Foto de Ria_Novosti
Esta visita no ha sido la primera vez que Medvédev expresa su frustración en las últimas dos semanas. El presidente ya ha despedido a altos funcionarios de la división de transportes del Ministerio del Interior, así como a ciertos funcionarios dentro del FSB (antigua KGB) por negligencia y corrupción.
Sin embargo, las autoridades rusas han hecho lo imposible por dar una imagen de receptividad tras la tragedia de Domodédovo. El 28 de enero, cuatro días después del atentado en el aeropuerto, la Duma Estatal aprobó un nuevo sistema de alerta terrorista codificado por colores. El sistema alertará a la población acerca del riesgo de ataques terroristas mediante la utilización de colores que van desde el azul, para un riesgo bajo, hasta el rojo, para las amenazas más graves, confirmó a la agencia de prensa RIA Novosti un miembro del parlamento. La votación llegó dos días después de que Estados Unidos manifestase su deseo de abandonar un sistema de alerta de amenanaza terrorista similar. El congresista demócrata Bennie Thompson lo ha anunciado y ha manifestado que “el sistema codificado por colores sólo enseñó a los estadounidenses a sentir temor y no a estar preparados”. Rusia ya ha comprometido enormes sumas de dinero para la lucha contra el terrorismo, esfuerzos que han redundado en grandes operaciones militares. En 2010, según estadísticas publicadas por el Comité Antiterrorista del país el pasado octubre, las Fuerzas Especiales Rusas eliminaron a 301 terroristas y arrestaron a otros 468 en unas 4.500 redadas contra grupos extremistas.
Los analistas son muy escépticos de las soluciones propuestas por las autoridades. “Aún queda muchísimo por hacer”, declaró Oleg Orlov, director de la ONG rusa Memorial, que considera que la solución al problema del terrorismo en Rusia sólo puede encontrarse en sus orígenes, es decir, en la región del Cáucaso Norte. “Resolver los problemas sociales, satisfacer las expectativas de la sociedad, esa es la solución”, insiste. Llevar a cabo redadas para atacar a las células terroristas claramente no ha funcionado como una contención del problema y las autoridades rusas empiezan a reconocer que el método “totalmente represivo” no ha funcionado. En una entrevista otorgada a Radio Svoboda, Mijaíl Margelov, representante del partido gobernante Rusia Unida ante el Consejo de Seguridad de Rusia, ha admitido las dificultades que tienen las autoridades para abarcar el asunto del terrorismo en su conjunto. “El problema es que no comprendemos el fenómeno del radicalismo y del fundamentalismo religioso. Si no podemos luchar contra las raíces del terrorismo, podremos curar el resfriado, pero no habremos matado al virus que lo generó. Y es el virus el que debe destruirse”, declaró en dicha emisión. El segundo invitado del programa, Vladimir Evseev, director de investigación de la Academia de Ciencias de Rusia y ex director de investigación de la Fundación Carnegie, manifestó que, en su opinión, existen “una cantidad de soluciones técnicas que pueden implementarse”. El experto describió la realidad actual de Oriente Medio y aclaró que “debería hacerse uso de la experiencia de Israel en la lucha contra el terrorismo, ya que es vastísima”.
Por último, el pasado 31 de enero, la corresponsal de “Kommersant” Olga Allenova escribió en el periódico semanal “Vlast” que para implementar un verdadero programa antiterrorista las autoridades deberían “reconocer oficialmente el fracaso de sus políticas en el Cáucaso”. Agregó que “son precisamente dichas políticas las que han causado que el terrorismo ingresase en nuestras vidas”. La tragedia de Domodédovo ha sido sólo la última de una larga lista de actos de este tipo. Desde 1999 Rusia ha sido víctima de muchos atentados mortales, incluidos dos aviones destruidos en el aire, explosiones en trenes y en el metro moscovita, y tomas de rehenes que terminaron en baños de sangre. Al menos las autoridades pueden jactarse de haber identificado al enemigo. Tras los conflictos de 1993 y 1999 entre las fuerzas rusas y los rebeldes en Chechenia, la guerra de Chechenia se extendió más allá de los límites de la región y penetró en muchas zonas del Cáucaso Norte. Periódicamente miembros de la policía y de la población civil rusa son blancos de ataques en la región. Doku Umarov, el autoproclamado emir del Cáucaso y líder de los islamistas en la región, ha asumido la responsabilidad por la mayoría de los ataques dirigidos a la población civil rusa, incluido el atentado de Domodédovo. A principios de febrero, Umarov había prometido un “año de sangre y lágrimas” y dijo que contaba con 60 terroristas suicidas voluntarios listos para sacrificarse por su causa.
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¿Cuánta rabia presidencial hará falta para desactivar a los terroristas suicidas del Cáucaso?
Después del atentado, Medvédev declaró que el terrorismo continúa siendo la “principal amenaza contra nuestra seguridad” , según RIA Novosti. Pero es como si el país se mostrara dubitativo en el momento de evaluar sus propias prioridades de seguridad interna. En este sentido conviene señalar que, según la doctrina oficial militar publicada en febrero de 2010 y referida a las amenazas nacionales, el terrorismo ocupó el décimo puesto mientras que el primero fue para la OTAN.
Rusia ha sido víctima de dos ataques importantes desde la publicación de dicho documento: las explosiones en dos estaciones del metro de Moscú el 29 de marzo de 2010, donde murieron más de 40 personas, y el atentado en el aeropuerto de Domodédovo el pasado 26 de enero.
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