"Máslenitsa": 
un carnaval de sabores rusos

Foto de Ria_Novosti

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En Rusia existen una serie de costumbres que son innegociables, como que las ventanas nunca deben dejarse abiertas o que, cuando se entra en una casa, uno debe dejar los zapatos a la entrada, pero si alguien quiere ganarse el respeto de la familia, tiene que aprender a hacer blinis ( los crêpes rusos), y cocinarlos en esta época. Esto es algo que he tratado de evitar hasta ahora, pero este año, me he propuesto que para Máslenitsa, el carnaval ruso, dominaría como nadie el arte de los blinis . Así que me puse manos a la obra y rebusqué en libros de cocina del siglo XIX, también pedí consejo a las señoras mayores del mercado, y hasta se me ocurrió llamar a mi suegra. “¡Hoy tengo mucho trabajo!” , exclamó mi marido. “Perfecto”, murmuré. “Te necesito lejos. Debo hacerme con esta receta y creo que me llevará todo el día”. “Que no se te vaya de las manos”, me advirtió cuando salía por la puerta. “Ni se te ocurra comer nada”, le grité. “¡Tendremos sesenta crêpes para la cena!”.

¡Ha llegado el Máslenitsa! Una semana cargada de fiestas, comida y juegos tradicionales, incluida a regañadientes en el calendario ortodoxo, que anuncia el final del invierno y precede a la Cuaresma, pero que también da la bienvenida a la primavera. Máslenitsa es una festividad ancestral y pagana en la que se adoraba a la naturaleza y que celebraba el cambio de estaciones.

Originalmente, las celebraciones de Máslenitsa estaban vinculadas al equinoccio de primavera. Al inicio de esta estación, el sol pasa sobre el ecuador lo que hace que el día y la noche tengan exactamente la misma duración. De los cuatro puntos del calendario (los dos solsticios y los dos equinoccios), el equinoccio de primavera era el más venerado por las sociedades antiguas, ya que significaba el retorno del sol tras la oscuridad del invierno.

Esta tradición está basada en dos personajes mitológicos eslavos, Yarilo y Morana, que eran hermanos y también amantes. Ambos representan la vida y la muerte, el fuego y el hielo, la primavera y el invierno. Su amor alcanzó su punto más algido durante el solsticio de verano. Pero durante el otoño, Yarilo sería infiel a su esposa, y esta traición motivaría la ruptura violenta y la muerte de la pareja.

La enfurecida Morana se transforma en una bruja temible y derrama muerte y heladas a su paso. La naturaleza se marchita y Yarilo se retira a la oscuridad. Con la llegada de la primavera,los fieles prendían fuego a una efigie de paja de Morana sobre la nieve para sacar a Yarilo de las sombras. A medida que crujían las llamaradas de la Morana de paja, los eslavos paganos celebraban el regreso de la primavera con bailes, luchas y un festín de crêpes, símbolos del sol y de saludo a la vida eterna.

Los cristianos, siempre ávidos a la hora de adoptar festividades de otros pueblos, han encontrado una curiosa interpretación del Máslenitsa con el tiempo litúrgico que precede a la Pascua. En la Rusia rural, la Cuaresma era una excusa espiritual muy práctica que permitía hacer una dieta espartana, sin carnes, quesos, aceites, huevos, alcohol y manteca, porque los 40 días de Cuaresma coincidían con el periodo en que los alimentos básicos de las tiendas en invierno se reducían al mínimo.

En la actualidad, claro está, se pueden conseguir mangos y codornices en gelatina durante todo el año y en cualquier supermercado, aunque muchos rusos se someten con orgullo al “gran ayuno” como una forma de elevarse espiritualmente y, de paso, adelgazar unos kilos en menos de dos meses. Ambos propósitos son sencillos si se sigue una dieta a base de papilla de alforfón y sopa de repollo.

Máslenitsa contiene la palabra maslo , que significa “manteca”, aunque algunos entendidos sostienen que es una versión más antigua de miaso pustni , que quiere decir "vacío de carne”. Sea cual sea la explicación, es tiempo de darse un atracón de manteca, queso y crema. Máslenitsa es para Rusia lo que las carnes tolendas son para los anglosajones, o el Carnaval y el Mardi Gras son para España y Francia. Una celebración pública que recibe la luz y la calidez de la primavera. E l último bocado de diversión, y sobre todo de calorías, antes del comienzo de la Cuaresma.

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