Foto de AFP/East News
En cualquier caso, la posición oficial de la Agencia Estatal Rosatom, difundida a través de los medios de comunicación, es más que optimista: ningún contrato se rescindirá, no hay motivos para el pánico, la energía nuclear está a salvo.
Sin embargo, a principios de los años 2000 el sector mundial de la energía nuclear sufrió un período de estancamiento debido a la explosión de Chernóbil y su gran repercusión. Esta catástrofe no sólo influyó en la opinión pública rusa, sino también en la comunidad internacional. A causa de la reacción negativa de la población local, se dejaron de construir centrales nucleares en varios países de América del Norte y Europa Occidental. En particular, en Alemania se tomó la decisión de rechazar por completo la utilización de la energía atómica con fines pacíficos e ir sustituyéndola paulatinamente por centrales térmicas y energías alternativas. Según los planes del gobierno alemán, que quedaron plasmados en la correspondiente ley, esta transición debería terminar en los próximos diez años. Hace 15 años Japón tampoco mostró mucho interés por la energía nuclear. El estancamiento prolongado de la economía tampoco ha favorecido el aumento de la construcción de centrales nucleares, además la situación se agravó por la creciente desconfianza de la población.
En Rusia la situación también se vio marcada por aquella tendencia mundial a la “pausa nuclear”. Tal y como afirman los especialistas del Instituto para los Problemas de Seguridad en el Desarrollo de la Energía Atómica de la Academia de las Ciencias de Rusia (IBRAE RAN), después de la avería en la central nuclear de Chernóbil “en Rusia se pararon los proyectos de construcción de 20 nuevas centrales atómicas además de cinco proyectos que estaban prácticamente construidos o estaban en una fase media de construcción. Todas las obras se pararon”.
Sin embargo, durante la segunda mitad de los años 2000 el estancamiento en el sector de la energía nuclear fue reemplazado por varios indicios de renovación. Tal y como explica el primer vicedirector de IBRAE RAN, Rafael Arutiunián, “el mundo empezó a vivir una especie de renacimiento nuclear, ya que prácticamente todos los países desarrollados se dieron cuenta de que los problemas relacionados con el suministro sostenible de energía, incluidos los medioambientales, sólo se podían resolver desarrollando la energía nuclear”. Finalmente, incluso Alemania dio a entender que estaba moralmente preparada para revisar su prohibición a la energía nuclear.
En aquel momento Rusia y China también afirmaron que tenían nuevos y ambiciosos proyectos en el sector. Hace cinco años el director de Rosatom, Serguéi Kiriyenko, se pronunció a favor de la construcción de unas 40 centrales antes del año 2030. El presidente Dmitri Medvédev calificó el sector de la tecnología nuclear como uno de los más importantes para la modernización del país. China, por su parte, declaró que tenía un programa nuclear sin precedentes que pretendía multiplicar por siete la potencia nuclear para el año 2020. Se trataría de poner en marcha entre seis y siete centrales nucleares nuevas cada año durante los próximos diez años.
Sin embargo, ahora todos los planes relacionados con la energía nuclear podrían ser aplazados de una manera indefinida. Algunos expertos temen que, influida por “el Chernóbil japonés”, la opinión pública en Alemania y otros países pueda volver a pronunciarse en contra. Los ecologistas pudieron constatar una vez más que los especialistas no eran capaces de garantizar la seguridad de la energía atómica. “Los acontecimientos en Japón muestran de una manera evidente la vulnerabilidad de la industria atómica ante las catástrofes naturales, cosa que destruye por completo el mito sobre la fiabilidad y seguridad de la energía atómica moderna”, declaró ayer Vladímir Sliviak, uno de los presidentes del grupo Ekozaschita. Según él, en 1993 Rusia consiguió evitar milagrosamente una situación análoga a la japonesa, cuando debido al fuerte viento resultó dañado el sistema de suministro de energía a la central nuclear de la península de Kola. Y en 2000, debido a los fallos en el sistema de suministro energético de la región de Sverdlovsk, se quedó sin electricidad la unidad de producción de energía de la planta nuclear de Mayak. “De momento hemos tenido suerte, ¿pero será siempre así? Lo que ha ocurrido en Japón tiene que servir de lección a Rusia, una lección que consiste en lo siguiente: la energía atómica nunca puede ser segura, y nuevos proyectos como la central nuclear flotante del Lejano Oriente ruso y las centrales terrestres en regiones sísmicamente peligrosas, no hacen más que agravar los riesgos”, resume Sliviak.
Sin embargo, la postura oficial de Rosatom es optimista. Serguéi Nóvikov, portavoz, comunicó a Nezavísimaia Gazeta que el reactor de la central nuclear japonesa Fukushima 1, que estalló después del terremoto, había sido construido hace 40 años por los estadounidenses. “Hoy en día los reactores nucleares se construyen en el mundo entero según una tecnología completamente diferente. En particular, están dotados de sistemas de seguridad pasiva”, subraya Nóvikov.
Actualmente los especialistas del sector nuclear ruso están construyendo cinco reactores en el extranjero, y existen unos diez proyectos más que serán desarrollados próximamente. En total, Rosatom tiene en su agenda 30 pedidos para construir bloques nucleares en distintos países del mundo. Según otra fuente cercana al Ministerio de Energía, lo ocurrido en Japón no influiría en absoluto en la realización de proyectos rusos de exportación hasta el año 2030.
Pero algunos especialistas reconocieron a “Nezavísimaia Gazeta” que “el Chernóbil japonés” podría cambiar la situación del sector energético mundial empeorando las perspectivas de los contratos rusos para la construcción de centrales nucleares en otros países. Consideran que el optimismo oficial de la administración del sector es un intento de paliar las críticas o incluso el pánico respecto a la energía nuclear.
El artículo se publica en versión abreviada
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