Los inmigrantes convierten Moscú en la ciudad más grande de Europa

Moscú es la ciudad más grande de Europa y su población ha aumentado en 1,1 millón de personas en los últimos ocho años. Sobre todo debido al influjo de los inmigrantes que han llegado a la capital atraídos por los sueldos más altos en todo el país, tal y como demuestran las estadísticas.

La población pasado de los 10, 4 millones hasta los 11,5 millones desde 2002. Tanto rusos de las provincias como habitantes de las ex repúblicas soviéticas acuden en masa a la caótica y desparramada capital, según la información preliminar del censo nacional del pasado otoño.

Actualmente, Moscú ostenta el doble de población que San Petersburgo, la segunda ciudad del país con 4,7 millones, y casi ocho veces más que Novosibirsk, la tercera con 1,4 millones, según las estadísticas publicadas la semana pasada en la página web del censo.

Asimismo, Moscú es la ciudad más grande de Europa, con bastante ventaja respecto a Londres, segunda con 7,7 millones de residentes en 2010, de acuerdo con los los datos estadísticos de los organismos británicos.

El crecimiento de la población en Moscú fue el más alto entre las 83 regiones del país, tanto en términos absolutos como relativos, señaló Irina Sherbakova, que actualmente dirige el departamento de demografía en el servicio de estadística de la capital.

Este crecimiento no se debe a la natalidad, que durante años ha sido inferior que la tasa de mortalidad. Aunque finalmente el pasado año, por tan solo 4.000 personas, los nacimientos superaron a los fallecimientos.

“Es algo que no ocurría desde los años 90”, señaló Sherbakova.

La causa principal de este aumento poblacional se debe a los inmigrantes. Tan solo en 2010 se registraron oficialmente en la ciudad 126.000 nuevos recién llegados.

Según los expertos, si se tomaran en cuenta los migrantes sin registar el número de habitantes de Moscú ascendería hasta 13 ó 17 millones.

Aunque durante la elaboración del censo no se preguntara acerca del estatus legal, es muy posible que muchos inmigrantes ilegales declinaran participar, tal y como explicó por teléfono Gavjar Dzhyrayeva, director del Centro de Migración y Ley.

Dos mujeres inmigrantes, una de Uzbekistán, la otra de Kirguiztán, declararon a “The Moscow Times” que no habían oído hablar del censo y que no fueron encuestadas el pasado octubre. Ambas son inmigrantes legales que trabajan como limpiadoras en uno de los edificios de oficinas de la ciudad.

No existe información precisa respecto al número de inmigrantes ilegales en Moscú, aunque se estima que su número puede ser de varios millones. Natalia Zubarevich, experta en política social de la Universidad Estatal de Moscú, lo cifró entre 2 y 3 millones. Por su parte, Dzhurayeva declaró que la cifra podría llegar hasta los 5 millones.

Además de ello, según Zubarevich, alrededor de 1,5 millones de trabajadores llegan diariamente a la ciudad procedentes de la región de Moscú. Se desconoce la cantidad exacta aunque es muy probable que el porcentaje de personas que se queda en la ciudad durante varios días sea bastante alto.

Merece la pena migrar y desplazarse diariamente para trabajar, aunque el tráfico sea terrorífico y la vivienda asequible un bien escaso. Según el Servicio Nacional de Estadística, el año pasado el salario medio en Moscú ascendió a 38,200 rublos (1.350 dólares), lo que supone casi el doble que a nivel nacional, 20.300 rublos.

“Moscú continuará atrayendo inmigrantes mientras las condiciones de vida sigan siendo considerablemente más altas que en el resto del país”, señaló Oleg Pachenkov, vicepresidente del Centro para la Investigación Científica Independiente.

La mayoría de las instituciones estatales, incluido el gobierno, la Duma y la Corte Suprema se sitúan en Moscú. También ocurre lo mismo con las oficinas centrales de los principales negocios, que buscan situarse cerca de las autoridades.

“Todo pasa en Moscú, sobre todo en lo que se refiere a vida económica”, comentó Panchekov por e-mail. “Necesitamos cambiar la situación en otras regiones para desplazar el flujo de inmigrantes fuera de la capital”.

También se refirió a la necesidad de mejorar las infraestructuras en Moscú para prevenir que los actuales suburbios se conviertan en barrios bajos y ghettos desprovistos de vida social.

“Debemos evitar que los barrios sean solo para dormir o consumir. Hay que asegurar que produzcan algo, bien sea, servicios, cultura o servicios sociales para ganarse la vida,” señaló Pachenkov.

Las diferencias de género y matrimoniales también son comunes en Moscú, y algunas de ellas son atribuidas a los inmigrantes. En 2010, en la capital hubo más hombres casados que mujeres. La situación no era así hace ocho años, según los datos del censo, que no contenía datos concretos de los matrimonios de los residentes.

Es posible que esta situación anómala se deba al hecho de que los inmigrantes hombres estén casados, mientras que sus mujeres y familia siguen viviendo en su lugar de origen, explicó Shebakova del servicio de estadística de la ciudad.

Sin embargo, añadió que recientemente la migración de mujeres trabajadoras solteras había aumentado.

En total, el número total de mujeres en Moscú superó a los hombres en 800.000, la cifra aumentó respectó a las 470.000 de 2002. Esto significa que los hombres constituyen solamente el 46,3% de la población.

“Aunque esta es la tendencia general en Rusia y la ratio es todavía peor en otras regiones, por ejemplo, en Smolensk las mujeres son el 55% de la población”, dijo Zubarevich.

“Esta abundancia de mujeres tampoco convierte a Moscú en una capital del romance, ya que gran parte de este superávit está constituido por mujeres mayores”, señaló.

La esperanza de vida masculina es significativamente más baja que la femenina, 62,9 años frente a 75. Habitualmente se señalan el abundante alcoholismo, la baja calidad de la sanidad y las escasas medidas de seguridad como posibles causas.

En realidad, Moscú obtiene mejores resultados en esto que el resto del país. La esperanza de vida masculina es de 68,5 años frente a los 77,2 de las mujeres.

Zubarevich atribuyó este hecho al mayor grado de formación y al acceso a un mejor sistema sanitario por parte de los hombres. Aunque unas mejores condiciones de vida no implican que haya más tiempo para la vida personal. Los datos de censo demuestran que la capital ostenta 2 millones de personas solteras, que curiosamente, se dividen a partes iguales entre los dos sexos.

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