Leonid Roshal. Foto de Kommersant
- Ya nos han contado lo buenos que son nuestros éxitos. Es cierto que se están creando y construyendo muchas cosas. Sólamente un ciego o una persona ofuscada serían incapaces de verlo. Yo también puedo hablar de las cosas buenas que me afectan personalmente: recientemente se ha construido el Instituto de Traumatología Infantil, un centro único en su clase en todo el mundo. Creo que se podría expandir esta experiencia, ya que es necesario construir más hospitales de este tipo en Rusia. Pero mi misión de hoy no es alabar lo que hemos hecho, sino señalar los puntos débiles. Por lo que se refiere a la infancia, es imprescindible intensificar los programas infantiles. Sería bueno que los medicamentos fueran gratuitos para los niños hasta los 12 años, como en el resto del mundo.
La primera golondrina que auguraba cambios en la actitud del Estado hacia la sanidad fue el proyecto nacional llamado “Salud”. Sin embargo, a pesar del primer paso los míseros salarios continuaron con la destrucción de la medicina. Tanto el Ministerio de Finanzas como el Ministerio de Sanidad “olvidaron” que en las policlínicas trabajaban especialistas, médicos docentes y jefes de departamentos a los que no les aumentaron el sueldo. De modo que surgieron los problemas. Todos sabíamos que este proyecto no iba a ser capaz de curar todas las heridas aparecidas en la sanidad a lo largo de varios años.
Hacia 2007 empezamos a transmitir de manera contundente tanto a la administración del presidente como al gobierno que era imprescindible aumentar la partida destinada a sanidad, expresamos la necesidad de pasar de un vergonzoso 3,5% del PIB a un 6%. Y no estamos exigiendo un 8, 10 ó 15% como ocurre en otros países.
Entonces, estalló la crisis. En estas difíciles condiciones se ha intentado mantener la cohesión social. Inevitablemente se ha visto afectada, pero no ha empeorado hasta los niveles de los años 90.
Ahora tenemos la posibilidad de asignar 460.000 millones de rublos (11.250 millones de euros) adicionales a sanidad. La gestión y el gasto de estos recursos tendría que ponerse no sólo bajo el control de la fiscalía, sino también de las organizaciones médicas públicas.
Según mis cálculos, los recursos destinados a la partida de sanidad se han incrementado hasta el 4,4%, lo que no llega al 6-7%. Actualmente la financiación de la sanidad es deficiente y necesitaría incrementarse hasta el doble. En este sentido, quizá me esté equivocando, al afirmar que por parte del Ministerio de Economía se existe una calra actitud para limitar la financiación presupuestaria y de paso echarnos la soga al cuello . Sin embargo, no sólo nos asfixiaremos nosotros.
Se ha introducido en nuestro país la noción de “rentabilidad”. Es una peśima noticia. Se están cerrando hospitales y policlínicas sin establecer un sistema de atención sanitaria.
También existe la moda de “reducción de número de camas en los hospitales”. Sí, es cierto que curarse en los hospitales es más caro que en las policlínicas. Pero para seguir con esta tendencia hay que hacer todo lo posible para que las policlínicas puedan recibir enfermos, suministrar medicamentos y todo el material necesario, como en un hospital.
Voy a referirme ahora al personal. Por lo visto, en las áreas rurales hay un 30% de déficit de personal a lo que yo añadiría que en las ciudades se da la misma situación.
Hace cinco años la comisión de sanidad de la Cámara Pública lo expuso claramente. Pero, ¿para qué hacerle caso?
Hacen falta reanimadores, anestesistas, dermatólogos, radiólogos etc. para trabajar con los equipos radiológicos y anatomopatólogos. En cuanto a los especialistas, la situación es un verdadero desastre. Hay regiones en las que el 50% del personal médico están en edad de jubilación y tan sólo el 7% son jóvenes.
Sería deseable que un programa estatal para salir de esta situación.
En los hospitales municipales el salario de un médico está en torno a los 8.000 rublos (195 euros). Con ese sueldo es imposible vivir y tienen que hacer diez o doce guardias extras hasta llegar a los quince o veinte mil rublos (360-480 euros) para no morirse de hambre. ¿Cómo van a poder aumentar su cualificación profesional en estas condiciones?
No sé cuándo va a mejorar todo esto, pero a día de hoy me da vergüenza mirar a mis internos a los ojos. Ganan dos mil y pico rublos (unos 50 euros).
¿Por qué por un niño que va a estar en reanimación con una lesión severa concomitante recibimos dinero sólo para un mes de tratamiento, es decir, 110.000 rublos? Puede llegar a estar 50 días en cama porque eso es lo adecuado, y esto cuesta más de 400.000 rublos. ¿Con qué recursos vamos a tratarlo? ¿Con el sueldo de los médicos?
Debido a numerosas innovaciones – ¿se tratará de un periodo transitorio?– hemos empezado a cobrar no más, sino menos.
Simultáneamente estamos derrochando el dinero. Sirva como ejemplo el mal uso de las nuevas tecnologías. ¿No podemos, después de tantos años, crear un programa unificado y transferirlo a las policlínicas? Estamos echando por la borda gran cantidad de fondos.
Es cierto que las nuevas tecnologías abren muchas posibilidades. En un hospital de infantil de Orenburgo me dieron una clave, y desde el despacho entré en el sistema. Consulté el registro y vi qué cola había. “¿Se pueden ver los datos de la consulta del médico?”, -“Sí”. –“¿Y se puede consultar a cuántos enfermos atendió ese pediatra el día anterior”, -“Sí”. –“¿Y es posible que estén los historiales médicos, los tratamientos y las recetas?”, “Sí que están, un hospital y 8 policínicas que forman parte de esta red”. ¿En qué estamos pensando? Tome en cuenta lo que cuesta y úselo.
