Foto de GettyImages/Fotobank
Poco después, los acontecimientos del mundo árabe empezaron a desarrollarse por efecto dominó: de una revolución se pasaba a otra. Hoy en día las revueltas han alcanzado a los países del Golfo Pérsico, centro petrolero mundial por excelencia. La situación se ha vuelto alarmante incluso en países tan prósperos como lo eran hasta hace poco Kuwait o Bahrein. Lo que más preocupa a los analistas es que la ola de revoluciones árabes pueda llegar hasta Arabia Saudí. De momento, las reservas de este país ayudan a mantener los precios en niveles moderadamente altos. Sin embargo, cuando los suministros de petróleo saudita escaseen, la situación en el mercado mundial se descontrolará completamente.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) manda mensajes tranquilizadores y afirma que en febrero de 2011 la extracción de petróleo en el mundo alcanzó un nuevo máximo histórico de 89 millones de barriles diarios. En efecto, el colapso de los suministros de petróleo desde Libia fue subsanado con el aumento de la extracción en los países del golfo Pérsico y de fuera de la OPEP. Aunque se trata de un equilibrio muy vulnerable. La demanda de hidrocarburos por parte de las economías emergentes de Asia (sobre todo India y China), crece con rapidez. Mientras tanto, la oferta no puede seguir el mismo ritmo. Según los expertos de la AIE, el consumo de petróleo y sus derivados seguirá aumentando en 2011 en 1,4 millones de barriles al día.
La situación se agrava debido al devastador terremoto de Japón.
La tercera potencia económica mundial está amenazada por un déficit energético a causa de las averías en sus centrales nucleares (apartemos las hipótesis apocalípticas) que producen alrededor de un tercio de la energía eléctrica del país. Japón ya se ha dirigido a Rusia para pedir un aumento de suministros de gas licuado y de carbón. Esto significa que las cotizaciones de hidrocarburos volverán a subir próximamente. "A corto plazo, el sector energético japonés tendrá que reestructurarse debido al parón de las centrales nucleares. Esta circunstancia conllevará el aumento de precios de los combustibles tradicionales (petróleo, gas, carbón, etc.)", opinan los analistas del Citybank. Según su evaluación, los problemas de la economía japonesa tendrán un mayor impacto en el mercado que las preocupaciones por la reducción de suministros del “oro negro” desde Libia, inmersa en una guerra, y otros países del Golfo Pérsico y África del Norte.
“La situación de Japón y Oriente Próximo puede provocar la subida de los precios del petróleo hasta alcanzar los 150-200 dólares por barril a muy corto plazo”, señaló el ministro de Finanzas ruso Alexéi Kudrin. Después de estas palabras, los analistas se acordaron inmediatamente de la Guerra del Golfo. En aquel entonces los precios subieron un 130% en tan sólo siete meses, principalmente debido a la reducción de las reservas de la OPEP. En estos momentos se podría repetir una situación análoga en lo que se refiere al déficit de reservas petrolíferas, aunque con nuevas expectativas respecto a la espiral de precios. La oferta de "crudo" tiene que crecer al mismo ritmo que la demanda. En caso de que no sea así, un barril de 200 dólares se convertiría en una perspectiva bastante realista.
A finales del año pasado el ministerio de Energía de EE UU realizó un pronóstico similar. El consumo mundial de petróleo, según los especialistas estadounidenses, crecería desde los 84 millones de barriles en 2009 hasta casi 111 millones en 2035.
Los precios mundiales seguirían aumentando constantemente y alcanzarían los 200 dólares por barril hacia 2035.
Hoy en día hay muchas posibilidades de que se cumpla este pronóstico. El ministerio de Energía de Estados Unidos tiene garantías para pensar que, fundamentalmente, el aumento de la extracción de petróleo en el mundo estará garantizado sólo en tres países: Brasil, Rusia y Kazajstán, ninguno de los cuales forma parte de la OPEP. La llegada de nuevas inversiones y las mejoras en las infraestructuras son aspectos que favorecen el aumento de la extracción, según los expertos norteamericanos.
En este sentido, la palabra clave es: inversión. Sin inversiones externas el gobierno de Rusia no puede esperar un aumento rápido del volumen de extracción de petróleo. La estrategia energética del Kremlin supone que la extracción de petróleo“por nuestros propios medios” desde 2005 aumente tan sólo un 13–14% hasta 2035, es decir de 470,2 millones de toneladas a 535 millones. Los consumidores mundiales de petróleo tienen sólo dos alternativas: invertir en estos momentos en el sector petrolero o pelearse mañana sobre el parqué de la bolsa por el “oro negro”.
El aumento en los precios del petróleo podría también provocar una inflación a largo plazo que empujaría hacia la "zona roja" mercados en vías de desarrollo como la India, China, Corea o Argentina. Las industrias más afectadas serán las que dependen del petróleo: el sector energético, la metalurgia, la química y la agricultura. Los alimentos se encarecerán aún más, lo cual implicará un aumento de la pobreza. Por lo tanto, para los países en desarrollo la perspectiva de una etapa de graves perturbaciones en el desarrollo de su economía es muy realista. En este sentido, es probable que haya conflictos internacionales e internos así como crisis de divisas e incluso suspensiones de pagos.
A largo plazo, los economistas contemplan dos escenarios básicos para el desarrollo.
El primero es una nueva crisis económica mundial. La lógica es muy simple. La economía mundial acaba de entrar en una fase de moderado crecimiento tras los golpes causados por la crisis financiera de 2008. Sin embargo, los altos precios del petróleo incrementan los costes de producción. Según las valoraciones de Torsten Slok de Deutsche Bank Securities, un aumento constante en los precios del petróleo hasta los 110 dólares por barril reduciría el crecimiento del PIB mundial en un 0,4% en 2011, mientras que un aumento de hasta 150 dólares le restaría un 2%. Sería una difícil situación que conllevaría inevitablemente a la depresión del sector petrolero. De modo que, por un tiempo, haría descender la fiebre del petróleo y devolvería una cierta estabilidad a la economía.
Por ejemplo, en el pronóstico sobre la economía mundial hasta el 2030, los especialistas del Centro de Desarrollo adjunto a la Escuela Superior de Economía en Moscú advierten que, dado que la economía mundial presenta un desarrollo cíclico, existe el peligro de una nueva crisis en 2018, así como en 2028. Si la crisis volviera, la caída de la producción acarrearía la vuelta a precios del petróleo anteriores. Así que lo que le espera a la economía mundial, según este escenario, es un círculo vicioso sin final.
El otro panorama es más optimista. Se trataría de un nuevo salto tecnológico y una paulatina sustitución del petróleo por fuentes alternativas de energía hasta 2035. "La próxima década será la del gas", asegura Mijaíl Krutijin, analista principal de la revista "Prospección y extracción". "Su papel podría aumentar mucho, tanto en la generación eléctrica como en la industria automovilística", considera el conocido experto ruso. El aumento del precio del petróleo impulsará a las empresas petroleras y de gas a invertir mucho en la prospección y extracción, incluyendo los proyectos de la costa ártica de Rusia, poco rentables hasta la fecha. En esta carrera vencerá el que llegue el primero a este nuevo Klondike mundial.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: