Foto de Ria_Novosti
Cuando la madre de Yevguenia Ivanovna ingresó en el hospital, su hija Zoya sabía que tendría que realizar un “pago extraoficial” en efectivo a la enfermera, a pesar de que el hospital no es privado.
Le entregó 500 rublos (unos 12 euros ). Según los sociólogos, el problema no es la suma en sí, sino el pago mismo.
En teoría, Rusia cuenta con un sistema de salud gratuito. Este derecho está reflejado en la Constitución de 1993, la cual establece que todos los ciudadanos tienen derecho a un cuidado gratuito de la salud.
En realidad, Rusia cuenta con un sistema doble en el que conviven un sistema médico privado y otro estatal que ha quedado bastante rezagado. Años de insuficiente financiación han acabado por dejarlo en un estado precario, con hospitales en malas condiciones y atendidos por un personal desmoralizado y con un salario irrisorio, lo que fomenta los pagos especiales para hacer su trabajo.
Una de las grandes contradicciones de la sociedad rusa consiste en que algunos de los mejores médicos e investigadores científicos provienen de un país en el que, a unos cientos de kilómetros de Moscú, los familiares de los pacientes compran sus propias gasas, agujas y bolsas de suero, entre otros elementos, para una estancia hospitalaria. Las historias que aparecen en las revistas describen hospitales en donde los instrumentos se esterilizan en potes de sopa sobre espirales eléctricos.
Los profesionales sanitarios de calidad están acostumbrados a una lucha diaria
Dmitri Pushkar tiene 47 años y es el principal urólogo de Rusia y un experimentado cirujano con prestigio internacional. Podría ejercer en cualquier parte del mundo, y debe haber días en que desee estar en cualquier otro lugar.
«¿Está preparado para la lucha diaria que supone ser un médico de alta calidad? Peleo por mis instrumentos, peleo para arreglar los muros agrietados de mi quirófano… ¡Peleo por todo! La sociedad en su conjunto debe transmitir un mensaje», apunta Pushkar. «¿Qué significa ser médico? Por sociedad me refiero a todos: al presidente, al primer ministro, a los trabajadores. Una sociedad unida debe afirmar que entendemos qué significa ser un buen médico y lo importante que es».
El gobierno ruso está emprendiendo una gigantesca reforma que conllevará un influjo de efectivo (300.000 millones de rublos) para dotar a los hospitales de equipos de alta tecnología, mejores salarios y una mejor atención.
El paupérrimo estado del sistema sanitario ruso y su precaria tasa de mortalidad han servido de catalizadores. «Rusia tiene una tasa de nacimientos característica de los países desarrollados (baja) y una tasa de mortalidad típica de los país en desarrollo (alta)», explicó Masha Lipman, analista del Centro Carnegie de Moscú. «Son varias las causas que explican la tasa de mortalidad, y una de ellas es la baja calidad del sistema sanitario». Las advertencias más extremas de los demógrafos vaticinan que la población de Rusia podría reducirse de 142 millones a 100 millones de personas en 2050.
Pero no hay tendencias irreversibles: tal vez los rusos cuyas vidas sean más largas y saludables se vean inclinados a tener más hijos.
El gobierno está construyendo una serie de centros de salud en todo el país que prestarán especial atención a las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Según indicó Tatiana Golikova, ministra de Salud, en un informe estatal, las reformas harán hincapié en el cuidado preventivo e incluirán una nueva capacitación de los médicos.
El sistema soviético, que era gratuito para todos, se concentraba en el cuidado especializado y hospitalario e ignoraba el cuidado preventivo. En cambio, la ministra explicó que en Rusia el cáncer suele diagnosticarse cuando la enfermedad ya se encuentra avanzada.
Uno de los programas de reformas instalará nueve centros prenatales de alta tecnología en el país. Golikova señaló que se ampliará el uso de la cirugía neonatal y que se espera salvar alrededor de mil vidas por año.
Crecimiento de los seguros privados
Sin embargo, los rusos tienen poca confianza en su sistema sanitario y algunos prefieren un seguro privado. De hecho, el sector de los seguros pronostica un crecimiento de dos dígitos para los próximos años. Mientras tanto, los más ricos suelen viajar al exterior para someterse a tratamientos médicos de primer nivel. Los hospitales israelíes, que suelen estar dotados de médicos rusos emigrados, buscan atraer pacientes mediante publicidad en diarios rusos.
Algunos rusos dicen que ahorran para tres cosas: dinero para mantener a sus hijos fuera del ejército, dinero en caso de que algún familiar sea arrestado y dinero para pagar al médico en caso de caer enfermo. No se consideran sobornos sino pagos extraoficiales a personas mal remuneradas que hacen un favor. El problema con estos pagos es que no están regulados y, por lo tanto, en realidad sí que son sobornos.
Según Zoya, está comúnmente aceptado pagar esta vaga contribución que carece de lista de precios ni de reconocimiento oficial.
«Apenas llegas, le pagas a todo el mundo: a las enfermeras, a las personas que limpian el piso, al médico y al cirujano. La única manera de saber cuánto pagar es preguntarle a la gente que tienes alrededor —explicó Lipman, remarcando la informalidad del proceso—; de todos modos, nadie te dirá que, si no pagas, te extraerá el apéndice a medias».
Kirill Danishevsky, experto sanitario independiente, afirma que las reformas aumentarán los salarios de los médicos hasta en un 30%, pero con sueldos tan bajos, la profesión médica no lo sentirá mucho.
Pushkar, jefe de urología, señaló que parte de la solución es moral, además de financiera.
«Es imposible implementar reformas en un mes o en un año —remarcó Pushkar—, pero podemos empezar por decir que hay médicos buenos y malos. Deberíamos brindar todo nuestro apoyo a los buenos».
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