Zona de alto riesgo

El primer cementerio de técnica militar irradiada del mundo está  en el pueblo de Rossoja. Foto de Reuters

El primer cementerio de técnica militar irradiada del mundo está en el pueblo de Rossoja. Foto de Reuters

Desgraciadamente, incluso hoy en día podría volver convertirse en el epicentro de una nueva catástrofe ecológica, ya que el sarcófago erigido sobre el reactor número cuatro está al borde de la destrucción y falta financiación para la construcción de uno nuevo. Sin embargo, existen medios para construir una central nuclear flotante junto a la península de Kamchatka, a pesar del peligro sísmico.

Consecuencias poco saludables

El accidente de Chernóbil fue la mayor catástrofe industrial de la historia. Antes del siniestro, funcionaban en la central cuatro reactores de tipo RBMK-1000 (reactor de canales de alta potencia de 1000 MW), mientras que había dos estaban en fase de construcción. Según los datos de la Red Internacional de Investigación e Información sobre Chernóbil (ICRIN, proyecto especial de Naciones Unidas), 350.000 personas fueron enviadas inicialmente para luchar contra las consecuencias del accidente, la cifra total asciende a 600.000 . Alrededor de 240.000 trabajaron al lado del reactor averiado y en un perímetro de 30 kilómetros. Tras la explosión del reactor 31 personas, trabajadores de la propia central y bomberos, murieron como consecuencia directa. Aunque el número de víctimas provocado por enfermedades oncológicas se multiplica por más de mil. El número total de víctimas mortales y la influencia de la radiación en el organismo humano siguen siendo objeto de una encarnizada discusión un cuarto de siglo después de la tragedia.

La mayoría de los trabajadores de la central murieron durante los tres meses siguientes, tras haber recibido una radiación superior a los 4.000 mSv (dosis letal). 530.000 personas recibieron dosis entre 1.000 y 10.000 mSv. Se trata de personas que permanecieron durante cierto tiempo en la zona afectada: soldados, cuerpos de salvamento, técnicos y empleados de la central atómica. Según los científicos, tanto ellos como varias generaciones de sus descendientes sufrirán las consecuencias del accidente : defectos congénitos, pérdida de la capacidad reproductora, envejecimiento prematuro, enfermedades pulmonares, renales, y del sistema cardiovascular y endocrino, etc. Es poco probable que se pueda calcular totalmente el daño económico causado por el desastre en la central nuclear. Aunque según la valoración de Greenpeace el coste fue de alrededor de 358.000 millones de euros.

El "abrigo"

Según las investigaciones las tierras alrededor de la central nuclear no estarán “limpias” hasta dentro de 240.000 años. Hoy en día el cuarto reactor está rodeado por un sarcófago de hormigón (el proyecto "Abrigo") que fue construido en medio año con unas dificultades sin precedentes. Según Vince Novak, director de seguridad nuclear del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), la seguridad de la cubierta de hormigón está garantizada hasta 2016.

Poca gente sabe que la central nuclear de Chernóbil siguió funcionando hasta el año 2000. En 1997 Ucrania se puso de acuerdo con los socios europeos para parar el funcionamiento de la central a cambio de ayuda para construir un nuevo sarcófago para el cuarto bloque. El proyecto para la construcción del nuevo “abrigo” está organizado por el BERD y además, varios estados se han encargado de financiar las obras. En 2007, el consorcio franco-italiano Novarka ganó la licitación para realizar el proyecto. Inicialmente, el precio de todo el plan de acción se valoró en 758 millones de dólares. Además del nuevo sarcófago(NSC, New Safe Confinement) hay que construir un almacén para el combustible nuclear de descarga (ACND-2). Sin embargo, la elaboración del proyecto de esta estructura sin análogos en el mundo se alargó durante mucho tiempo.

