonces?

En la periferia de las regiones de Nechernozem los cereales y la leche salían a precio de oro. La directora de un koljós de la región de Nóvgorod nos dijo una vez en aquel entonces: hemos calculado que sería mucho más rentable si no sembráramos, pagáramos a la gente por no hacer nada y compráramos el trigo. Todo aquello se mantenía debido al control del Partido y con unas subvenciones enormes. Más tarde el sistema se acabó desmoronando y la producción fue cayendo hasta 1998. El dólar subió y de repente resultó que era más rentable cultivar nuestro propio producto que importarlo. Aquello dio un impulso al desarrollo de la producción. Ahora estamos al 90% de lo que teníamos durante el año 1990. Pero, ¿qué es lo que ocurre? El número de cabezas de ganado disminuye y la campaña de siembra se reduce cada vez más.

Entonces, ¿por qué crece la producción?

A costa de algunos distritos o de zonas muy pequeñas. Las mejores empresas están concentradas en la región de Moscú, Leningrado, Centro-Chernozem y las repúblicas del Volga. Casi siempre se trata de zonas suburbanas. Uno podría preguntarse, ¿qué tienen que ver las vacas con la ciudad? Fíjese, al lado de la ciudad de Kostromá el rendimiento de la producción láctea alcanza los 4.500 litros, sin embargo, a medida que nos alejamos de la ciudad, el rendimiento se va reduciendo y ni siquiera se alcanzan los dos mil litros.

¿Cuál es el motivo? ¿Hay mejores pastos?

Los pastos son mejores precisamente en la periferia. Allí hay prados que se inundan a menudo y campos abandonados. Uno puede llevar el ganado a pastar donde quiera… ¡Pero no hay pastores! No hay nadie para alimentar al ganado. No llegan las inversiones y las empresas están a punto de quebrar.

¿Cree que eso no está mal?

Claro que está mal para la gente que vive allí, pero puede que para Rusia no sea tan malo. La producción se concentra ahí donde hay recursos. La agricultura se ha desplazado hacia el sur, se desarrolla donde hay condiciones ambientales más favorables y donde hay gente.

En cambio, el estado de la agricultura y la vida de la gente en los pueblos son cosas muy distintas. Allí donde la agricultura está en decadencia, se ha degradado el propio entorno rural, tanto social como económicamente. La gente ya no quiere trabajar todos los días, y menos por dos duros. Prefiere ir a coger setas o bayas y venderlas al lado de la carretera, o hacer algún trabajillo en las casas de los que vienen a veranear. Hay pueblos en los que todavía se podría tener ganado o cultivar verduras, pero ¿qué se puede hacer con el producto? Es ahí donde tendrían que intervenir el estado o las autoridades municipales. Hay que crear una red de mercados al por mayor para que las personas estén seguras de que, lo podrán vender a un precio justo. Cada persona tendría que tener a su alcance, en el centro de su región, uno o dos mercados de este tipo por lo menos. Además, esta red de mercados tendría que formar un mercado regional único. Tiene que haber un impulso, habría que conceder algún tipo de crédito para ir creando esta infraestructura porque la gente es capaz de hacer milagros con sus 20 centésimas de hectárea.

La gente que veranea en los pueblos,¿ supone también una ventaja?

Es una ventaja enorme. Hay que tener en cuenta que salvan las casasy así ayudan a conservar pueblos enteros. Además, dan trabajo a los habitantes locales. La gente sabe que los veraneantes vendrán, que comprarán leche y requesón, así que hay que seguir teniendo vacas. Los que van a veranear también saben que no se las pueden apañar sin los habitantes locales, porque cuando en un pueblo ya no vive nadie, empiezan los robos.

Así que parece que no todo es tan desesperante.

La desesperación radica, única y exclusivamente, en la falta de energía interior que siente la gente. Es esta la energía que Gleb Tiurin intenta reavivar, pero no siempre sale bien. Si en un pueblo hay uno o dos entusiastas, es perfecto. Pero cuando falta esta energía interior, es imposible aportarla desde fuera.

Sobre Tiurin

Salvador de los pueblos


Muchos usuarios de Internet en Rusia conocen a Gleb Tiurin como una persona que trabaja para salvar los pueblos. Su plan consiste en cambiar la mentalidad de las personas. El objetivo es que los individuos crean en sí mismos para que cuando les apetezca hacer algo, no dejen que se apague su iniciativa.

“¡Para que un proyecto llegue a buen término tiene que ser absolutamente imposible!” afirma Gleb. “Un pueblo es capaz de crear 30 puestos de trabajo con 200.000 rublos (5000 euros) de subvención. Es capaz de construir por 50.000 (1200 euros) un depósito de agua que realmente cuesta un millón. ¡Comparte decenas de proyectos cuya rentabilidad es mayor que la que consiguen las multinacionales!”

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