La cooperación espacial

Imagen de Niyaz Karim

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Rusia, un gigante del espacio, con capacidad plena en todos los ámbitos de la astronáutica, y España, un país que da sus primeros pasos en materia espacial, no escatiman esfuerzos a la hora de propiciar misiones conjuntas. Todo proyecto espacial es una aventura de largo recorrido. El éxito viene de la mano de una minuciosa planificación, de las lecciones aprendidas en el pasado, del elevado nivel de madurez tecnológica, de la perseverancia y de una filosofía basada en la permanente búsqueda de la “fiabilidad total”.

En el marco del Año Dual no podía faltar el cosmos como protagonista, y al mismo estará dedicada la Semana del Espacio (del 12 al 15 de mayo en el IFEMA de Madrid). Roskosmos, la Agencia Federal rusa del Espacio y la Academia de Ciencias de Rusia, organizarán, junto a otras empresas, una muestra del pasado, presente y futuro de la mejor cosmonáutica rusa.

Un rápido vistazo al pasado reciente nos trae la participación española en la cápsula rusa FOTON M3, que operada por la Agencia Espacial Europea fue lanzada al espacio en septiembre de 2007, para ser recuperada dos semanas más tarde en territorio ruso. Esta nave tenía como misión principal realizar demostraciones tecnológicas y biológicas en ingravidez, algo muy demandado tras el accidente del transbordador espacial Columbia (2003), que limitó notablemente el acceso científico a la Estación Espacial Internacional (ISS). En FOTON M3, España contaba con un decisivo experimento del Instituto Nacional de Tecnología Aeroespacial (INTA) con el que se demostró la posibilidad de comunicar entre sí, los equipos que hay en las naves de estas características, sin necesidad de cables, algo parecido al wifi, pero con haces de luz infrarroja. Además se contó con la participación española en un experimento destinado a analizar la superviviencia de organismos vivos como el líquen en condiciones extremas.

Ya más cerca, el 29 de julio de 2009, dos satélites españoles, el NANOSAT 01 (desarrollado por el INTA) y el DEIMOS-1 fueron lanzados desde el cosmódromo espacial de Baikonour.

Especial mención merecen las gestiones encaminadas a la utilización por parte rusa de la estación del INTA de Maspalomas (Gran Canaria) para la recepción de datos de sus satélites. Su privilegiada ubicación geográfica, tan alejada del territorio ruso, favorece notablemente la toma de acuerdos de cooperación

De entre las colaboraciones actuales destacamos tres en el ámbito científico-tecnológico que cuentan con financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación español, y se están realizando en el marco de proyectos conjuntos con Roskosmos y empresas de su entorno, además de con la Academia de Ciencias de Rusia.

La primera colaboración será el próximo despliegue de un telescopio robótico español en Siberia. Una iniciativa del Instituto de Astrofísica de Andalucía y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que pretende instalar una red de telescopios robotizados distribuidos en ambos hemisferios del planeta y en los cinco continentes con el fin de estudiar fenómenos como los estallidos cósmicos de rayos gamma, entre otros.

La segunda colaboración es la participación española en el World Space Observatory-UV. Esta misión espacial, liderada por la Universidad Complutense de Madrid, está diseñada para escudriñar el cosmos en la región del espectro electromagnético que sigue al añil, azul y violeta en el arco iris, y que llamamos ultravioleta. Este telescopio se lanzará en 2014 y estará operativo hasta 2024; será el único telescopio de ultravioleta que estará disponible en esa década, siendo más sensible que el telescopio espacial Hubble. En el consorcio internacional están además Alemania, China y Ucrania.

La última colaboración, la Mars MetNet Precursor Mission, es una misión trilateral entre Finlandia, Rusia y España. El INTA lidera la participación española (MEIGA) en esta aventura. Consistirá en ensayar técnicas de aterrizaje semirígido por impacto, con estaciones meteorológicas de 15Kg diseñadas para operar en Marte. Éstas serán el primer paso a la auténtica observación distribuida de la atmósfera del planeta rojo. La primera de estas estaciones llegará a Marte en 2014, probablemente en colaboración con China. Será un experimento pionero que planea la posterior instalación de 16 nuevas estaciones. Se podrá, a partir de entonces, escudriñar a conciencia la compleja climatología de Marte, y preparar la futura llegada del hombre a este planeta.

Héctor Guerrero es Jefe del Laboratorio de Optoelectrónica del INTA y Director de MEIGA-MetNet Precursor.

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