Otra desgracia más es la diferencia en la renta per cápita en las distintas regiones del país. Hay diferencia en los impuestos, los cuales no han cambiado en varios años. Tenemos un solo país. ¿Por qué tiene que sufrir una persona por haber nacido en una región en la que no hay suficientes recursos para sanidad? Se trata de una división arbitraria de la sanidad a nivel federal, regional y municipal.
Por lo que respecta al poder legislativo. Hace muchos años que nos preguntamos dónde ha quedado el concepto de desarrollo sanitario. Explíquennoslo, por favor, discutamos este concepto en un congreso médico. Después, a partir de las conclusiones extraídas, desarrollaremos las leyes. Pero hemos ido por otros derroteros. Primero hemos elaborado las leyes sin un concepto claro. Ya desarrollaremos después un concepto de desarrollo sanitario.
La Ley Federal 94-FZ nos ha perjudicado mucho. Ahora la están enmendando, lo que es positivo. Sin embargo, el Ministerio de Economía se ha hecho notar de nuevo. Ha promulgado el decreto Nº 601. ¿Lo tienen? “Sobre la confirmación de la denominación de los artículos, trabajos y servicios necesarios para el cliente”. En el nuevo esquema de compras se han incluido grupos que no tienen nada que ver, por ejemplo, los antibióticos y los preparados contra la gripe. De modo que en la actualidad o compramos una cosa o la otra. Está también el grupo Nº 96: han incluido el algodón y los equipos de rayos X. Aquí ya no podemos hacer nada más. Este tipo de leyes y decretos desacreditan al poder. Da la impresión de que se hace a propósito.
La falta de profesionalidad y de seriedad hacia las organizaciones públicas queda atestiguada en el siguiente hecho. Celebramos junto con los sindicatos el primer congreso sobre autorregulación de la actividad profesional. Participaron 70 regiones y las conclusiones fueron remitidas, entre otros, al Ministerio de Sanidad. Medio año después llegó una respuesta general que abarcaba todo, excepto las propuestas concretas que habíamos planteado. Dicha respuesta está publicada en la web de la Cámara Nacional de Medicina, pueden leerla. Posiblemente quien lo redactó ni siquiera conozca las cuestiones que habíamos incluido en nuestras conclusiones.
Soy un hombre directo y no puedo dejar de decir que es una desgracia que en el Ministerio de Sanidad no haya ni un solo organizador de sanidad normal y con experiencia.
Leonid Roshal
Director del Instituto Científico y de Innovación de Cirugía Infantil de Emergencias y Traumatología de Moscú A día de hoy quizá se trate del representante más famoso de la comunidad médica rusa. Su nombre ya empezó a sonar en 1995, cuando Roshal fue denominado «doctor infantil del mundo». En 2002 llevó a cabo las conversaciones con los terroristas en Dubrovka y en 2004 actuó como mediador en Beslán. Ahora sus colegas lo califican de «mediático», aludiendo a sus constantes apariciones en los medios de comunicación. Pero su popularidad no impide a este hombre desempeñar un trabajo serio por el bien de toda la medicina rusa. De 2005 a 2009 Roshal fue miembro de la Cámara Pública de la Federación de Rusia, donde criticó activamente las reformas de la sanidad, y ese mismo año fundó la Cámara Nacional de Medicina.
Queja colectiva del Ministerio de Salud contra Leonid Roshal
Daria Nikoláieva, Dmitri Butrin. Kommersant
Los funcionarios del Ministerio de Sanidad dirigieron una carta colectiva al primer ministro Vladímir Putin, solicitando protección ante las críticas vertidas por Leonid Roshal, director del Instituto de Investigación de Cirugía y Traumatología Pediátrica Urgente. La carta es una respuesta al discurso del doctor Roshal, que el pasado 12 de abril sometió a una crítica humillante las reformas que lleva a cabo la ministra Tatiana Golikova. Roshal considera el actual sistema sanitario “el mejor del mundo” , aunque haya cambiado poco desde los tiempos de la URSS, él reclama el aumento de la financiación sectorial en dos o tres veces y su traspaso a manos de los médicos.
A mediados de abril, el famoso médico lanzó en presencia del Primer Ministro una fuerte crítica a una serie de reformas que lleva adelante el ministerio. En cambio, propuso aumentar “en dos o tres veces” la cantidad de los aportes sociales al sistema de sanitario,con el objetivo de elevar la finaciación entre un 6 y 7% del PIB. Roshal también criticó el concepto de “rentabilidad” en el ámbito sanitario y las acciones del Ministerio de Salud destinadas a conservar las policlínicas y los centros de primeros auxilios. También censuró el aumento de gastos en médicos generales sin una financiación complementaria para los especialistas, así como los límites en tiempo y el recorte de los gastos impuestos sobre los pacientes. Por último, reprobó la integración de los servicios de emergencia y las clínicas. “Si su intervención tuvo como fin destruir todo lo que hacemos y llevar a un callejón sin salida la causa a la que dedicamos todo nuestro tiempo, lo ha logrado”, declaran los autores de la carta. Por lo demás, no es muy comprensible la forma en la que Vladímir Putin, al que está dirigida la carta del Ministerio de Salud, podría “proteger de la crítica” a los funcionarios al cargo de la ministra Golikova. Pese al duro tono, el doctor Roshal no traspasa los límites estrictamente profesionales en sus comentarios sobre las reformas ministeriales.
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