Además, la crisis económica provocó el retraso del inicio de las obras en varias ocasiones. Según el proyecto, el NSC será una enorme nave de 29 mil toneladas con un plazo de vigencia de un siglo. Se construirá lejos del bloque número cuatro y posteriormente se desplazará sobre raíles por encima del anterior sarcófago y se cerrará herméticamente. El presupuesto total ya ha aumentado hasta 1.600 millones de euros, de los cuales 1.000 millones serán destinados exclusivamente a la construcción del sarcófago. Resulta preocupante constatar que junto a las grietas en el viejo “abrigo”, existan también agujeros en el nuevo presupuesto: faltan 740 millones de euros en total, 600 millones para la construcción del NSC y 140 millones para el Almacén -2. Las autoridades ucranianas esperan obtener el dinero que falta en la cumbre de Kiev dedicada al aniversario de la tragedia de Chernóbil. Si todo va bien, el nuevo sarcófago se terminará en 2015.

La zona

El corresponsal de “Dengui” visitó la zona de seguridad de 30 kilómetros. El viaje fue organizado por Greenpeace y nos aseguraron que durante el tiempo que pasásemos allí tan sólo recibiríamos 3 mSv de radiación (por ejemplo, por una radiografía estomatológica se recibe una radiación de 20 mSv). La zona está dividida en dos partes: un radio de 10 kilómetros en el que está prohibido vivir, y el resto de los 30 km, donde algunos edificios están ocupados por ciudadanos que han vuelto a sus casas. En su día 1200 personas volvieron , pero actualmente son unos 200, en su mayoría gente entre 70 y 80 años.

A la entrada se encuentra el punto de acceso y control Ditiatki (“Niños”), es allí donde pasamos el control de pasaportes. El viaje desde Kiev dura tan sólo hora y media, se encuentra a unos 100 km. La distancia que separa esta entrada de la central son apenas 16 km. Mientras el autobús traquetea por los baches del camino, un empleado de Greenpeace llama nuestra atención sobre los montículos que se alzan a ambos lados del camino: se trata de las casas enterradas de los habitantes locales. Entramos en Chernóbil, un pueblo con edificios de cinco plantas de la época de Jruschev destartalados y viviendas unifamiliares. Antes de la tragedia residían 16.500 habitantes, ahora son 4.000 mil y todos son empleados de empresas estatales que trabajan haciendo guardia durante una semana. En el edificio de la empresa “Chernóbil interin form” nos advierten que en la zona está prohibido beber y comer de forma autónoma, poner las pertenencias en el suelo, andar sin ser acompañado, fumar y sacar cualquier objeto de la zona.

Firmamos el documento para confirmar que estamos al tanto de las normas de seguridad y salimos hacia el pueblo de Kupovátoie, fuera del radio de 10 kilómetros. Allí nos encontramos con Gana Zavorotnia, una mujer que tiene 78 años. Nos cuenta que la han estado intentando convencer para que se vaya a vivir a otro sitio: "Me dieron un piso en otra región, pero dije que no lo necesitaba porque quería vivir donde he nacido". Mientras tanto, el contador Geiger crepita de una manera alarmante en las manos del especialista de Greenpeace, Heinz Smital.

Imagen de Niyaz Karim

— ¿Por qué vive aquí? Con lo peligrosa que es la radiación...

— ¿Sabe lo que le digo? Peor es pasar hambre. Y la radiación... Vivimos día a día. Tengo gallinas, cerdos y una huerta. Pido a Dios que nos ayude a vivir sin necesidad de medicinas.

La siguiente parada es el reactor número cuatro. Entramos en el territorio de la central. A los periodistas sólo nos permiten hacer fotos desde el mirador situado a 300 metros del sarcófago, donde está instalado un monumento a los liquidadores. Al ver la estructura, a uno le viene a la mente un enorme animal dormido, gris y lúgubre. Tiene una pinta escalofriante, sobre todo si recordamos que dentro hay entre 135 y 180 toneladas de combustible nuclear. En el contador Geiger salta una alarma indicando 8 mSv/h (el nivel normal es de 0,1 mSv/hora).

