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Hasta su llegada a Rusia esta nativa de la santafesina El Trébol jugó largos años en Italia donde su último equipo fue el Scavolini Pesaro. En la Península Apenina Carolina ganó una gran cantidad de trofeos y a inicios de la temporada 2010/11 se animó a una nueva experiencia y firmó contrato con el Dinamo Moscú. Uno de los equipos más fuertes de Rusia, goza del respaldo de estructuras estatales y de las fuerzas de seguridad.
El problema principal de los clubes más ricos en Rusia es el límite de legionarios. En el campeonato nacional los equipos no pueden tener en su composición más de dos extranjeros, en tanto que en los clubes europeos el número no está limitado. Por eso se contratan sólo las voleibolistas más fuertes, las que tienen un renombre internacional.
“En la Argentina los deportes más populares son el fútbol, el tenis, el básquetbol y para las chicas el hockey sobre hierba –dice Costagrande-. Son pocos los que se interesan en el vóley femenino. Pero en mi pequeña ciudad de El Trébol no tuve que elegir nada en particular. Era muy chica cuando comencé con tenis, a los ocho años me metí en un entrenamiento de vóley y me enamoré de este deporte”.
Como fanática, Carolina prefiere el básquet, sufre personalmente por Manu Ginóbili y sigue atentamente los partidos de la NBA. En su infancia su ídolo era Gabriela Sabatini. En Moscú asistió a encuentros de un deporte tan extraño para los argentinos como el hockey sobre hielo y fue poco lo que entendió. Es interesante recordar que el padre de Pablo Meana, durante sus viajes a Rusia, por el contrario se aficionó inesperadamente a este deporte y pasaba horas en las tribunas de los estadios de este juego helado.
“¿Por qué después de tantos años en Italia vine a Rusia? Necesitaba cambios, nuevos estímulos –apunta Contegrande-. Además, nunca había ganado la Liga Europea de Campeones y esto es un trofeo muy importante para mí. El Dinamo Moscú es un club bien organizado, con voleibolistas de clase. Aquí juegan juntas seis campeonas mundiales. Confiaba en un elevado resultado. Fue lamentable perder en los play-off de la Liga de Campeones precisamente con mi antiguo club de Scavolini.
Costagrande antes no sabía casi nada de Rusia. Su antigua conocida italiana Simona Gioli, quien jugó en Dinamo Moscú en 2008, le dio detalles de la vida en la capital rusa. Por ironía del destino, luego de que el equipo en esta temporada abandonara la Liga de Campeones, donde jugó con tres extranjeras, la dirección y los entrenadores resolvieron dejar para jugar en el campeonato de Rusia a Costagrande y a Oxana Parjómenko (de Azerbaidzhán). La tercera de más resultó ser Gioli, quien retornó a Italia.
Uno de los pequeños problemas de Costagrande en el equipo es la barrera idiomática. “El ruso es un idioma muy difícil para estudiarlo –reconoce Carolina-. Sólo Gioli, la campeona mundial Elena Godina y nuestra líbero Svetlana saben el italiano. El español no lo sabe nadie. Lo más frecuente ha sido hablar un mal inglés. Pero por lo demás, en el juego nos hemos entendido rápidamente entre nosotras”.
Durante la temporada en el Dinamo Moscú cambió el entrenador principal. En lugar de Valeri Lossev, quien fuera famoso jugador de la selección de la URSS, el equipo fue tomado por Vladimir Kuziutkin, bajo cuya dirección Rusia logró en 2010 el campeonato mundial. “Es un especialista muy fuerte y sabio –considera Costagrande-. El vóley ruso se diferencia un poco del italiano. Si en la Serie A1 prefieren un juego rápido, en la Superliga los entrenadores piden hacer más pases altos. Pienso que esta variante tiene sus ventajas”.
Carolina juega en el Dinamo prácticamente sin reemplazos. Por sus características de receptor ella tiene una doble carga: ataca mucho recibiendo la mayor parte de los pases, y trabaja en la defensa. Tiene el record personal de resultados en Rusia: 25 puntos por partido.
En su tiempo libre Costagrande pasea con satisfacción por Moscú. “Vino a verme a Rusia mi mamá y juntas recorrimos las principales atracciones de la capital, sacamos muchas fotografías para el álbum familiar –cuenta-. Estuvimos en el Kremlin y en la Plaza Roja, caminamos por el centro, hicimos compras en los negocios. Me impresionó mucho el metró, con sus enormes y hermosas estaciones. Nunca en la vida había visto tanta nieve. Es una sensación muy particular el caminar en invierno por una calle nevada, cuando a tu alrededor todo es blanco”.
A propósito, en julio del año pasado los jugadores de la selección masculina de Rusia que volaron a Córdoba para el torneo final de la Liga Mundial, se sorprendieron fuertemente porque en la Argentina consideran como frío los 7 u 8 grados de temperatura. En la imaginación de la mayoría de los rusos, la Argentina es un país cálido donde casi siempre impera un clima agradable y soleado. La gente se olvida de que es otro hemisferio y de la “contra-estación”. Habrá que recordárselo a los voleibolistas de la selección juvenil de Rusia que desde el 19 al 28 de agosto en las bonaerenses Almirante Brown y Bahía Blanca participarán del campeonato mundial sub-19. Ninguno de estos chicos estuvo alguna vez en la Argentina.
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