La ciencia que se puede tocar con las manos

Foto de Oleg Karadzhá

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¿Cómo actúa un agujero negro? ¿Cómo se origina un tornado? ¿Cómo funciona el motor de combustión interna? En general, ¿cómo está organizado el mundo? A partir de ahora los padres de los niños moscovitas cuentan con otra opción, además de las enciclopedias y libros de texto para intentar dar alguna respuesta a estas difíciles preguntas. Basta con visitar Experimentanium, el primer museo interactivo de la capital rusa.

Un señor entrado en kilos se sienta desconfiado y algo confuso en una sencilla silla de líneas rectas. Su hijo de diez años tira sin esfuerzo aparente de la cuerda atada a las patas de la silla y, acompañado de un coro de voces de admiración, el asombrado padre se eleva en este ascensor improvisado. De esta manera los escolares comprenden el principio de los momentos: una buena alternativa a las aburridas clases de física.

Aquí, las exposiciones tradicionales han sido sustituidas por un nuevo formato, ya no funciona la vieja regla de “mirad, escuchad al guía y no toquéis nada”. En los museos interactivos se puede, y se debe, tocar los objetos de la colección, algo que convierte una visita a un museo en una aventura apasionante.

En la entrada nos dan la bienvenida dos divertidos robots que ya se han convertido en grandes amigos de los más pequeños. No es de extrañar porque estos seres un poco torpes y con aspecto de aspiradora gigante, pueden mantener una conversación, hacer preguntas e incluso enfadarse con los niños que no les dejen moverse. “¡Niña, suéltame!”, dice el robot descontento a una niña que lo tiene agarrado por el cuello.

- “Muchos de mis amigos tienen hijos con edades que oscilan entre los tres y los diez años. En un momento dado nos dimos cuenta de que sería genial tener un sitio donde, no sólo se divirtieran, sino que tuvieran la posibilidad de descubrir cosas o aprender algo nuevo”- cuenta Natalia Potápova, directora general de Experimentanium. “Cuando decidimos abrir un museo así en Moscú, visitamos una los de EE UU, Inglaterra y Dinamarca. En los museos interactivos europeos la parte lúdica predomina sobre la del conocimiento, mientras que en nuestro caso la mayoría de los objetos tienen un contenido didáctico. En Experimentanium se lo pasarán bien no sólo los niños en edad escolar, sino también los más pequeños. Todos pueden encontrar algo que les apasione”, asegura la directora.

Los más de doscientos insólitos objetos que se exponen se encuentran situados en una gran nave industrial dividida en seis zonas: anatomía, mecánica, óptica, acústica, electromagnetismo y automóviles. Además, hay un verdadero laboratorio químico donde uno puede llevar a cabo experimentos con ayuda de los profesores y una sala de conferencias donde se proyectan documentales de divulgación científica.

En el centro de la sala dos hombres observan inclinados dos placas de cobre entre las cuales hay un disco suspendido en el aire. ¡Un auténtico caso de levitación! Al lado, un grupo de adolescentes mira desconfiado un cono de hierro que se desliza solo hacia arriba por unas varas metálicas inclinadas, sin ninguna influencia exterior y, aparentemente, en contra de todas las leyes de la física, cuando en realidad lo hace precisamente a causa de éstas.

- “Moscú es una ciudad llena de museos, pero nosotros queríamos crear algo totalmente nuevo, un sitio para pasarlo bien con toda la familia. Aunque nuestras entradas son bastante caras,”confiesa Natalia Potápova. “Tendremos que sustituir muchos objetos porque los niños o adultos pueden tocar, girar o apretar lo expuesto todas las veces que quieran. Naturalmente no se les puede prohibir hacer esto porque nuestra idea principal consiste en enseñar al niño, con la ayuda de materiales didácticos, cómo funcionan las leyes de la naturaleza. No todos los objetos son capaces de soportar esta presión”, señala la directora.

Mientras tanto, los pequeños visitantes, muy animados, ponen a prueba la resistencia de todo lo que está a su alcance. Uno puede dar diez vueltas seguidas a una tabla acristalada con platos de porcelana para ver cuál de ellos cae primero. ¡Así es como funciona el rozamiento!

- “¡Papá, sal de ahí! Llevas ya metido media hora,” un escolar intenta hacer entrar en razón a su padre, incapaz de separarse del volante de un gran camión. Un camión de verdad, como si hubiera salido directamente de la publicidad de Coca Cola. Fred, tal y como lo suelen llamar cariñosamente los estadounidenses, ha llegado directamente desde su país natal. Todo el mundo puede meterse en su cabina para sentirse como un verdadero camionero americano, incluso tumbarse en su litera de viaje. Al visitar la cabina del camión, incluso el niño más pequeño se dará cuenta de por qué no hay que salir corriendo a la carretera para coger una pelota de fútbol, y es que desde la altura de la cabina no se ve ni siquiera a los adultos que están de pie al lado del camión.

– “Fabricamos los objetos que exponemos por nuestra cuenta, y el 80% de ellos está hecho en Rusia. El resto lo tenemos que encargar fuera. Entre nuestros socios está el museo Exploratorium de San Francisco”, explica Potápova. “Intentamos mantener un estrecho contacto con nuestros colegas de, por ejemplo, Irkutsk o San Petersburgo, donde ya existe un museo parecido llamado Labirintum”.

– “¿Por qué en nuestra infancia no había museos así?” Andréi ha venido con su hijo y expresa abiertamente su admiración. “Ya he estado en una exposición parecida en Finlandia y, aunque allí hay más objetos, a mi hijo le gusta mucho esto, aquí hay juguetes realmente impresionantes”.

A pesar de que en el mundo entero los museos suelen ser deficitarios y muy pocos son capaces de subsistir sin el dinero de los patrocinadores o sin un apoyo del presupuesto estatal, Natalia Potápova se muestra optimista: “Experimentanium es una iniciativa privada al 100%. Mis tres socios y yo hemos invertido en él nuestros propios recursos financieros. Desgraciadamente, por ahora los patrocinadores no se interesan por nosotros, pero tenemos planeado colaborar con el Ministerio de Educación, aunque es una estructura burocrática que tarda mucho tiempo en tomar decisiones”, se queda pensativa un momento y luego añade: “Estoy segura de que tenemos mucho futuro. Tenemos planeado abrir museos así en otras ciudades de Rusia. Mientras tanto… sueño con unas vacaciones de al menos una semana”, sonríe Natalia.

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