Foto de botinok.co.il
La parte más expresiva del edificio es la ventana saliente situada en la esquina y adornada con flores alargadas. En la áspera superficie de la fachada amarilla hay molduras que representan plantas con troncos duros en vez de tallos. Lo más seguro es que sean amapolas con capullos aunque también se asemejan a los morros de gatos malhumorados. La ventana se corona con una especie de cuernos que convierten el edificio en un enorme caracol.
El autor
El primer proyecto importante del arquitecto Gueorgui Makáev fue el ala norte del Museo Politécnico (1903—1907) y la creación de murales dedicados al trabajo de los campesinos: «El labrador», «La familia», «En la herrería». En 1905 terminó de construir la hospedería del monasterio Kaliázinski en la plaza Nóvaya de Moscú. La obra más famosa de este arquitecto algo desconocido por el gran público es una casa de viviendas de alquiler situada en el callejón Podsósenski. Gueorgui Makáev (1871—1916) era miembro de la Sociedad Georgiana de Moscú y firmaba sus obras como “el príncipe G. Makáev”. Makáev es un apellido georgiano rusificado (Makashvili) y, probablemente tenga origen osetio. El arquitecto era realmente un príncipe, ya que su título se menciona en las guías moscovitas de principios de siglo.
El edificio
En 1905 la casa de Makáev es adquirida por N.G.Tarkhova, que pasados cinco años la vende a la aristócrata Sofía Belogolóvova. Es sabido que en la década de 1910 en el apartamento nº 5, de dos a tres de la tarde, recibía el pediatra Konstantín Alexándrovich Lokkenberg, miembro del patronato de pobres de la religión evangélica. Lokkenberg siguió viviendo en la casa Makáev hasta los años 1930, cuando trabajaba de pediatra en un hospital vecino.
En 1979—1980 los pisos compartidos fueron desmasificados, y el edificio, remodelado. Según los habitantes, aquello salvó el edificio de la destrucción. Sin embargo, durante las unas obras recientes para remodelar la fachada de uno de los áticos, los obreros cubrieron de pintura el panel de cerámica que representaba a unas amapolas meciéndose.
Foto de Alexéi Alexándrov del libro «Moscú. Monumentos arquitectónicos de los años 1830-1910» editado en 1977
Los habitantes
En el edificio hay 37 apartamentos en los que viven alrededor de 100 personas. He aquí algunas de ellas.
Zoia Andréevna Tikhomírova. Vive en la antigua portería. Puede contar dónde estaba antes la cochera y la puerta de servicio.
Ilona Orel. Galerista parisina que en el pasado fue modelo.
Larisa Zhumakhánovna Kudérina. Hija del primer biólogo kazajo Zhumaján Kuderin, fusilado en 1938. En el sótano de la casa creó un museo particular llamado “A los padres de parte de los hijos” dedicado a los científicos sometidos a la represión. La pequeña exposición incluía fotografías, documentos, libros y cuadros. El Departamento de la Propiedad de la ciudad de Moscú presentó una denuncia para desalojar el museo y finalmente, hace año y medio, los representantes de una empresa trasladaron todos los objetos expuestos en el museo a los contenedores de basura más cercanos.
Konstantín Zvezdochiótov, pintor. A principios de los años 90 consiguió un piso en este edificio a cambio de un mosaico realizado al estilo bizantino, que representaba una escena de la comedia “Prisionera del Cáucaso”: “Cuando vinimos a vivir aquí, nos quedamos prendados de una manera increíble. Es una casa que fascina y no te suelta. La manera cerrada, feudal, de vivir de sus habitantes recuerda a un tipo de vida en comunidad del estilo del monje Berthold Schwarz. Además, si en nuestra casa uno entra en la habitación que está al fondo, el eco repite todas las palabras con una extraña voz de robot. Y si uno empieza a dar palmas el eco responde con música folklórica de Buriatia. Es el espíritu de Makáev”.
En los portales del edificio hay macetas con flores, en los alféizares hay libros y en una de las escaleras han puesto la estatua de Julio César. Hubo un tiempo en el que en la planta baja se situaba el almacén del pintor Avdéi Ter-Oganián.
Además, en el edificio viven tres señoras mayores famosas en todo el barrio de las que los vecinos cuentan con mucho gusto varias historias pero se niegan a revelar sus nombres.
La viejita nº 1. La abuelita suele incendiar el conducto para basuras. Los vecinos cuentan: “Empieza a leer algún libro, de repente le parece que son cosas del diablo, le prende fuego inmediatamente y echa el libro ardiendo en el conducto de basuras. Tenemos que llamar con frecuencia a los bomberos”.
La viejita nº 2. Según los habitantes de la casa, “es una señora muy, muy infeliz. Golpeó al fontanero con una cadena de bicicleta”.
La viejita nº 3. En una caseta situada enfrente del edificio vive una anciana que canta en el coro parroquial y muchas veces ejecuta en la calle pasos del ballet clásico.
Una de las ventanas de la Casa de los Gatos está adornada con margaritas, y en el ático hace unos años se podían ver cuatro flores sobre un fondo de cielo azul que fueron tapadas con pintura durante las últimas obras.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: