El tesoro de las repúblicas

Foto de AFP_EastNews

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¿Por qué el antiguo presidente de Egipto, Hosni Mubarak, esperó hasta el último momento para dimitir a pesar de que millones de personas ya estaban protestando en la plaza de Tahrir? ¿Por qué su homólogo libio, Muamar el Gadafi, ha emprendido una guerra en la que está eliminando a los habitantes de su país para conservar el poder? La respuesta es trivial: los líderes que se encuentran en apuros necesitan tiempo para esconder sus riquezas. En la práctica, esto significa transferir las finanzas a los bancos de aquellos países que no delatan a sus clientes, o cambiar la titularidad de las cuentas a varios testaferros. Sin embargo, Occidente tampoco se deja engañar: últimamente se ha creado un sistema eficiente de búsqueda y bloqueo de cualquier tipo de activo de origen dudoso. Se trata de una situación diferente a la de Rusia, donde el mecanismo de sanciones personales contra de los políticos extranjeros nunca ha sido utilizado.

No hay entrega


La semana pasada el presidente Dmitri Medvédev firmó un decreto según el cual Rusia se unía a las sanciones contra Libia. De acuerdo con este documento, nuestro país congelaría todos los contratos de venta de armas al régimen de Muamar el Gadafi. Sin embargo, el documento no menciona el bloqueo de las cuentas del líder libio. Precisamente en un momento en el que en Occidente se ha empezado una verdadera caza y captura del dinero de los líderes árabes derrocados. Los importes bloqueados ya han alcanzado cifras de decenas de miles de millones de euros. ¿Por qué no se oye nada al respecto en Rusia?

Los expertos entrevistados por “Itogui” mencionan dos causas. La primera es que Rusia, en general, no es un lugar atractivo para guardar cualquier tipo de capital, y menos si se trata de capitales de procedencia dudosa. Por lo tanto, como no existen cuentas, no hay nada que congelar. En segundo lugar, en el país no existe ningún mecanismo para las sanciones financieras personales. Como mucho, se pueden buscar y bloquear activos de personas físicas en el contexto de una acción penal y a petición oficial de la fiscalía de algún estado extranjero. Aunque la historia rusa desconoce casos de bloqueo de capitales de algún político extranjero.

Por cierto, la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU no exige a los países del mundo que congelen automáticamente las cuentas de Gadafi o de su familia. Se trata de acciones voluntarias y no obligatorias. Teóricamente, Moscú podría participar en la caza global de capitales “políticos”, pero aunque quisiera, le sería difícil. Para empezar, Rosfinmonitoring tendría que disponer de información sobre la presencia en territorio ruso de activos pertenecientes al político que ha sido objeto de las sanciones internacionales. Para congelar este tipo de cuentas, en Rusia no es suficiente una orden directa del jefe de estado, a diferencia de algunos otros países. El órgano encargado de la vigilancia tendría que dirigirse al juzgado. Y es que el bloqueo de cuentas bancarias en Rusia se regula por el artículo 27 de la Ley Federal “Sobre los bancos y la actividad bancaria”. En particular reza “el arresto sólo podrá ser efectuado por orden judicial o arbitraje, orden del juez, así como por resolución de la instrucción preliminar en caso de existir una resolución judicial”. En este caso las cuentas bancarias en cuestión serían inaccesibles para cualquier operación de débito. El mismo mecanismo se aplica a otros activos, valores o bienes inmuebles.

En general, es difícil imaginarse que Moscú de repente se una, por ejemplo, a las sanciones europeas contra los funcionarios bielorrusos, incluido Alexánder Lukashenko, cuyas cuentas la UE ha resuelto bloquear. Bielorrusia es aliado de Rusia, mientras que la Unión Europea no es más que un socio. Lo mismo se puede decir de prácticamente todos los países que Occidente califica de “marginados”. Moscú tiene con ellos una relación muy especial, y si un embargo para la venta de armas todavía resulta aceptable, el hecho de bloquear las cuentas se presenta como algo mucho más problemático.

Para ser justos, hay que admitir que no somos los únicos que tenemos estas particularidades. En Occidente mismo hay muchos países que no se precipitan a la hora de perseguir a los dictadores.

Un congelamiento profundo


En la Unión Europea, tal y como explicó a “Itogui” Denis Danilidis, jefe del servicio de prensa de la Embajada de la UE en Rusia, la decisión respecto a las sanciones financieras es tomada por el consejo de los ministros de Asuntos Exteriores de los países miembros, y en algunos casos, por los jefes de Estado y de Gobierno. Primero se adopta una decisión política, mientras que su mecanismo está perfectamente definido en el reglamento de la UE.

La primera víctima de este procedimiento fue Bielorrusia, el pasado enero: la UE prohibió la entrada en su territorio a 158 funcionarios bielorrusos encabezados por Alexánder Lukashenko y sus dos hijos mayores, sancionando con la búsqueda y el bloqueo de todas las cuentas bancarias que les pertenecieran. Más tarde, les llegó la hora al ex presidente de Túnez, Zine el Abidine, y al ex líder egipcio Hosmi Mubarak, cuando los países de la UE empezaron a congelar sus cuentas. Ahora, los ahorros de Muamar el Gadafi están en el punto de mira. Este último ostenta el récord absoluto respecto al volumen de dinero sujeto a un “congelamiento profundo”. Las sanciones afectan no solamente a las cuentas personales, sino también a todos los activos de Libia en el extranjero. Este país rico en petróleo posee, según diferentes valoraciones, hasta 170.000 millones de dólares. Occidente pudo enterarse de donde se guarda este dinero “de primera mano”: hace quince días en Trípoli desapareció Farhat Omar Bengdara, jefe del Banco Central de Libia, que luego reapareció en Estambul. A juzgar por la velocidad a la que van los bloqueos de activos, el prófugo colabora con la administración de los países que se han unido a las sanciones.

No se escapa nada


Estados Unidos ha sido quien más dinero libio ha congelado. Según parece, alrededor de 30.000 millones de dólares. No es de extrañar, teniendo en cuenta que el mercado financiero de EE UU es el más importante del mundo. Además, en este país existe el sistema de sanciones personales mejor elaborado. “Se trata del mayor bloqueo de cuentas extranjeras en nuestro país llevado a cabo en el marco de aplicación cualquier tipo de sanción”, declaró David Cohen, viceministro de finanzas. Sin embargo, el político no explicó qué parte de esos 30.000 millones de dólares pertenecía directamente a Muamar el Gadafi y su familia, y qué parte a la administración estatal de Libia.

Los expertos consideran que sobre todo se trata de cuentas del Banco Central de Libia y de inversiones gestionadas por el fondo l Libyan Investment Authority. “Teniendo en cuenta la ausencia de relaciones entre estos dos países durante muchos años, hay que buscar en otra parte las riquezas personales del dictador libio”, comenta a “Itogui” la economista Antonia Bodnar.

Según uno de los telegramas secretos recibidos por el Departamento de Estado de EE UU en enero de 2010, un representante oficial de Libia declaró a un diplomático estadounidense que su país “tenía 32.000 millones de dólares en bancos de EE UU”. Un documento publicado en la página de Wikileaks señala que cada uno de estos bancos opera con inversiones libias comprendidas entre los 300 y los 500 millones de dólares.

En este sentido, los anteriores éxitos de EE UU en la búsqueda y bloqueo de dinero procedente de países extranjeros parecen bastante modestos. Desde 1950, según el experto Peter Robertson, están bloqueados en EE UU alrededor de 5,4 millones de dólares pertenecientes a Corea del Norte. Desde 1979 hay activos de Irán congelados, principalmente inmobiliarios, con un valor de 22,3 millones. Desde 1963 también están congelados los activos de Cuba que, según distintas valoraciones, pueden alcanzar entre 113 y 223 millones. En su época también fueron congelados 1.900 millones de dólares en activos pertenecientes a Irak. Después de la caída de Saddam Husein este dinero fue devuelto al nuevo gobierno del país.

En Estados Unidos, la decisión de bloquear activos es tomada por el presidente en persona. Sin embargo, tal y como señala el analista Bryan Palmer, no se trata en absoluto de una confiscación. Se sigue aplicando el cómputo de intereses al dinero confiscado. En el caso de que se trate de inversiones y valores, cuyo precio puede bajar, los bancos tienen la posibilidad de elegir: o bien dejan las cosas tal y como están y no prestan atención a la depreciación de los activos bloqueados, o bien se dirigen al Ministerio de Finanzas pidiendo permiso para trabajar con ellos con el fin de mantener su valor.

En lo que se refiere a los bienes personales, ya se trate de Gadafi o de Lukashenko, la situación no se presenta tan clara. El presidente de EE UU no tiene derecho a confiscar el dinero perteneciente a una persona concreta para entregárselo a otra. Aún así, puede pedir al juzgado que lo haga si puede probar que estos bienes han sido obtenidos a través de la corrupción. En este caso el juez podría transferir la titularidad al gobierno de EE UU, el cual, a su vez, transferiría los ahorros personales del líder derrocado a la nueva administración del país. Además, las cuentas personales de los dictadores pueden ser bloqueadas con el objetivo de “pagar compensaciones ante las futuras demandas en contra del régimen”.

En EE UU existe incluso un organismo especializado en buscar el dinero de los “malos” extranjeros. Es un departamento perteneciente al Ministerio de Finanzas llamado Dirección de Control de Activos Extranjeros (OFAC — Office of Foreign Assets Control). Fue fundado en 1950 cuando comenzó la guerra de Corea. En aquel entonces el presidente Harry Truman decretó el bloqueo de todos los activos chinos y norcoreanos de las instituciones financieras de EE UU.

El dinero ha desaparecido


Sería ingenuo pensar que los líderes sancionados vayan a observar tranquilamente como su dinero va a parar a las manos de los demás. Existen dos maneras fiables de esconder los ahorros. En primer lugar, hay países cuya legislación no permite “congelar” ningún activo en general. Por ejemplo, la familia del líder derrocado de Túnez, que tiene al menos 20 millones de dólares en sus cuentas, se ha quedado en Canadá. La legislación vigente no da la opción de bloquear este dinero.

La otra manera consiste en situarlos en países que defienden conscientemente los capitales “políticos”. Incluso en la Unión Europea quedan estados que no tienen ningún interés en mirar con lupa los “trapos sucios” financieros de Gadafi, Mubarak, etc. Tal y como ha señalado en su entrevista a “Itogui” el secretario de prensa de la Embajada de la UE en Moscú, “esperamos ver qué dice Italia, porque se sabe que Gadafi tiene algo en ese país”. Este “algo” es, en particular, la participación del gobierno de Libia en UniСredit, uno de los mayores bancos italianos, y en una serie de empresas, incluida la Fiat, e incluso un paquete de acciones del club de fútbol Juventus. Italia tiene muchísimas relaciones financieras con su antigua colonia africana. Las empresas italianas también poseen activos en Libia, sobre todo, en el sector petrolero. Es decir, es muy posible que Roma tenga algo que perder.

También se puede esconder el dinero lejos de Europa. Según las observaciones de los expertos, últimamente las grandes fortunas y reservas estatales se trasladan de Occidente a Oriente, por ejemplo, a Singapur. Además, la aplicación de sanciones en Europa tampoco es unívoca. “No se trata de confiscar el dinero, sino de bloquearlo”, asegura el vicepresidente del comité de asuntos internacionales de la Duma Estatal, Andréi Klímov. Posteriormente comienza un procedimiento muy complicado. Si no se observa este último, el dinero que, según Klímov, se va transfiriendo a Singapur gota a gota, se iría ya como una especie de río sigiloso: “Porque si la cuenta ha sido abierta sin infringir la legislación, no se puede confiscar sin que medie una resolución judicial”. Aunque, en general, los europeos controlan la situación. “Hace unos años los bancos europeos recibieron de la administración instrucciones para comprobar qué titulares de cuentas eran personas VIP en sus países”, explica Klímov. “No se trataba solamente de jefes de estado, sino también de jueces, fiscales, etc. Los banqueros pusieron etiquetas, luego declararon esta información secreta, pero al recibir la señal correspondiente, la descubren”. Sin embargo, no es tan fácil. Existe otra manera de encubrir capitales “políticos” abriendo cuentas a nombre de testaferros. Por ejemplo, hace un par de años la fiscalía española interrogó a un ciudadano ruso que operaba con la cuenta desde la cual se enviaba dinero a la familia del presidente de Guinea Ecuatorial, Obiang Nguema Mbasogo.

El único fallo de esta fórmula consiste en que es imposible encubrir así miles de millones de dólares. Un depósito importante despertará inmediatamente las sospechas de los órganos reguladores. En cualquier caso, los curiosos pueden estar tranquilos porque la historia no conoce ningún caso en el que un antiguo dirigente acabe viviendo en la miseria.

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