Luego nos llevan a la ciudad fantasma de Prípiat, y es probablemente la parte más impresionante del viaje. Fundada en 1970, la ciudad de los ingenieros atómicos contaba con una infraestructura muy desarrollada. Se dice incluso que estaba mejor abastecida que la capital. Ahora reina aquí un silencio terrorífico. Apenas hay casas sin las ventanas rotas. En algunos muros se ven los graffiti dejados por los aventureros turistas. En el parque de atracciones se alza tristemente una noria en la que nunca llegó a montar nadie, ya que estaba previsto ponerla en marcha durante las fiestas de mayo. Los nuevos árboles crecen incluso a través del asfalto, y alrededor del parque prosperan los lanudos abetos,de un color verde muy brillante. A lo lejos se ve el reactor y a uno le entra aún más pavor al ver que la gente vivía prácticamente encima de una bomba atómica. Según los datos de los aparatos en el aire de la ciudad hay 30-50 mSv/h. Es hora de que nos marchemos. En el punto de control Peliv, a 10 km del reactor, tanto al autobús como a nosotros, cansados e impresionados por lo que acabamos de ver, nos examinan para comprobar si presentamos síntomas de radiación. El vehículo se controla con la ayuda de detectores. Todo está limpio.

El átomo pacífico de Rusia

A pesar de las graves consecuencias del accidente en la central nuclear de Chernóbil y la situación en Japón, que empeora cada día, Rusia no tiene intenciones de prescindir de la energía atómica. En las condiciones actuales, la Agencia Estatal de la Energía Atómica, Rosátom se enfrenta a riesgos muy claros. Según la consultoría norteamericana The McIlvaine Company, dos tercios de los proyectos en desarrollo para la construcción de reactores podrían ser congelados durante los próximos cinco años. De modo que, es posible que hasta 200.000 millones de dólares en inversiones se redireccionasen desde el sector nuclear a proyectos de energía alternativa.

Sin embargo, Rusia construye más centrales nucleares que cualquier otro país en el mundo. Rosátom tiene previsto triplicar hasta 2030 sus ventas y alcanzar los 50.000 millones de euros anuales. La propuesta estándar rusa en el mercado exterior es una unidad de generación de energía con el reactor VVER-1200 (reactor nuclear de agua presurizada), con un coste aproximado de 3.000 millones de euros. Tal y como señala el portavoz de Rosátom Serguéi Nóvikov: “las centrales nucleares con reactores del tipo VVER dominarán el mercado de los reactores rusos, al menos hasta final de siglo ya que los recursos previstos para las nuevas centrales con reactores VVER son de 50 años.”

De momento, no está previsto que haya un cambio hacia fuentes de energía renovable como la eólica, la solar o la energía geotérmica. Según la Agencia Internacional de Energía, la energía sostenible sería capaz de garantizar hasta el 30% de lo que se genera hoy en día en Rusia. Sin embargo, según Víktor Opekunov, presidente del Partenariado No Comercial Soyuzatomproyekt, el problema es que es más cara desde el punto de vista del coste específico por unidad de potencia generada. "Sobre todo, falta tecnología y una política estatal. La energía térmica, hidroeléctrica y atómica formarán durante muchos años la base energética de Rusia. Por lo menos, hasta mediados de este siglo la tarea de elevar la importancia de la energía sostenible en el país parece poco realista", concluye el experto.

Rosátom tiene previsto erigir a finales de 2012, a las orillas de la península de Kamchatka (una zona con gran riesgo sísmico), una central nuclear flotante (CNF) de 70 MW de potencia. La dirección de Rosátom explica así la localización de la CNF: "De acuerdo al proyecto, para las regiones alejadas a las que no resulta rentable llevar cables eléctricos o combustible orgánico, la construcción y la explotación de una CNF resulta mucho más rentable que las centrales eléctricas terrestres".

Los ecologistas critican con dureza esta decisión y están recogiendo firmas contra el proyecto. Aportan cálculos económicos y directrices sobre el desarrollo energético de Kamchatka. También se ha pronunciado en contra de la CNF el ex gobernador de la región, Alexéi Kuzmitski. Aunque el principal argumento es la poca estabilidad sísmica de la región. Según los datos de la Academia de las Ciencias de Rusia, la ola de un tsunami en la bahía Avachínskaia, que es donde está previsto situar la CNF, puede llegar a los cuatro metros de altura. Además, el importe para construir la CNF ascendía a los 150 millones de dólares, según declaró el Ministerio de Energía Atómica en 2001. En cambio, el presupuesto ha aumentado hasta los 550 millones, tal y como declaró el año pasado, Serguéi Kiriyenko, director de Rosátom.

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