Este año, los ortodoxos y los católicos celebran la Pascua el mismo día. Foto de Reuters
Este año, los ortodoxos y los católicos celebran la Pascua el mismo día. El metropolita Ilarión expuso al corresponsal de RG su visión acerca de la posibilidad de elaborar posturas conjuntas entre ambas iglesias que condujeran a una alianza sin poner en peligro la integridad, los dogmas ni los principios.
- “Hoy en día, los católicos y los ortodoxos no deberíamos vernos como adversarios, sino como aliados en lo que se refiere a la defensa de los derechos de los cristianos. Desarrollamos nuestra actividad misionera en el mismo territorio: la Europa contemporánea que ha perdido sus raíces religiosas, morales y culturales”, declaró el metropolita Ilarión en su intervención en el IV Congreso Internacional de Würzburg, destacando que “el futuro del cristianismo en el tercer milenio” dependía de los esfuerzos comunes entre ortodoxos y católicos.
El metropolita Ilarión realizó las siguientes declaraciones al corresponsal de RG: “La alianza estratégica con los católicos es una idea que llevo meditando desde hace mucho. La tuve cuando los católicos eligieron al nuevo Papa.
La alianza a la que exhortoes, en el fondo, contraria al uniatismo, que pretende acercarnos a través de compromisos en materias doctrinales.
Desde nuestro punto de vista, la política uniatista ha fracasado por completo, porque no sólo no ha podido acercar a ortodoxos y católicos, sino que nos ha distanciado. Hoy en día tanto los católicos como los ortodoxos admiten que el uniatismo no lleva a la unión. Propongo que aprendamos a cooperar como aliados, sin compromisos en el ámbito teológico y sin intentar neutralizar artificialmente las diferencias dogmáticas que nos caracterizan, ya sea respecto a la doctrina sobre la Iglesia o a la primacía en la Iglesia Universal, sin pretender resolver todos los problemas existentes entre nosotros. Que colaboremos sin ser una Iglesia unida, sin tener un sistema administrativo unificado ni una comunicación eucarística y diferenciándonos claramente en los puntos que nos distinguen.
Esto es especialmente importante en el contexto de los desafíos comunes que se presentan tanto ante los católicos como ante los ortodoxos. Se trata, sobre todo, de los desafíos que plantea un mundo que vive sin la Iglesia, que es tan hostil para los ortodoxos como para los católicos. El desafío de las corrientes agresivas del islam, el desafío de la corrupción moral, de la destrucción de la familia, del rechazo a la familia tradicional por mucha gente de los países con tradición cristiana y del liberalismo teológico y de la moral que corroe la sociedad cristiana desde dentro. Me parece que podríamos responder juntos a estos y otros desafíos.
Quiero volver a subrayar que entre los ortodoxos y los católicos existen diferencias teológicas por todos conocidas, pero hay también posiciones comunes respecto a cuestiones morales y sociales que hoy en día no comparten muchos representantes del protestantismo liberal. Por esa razón se hace tan necesaria la cooperación entre ortodoxos y católicos. A eso lo llamo yo “alianza estratégica”.
La Iglesia no está dispuesta a aceptar ningún tipo de compromiso. Pero yo no estoy llamando al compromiso, sino a que luchemos sin compromiso alguno defendiendo nuestras posiciones. En el contexto de la comisión del diálogo teológico entre ortodoxos y católicos mi posición normalmente suele ser la más rígida. Las delegaciones de la Iglesia Ortodoxa Rusa son las que más objeciones suelen formular respecto a la documentación que allí se redacta. Ha habido casos en los que hemos tenido que abandonar las reuniones para demostrar que no estábamos de acuerdo con lo que allí estaba ocurriendo. Siempre nos oponemos drásticamente a los intentos de neutralizar las diferencias que existen entre nosotros.
No necesitamos ningún tipo de compromiso. Lo que hace falta es cooperación e interacción. En el contexto de la comisión teológica, podemos hablar de las diferencias que existen entre nosotros, pero no para encontrar un compromiso, sino para tener claro en qué aspectos nos diferenciamos y qué es lo que nos une. Puede que en el proceso de diálogo nos demos cuenta de que en algunos aspectos teológicos tengamos más cosas en común de lo que pensábamos con anterioridad. Entonces se podrá hablar de un acercamiento. Aunque puede que se dé al revés y que nos demos cuenta de diferencias que no habíamos notado antes.
El diálogo teológico tiene que seguir su camino, es posible que conduzca a algún resultado, pero puede que no. Sin embargo, la cooperación sistemática basada en el hecho de que tenemos muchos objetivos y desafíos comunes deberá desarrollarse paralelamente”.
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