Tildada de terrorista

Zaira. Foto de Oksana Yushko

Zaira. Foto de Oksana Yushko

Zaira, una menuda mujer que vive en Majachkalá, la vibrante capital de la república rusa de Daguestán, ha dado a luz hace poco a un varón. En cambio, fuera de su casa la gente la ve como una asesina potencial, no como una madre. Ella misma cuenta como recientemente, mientras hacía la compra, los clientes la señalaban y murmuraban: “Allí va la mártir”.

La joven mujer admite que prefiere quedarse en su casa, “encerrada entre las cuatro paredes” de su apartamento en lugar de vérselas con las miradas acusadoras de extraños en esta región ampliamente musulmana del sur de Rusia.

La pesadilla pública de Zaira comenzó la primavera pasada, después de que dos mujeres, también de Daguestán, se inmolaran en el metro moscovita causando la muerte a 40 personas y herir a más de 100.

Las terroristas compartían con Zaira algo más que el origen geográfico. Al igual que ella, sus maridos habían sido insurgentes asesinados que lucharon contra las fuerzas rusas en el Cáucaso Norte. Como muchas terroristas suicidas que han atacado Moscú han sido esposas de rebeldes muertos, los medios rusos las han apodado “viudas negras”. Tras el ataque, el periódico ruso “Komsomolskaya Pravda” publicó fotografías de 22 “viudas negras” reales y potenciales, junto con información personal entre la que se incluía los distritos en donde viven.

La primera imagen de la lista es la de una de los atacantes del metro moscovita. El titular rezaba: “1.000 viudas y hermanas de las guerrillas daguestaníes ayudan a los terroristas”.

La fotografía de Zaira se encuentra entre las 22, inequívoca acusación de que ella es una potencial atacante suicida, alguien que debe ser temido y vigilado.

“¡Qué insensato de su parte haberme incluido en tal listado!”, ha dicho Zaira en una reciente entrevista. “Si quisiera perpetrar un ataque terrorista, no viviría abiertamente en la capital de Daguestán, no habría inscrito a mi hijo en la escuela".

En la última década, las agencias de seguridad rusas han tenido la tendencia de etiquetar a todos los musulmanes fundamentalistas de sospechosos terroristas, además de incluirlos en la tendencia wahhabi del islam radical, algo que no siempre aceptan ellos mismos. Al mismo tiempo, según activistas por los derechos humanos, los agentes policiales han implementado ciertas tácticas, a veces brutales, en un intento por controlar violentas insurgencias.

“Incendian sus casas.Tanto la familia como el sospechoso podrían 'desaparecer' o ser asesinados", comparte Tatyana Lokshina, de la oficina moscovita de la organización internacional Human Rights Watch. "Los brutales métodos y la falta de espacio para opiniones o posturas religiosas alternativas llevan a la juventud a la clandestinidad”.

Lokshina comparte que cuando el listado de las llamadas viudas wahhabitas fue entregado por agentes de policía al diario nadie se preocupó por los derechos de las mujeres, o por las consecuencias que tal etiquetamiento podría tener en sus vidas. “Ha sido tan solo otra táctica dentro de un sucio conflicto”, aseveró.

Por otra lado, la policía insiste en que están luchando contra un enorme enemigo en el Cáucaso. La semana pasada arrestaron a otra joven mujer, presunta “viuda negra”, en la república rusa de Ingushetia. Fátima Yevloyeva,de 22 años, era hermana de Magomed Yevloyev, el presunto suicida que recientemente atacó el aeropuerto de Domodédovo y se cobró la vida de 36 personas en el área de llegadas.

Los investigadores afirman que Fátima tenía rastros de explosivos en sus manos. Se le acusa de haber ayudado a su hermano a construir la bomba. El esposo de Fátima, un presunto insurgente, fue asesinado el pasado verano.

En el año 2010, Daguestán fue la región de Rusia que sufrió la mayor cantidad de ataques terroristas: 68 personas murieron y 195 resultaron heridas en 112 ataques, cinco de los cuales fueron cometidos por atacantes suicidas. Human Rights Watch denunció que en el segundo semestre de 2010 hubo 20 secuestros y 8 asesinatos de musulmanes fundamentalistas a manos de la policía en Daguestán. Según el fiscal general adjunto Ivan Sydoruk, en el año 2010 hubo el doble de ataques terroristas que en 2009 en todo el Cáucaso Norte.

“Para reformar el islam en Rusia, es preciso que las autoridades hagan un esfuerzo y escuchen a todos los líderes religiosos, y no sólo a los leales”, sostiene Lokshina. “La solución para poner fin a la guerra partisana de Daguestán es el desarrollo de las instituciones de la sociedad civil que protejan los derechos humanos”.

Gennady Gudkov, miembro del parlamento y vicejefe del comité de seguridad, ha declarado que los legisladores necesitan un poder político renovado para supervisar los esfuerzos antiterroristas de los servicios de seguridad del país. Gudkov se queja de que el parlamento no tiene control sobre el Comité Antiterrorista Nacional, la principal agencia acusada de dirigir la campaña contra el terrorismo, y de que ni siquiera puede obtener información básica respecto a lo que hace el Comité.

“A nosotros, los diputados, no se nos permite investigar el trabajo del Comité”, sostiene.

“Por ello los métodos que están utilizando para combatir el terrorismo son un gran secreto. No tenemos ni idea".

El caso de Zaira sugiere que algunos de esos métodos podrían ser contraproducentes. Zaira afirma haber hecho lo imposible por seguir adelante y construir una nueva vida desde que su primer marido fue asesinado en las montañas hace seis años. Se ha vuelto a casar, ha tenido otro bebé y consiguió un trabajo. Todo lo cual se derrumbó tras la publiacación del listado en el periódico. Zaira perdió su trabajo como limpiadora en una tienda. Comenta que retiró a su hijo de 8 años del colegio laico al que asistía y lo inscribió en un colegio privado religioso, después de que un profesor le diera una paliza por ser un wahhabi. Añade que es sometida a frecuentes interrogatorios por parte de la policía.

“Desearíamos poder encajar”, declara, “pero estamos siendo expulsados”.

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