El plan pro empresarial del Kremlin

Foto de Reuters/Vostock Photo

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El presidente Dimitri Medvédev viajó al este el mes pasado a la ciudad metalúrgica de Magnitogorsk ubicada en los Montes Urales, lo que supuso un emblemático gesto. Allí expuso lo que algunos expertos llamaron los “diez mandamientos para la inversión”, orientados a retener a los inversores y proteger su dinero en Rusia.

Aunque las necesidades del país siempre han sido numerosas y muy serias, el presidente destacó que el mayor obstáculo y desafío de este proyecto de modernización es la persistente desconfianza de los inversores. Según una transcripción publicada en la página web del Kremlin, Medvédev dijo: “Necesitamos tecnología, necesitamos dinero … Necesitamos la confianza y el interés de los inversores nacionales y extranjeros […] Desafortunadamente Rusia está experimentando falta de confianza y los fondos continúan saliendo de la economía”.

Medvédev explicó que para poder alcanzar las metas de modernización es imprescindible “multiplicar varias veces” el flujo de la inversión. Sin embargo, agregó que la corrupción desenfrenada hace que mucha gente crea que en Rusia no pueden concretarse acuerdos comerciales libres. Según Medvédev, que desde que asumió el mando hace tres años ha colocado la lucha contra la corrupción entre sus prioridades, este problema continúa teniendo mucha influencia sobre toda la economía. Además afirmó que “el dominio de la corrupción no se ha debilitado y tiene controlada a toda la economía”. “Sólo cuando logremos hacer que nuestro país resulte atractivo para las empresas y los inversores privados resolveremos el mayor problema: cambiar la calidad de vida del pueblo”, sostuvo.

Medvédev también manifestó su intención de que los ministros dejen de participar en los consejos de dirección de las empresas públicas para junio. Según algunos expertos, esta decisión equivale a desenmarañar parte de la “estructura vertical de poder” establecida por su antecesor, el primer ministro Vladímir Putin. “Los líderes gubernamentales que responden por la regulación de una determinada industria también participan en el directorio de empresas”, declaró Medvédev. Por su parte, tras ganar a principios de esta década la lucha contra la oligarquía por el control estatal, el entonces presidente Vladimir Putín estableció un control más riguroso sobre la economía designando ministros en los consejos de dirección de las empresas públicas para que actaran como “los ojos y los oídos” del Gobierno. Medvédev mismo, antes de ser elegido presidente en 2008 presidió el directorio de Gazprom, el monopolio estatal de gas, a la vez que se ejercía de viceprimer ministro.

Otro de los anuncios dados a conocer por el actual presidente fue su decisión de conceder al ministro de Desarrollo Económico la facultad para anular las normas que obstaculizan la realización de actividades comerciales. “El Ministerio podrá presentar propuestas ante el ministerio de Justicia para eliminar aquellas normas administrativas que sin justificación alguna dificulten los negocios y la inversión. A su vez, el ministerio de Justicia tendrá la obligación de exigir a las instituciones que hayan adoptado normas antiempresariales que las eliminen de inmediato”, sostuvo Medvédev.

El presidente también exigió que se trate equitativamente a los accionistas minoritarios de las empresas públicas de modo que se amplie el acceso a la información corporativa,una cuestión de vital importancia. “Negarles información a los accionistas minoritarios sólo significa una cosa: que hay algo que esconder”, señaló Medvédev.

Finalmente, el presidente reafirmó el compromiso de Rusia de privatizar las participaciones estatales en empresas claves. Aunque precisó que el Gobierno aún debe publicar un cronograma para llevar a cabo la privatización de grandes participaciones en empresas públicas durante los próximos tres años. Asimismo, reiteró que VEB lanzará en otoño un fondo de inversión directa que permitiría al Gobierno invertir junto con fondos extranjeros en la economía rusa, con un capital inicial de 2.000 millones de dólares que en el futuro podría convertirse en 10.000 millones. Según Medvédev, el Estado no participará en la gestión del fondo y retirará sus títulos en siete u ocho años.

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