Estos proyectos tienen gran relevancia pero podrían desviar el debate acerca de las verdaderas necesidades de la economía rusa a la hora de modernizarse. El desafío de la modernización es mucho más profundo y exige cambios mucho más amplios en el ámbito de los negocios. También existe el riesgo de crear expectativas poco realistas sobre los logros que pueden alcanzarse con proyectos puntuales.
Las iniciativas del gobierno se centran en una modernización radical junto al desarrollo de nuevos productos y tecnologías. El objetivo es volver a colocar a Rusia en un lugar importante en lo que se refiere a I+D. Rusia sigue teniendo algunas de las mentes más brillantes del mundo, y las recientes reformas de las leyes migratorias facilitan la llegada de expatriados. La riqueza de materias primas del país también permite al gobierno financiar generosamente proyectos de innovación radical, incluso sin inversiones conjuntas del sector privado.
Sin embargo, la verdadera modernización también implica la importación de tecnologías y conocimientos de aplicación internacional así como el mejoramiento gradual de los productos y de las tecnologías nacionales. En estos momentos, Rusia está rezagada en relación a otros mercados emergentes tanto en la atracción de inversiones extranjeras como en lograr mejoras graduales en la productividad de las empresas existentes.
Según diversos cálculos, la productividad de la industria rusa podría triplicarse o cuadruplicarse con la tecnología existente. Aun así, análisis recientes muestran que la industria no sólo está poco diversificada y es poco eficiente sino que también la ubicación de sus capacidades se da en sectores donde el margen para el aumento de la productividad es limitado y a partir de los cuales es difícil diversificarse hacia productos con mayor potencial de crecimiento.
En estas circunstancias, es comprensible que los funcionarios persistan en la idea de una política industrial de arriba-abajo. La experiencia internacional con respecto a estas políticas es variada, en el mejor de los casos, y en términos generales, no muy alentadora. Entre otras razones porque los funcionarios del gobierno no son necesariamente más hábiles que los mercados para elegir “ganadores”. Un factor aún más importante es que sin elementos clave como capital humano, capital físico ni las habilidades gestoras adecuadas no habrá empresas competitivas a largo plazo. Rusia necesita modernizar los tres aspectos.
Comencemos por el capital humano. Los estados modernizadores que han tenido éxito en época reciente suelen estar entre los que mejores resultados obtuvieron en el informe PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes), examen de la OCDE para evaluar el rendimiento de los jóvenes de 15 años. En 2006, Finlandia ocupó el primer puesto, seguido de Hong Kong y de Corea del Sur y Taipei. China ocupó el quinto lugar. Japón, el décimo (Singapur y Malasia no participaron en el estudio). Rusia figuró en el puesto 33 en matemáticas, en el 35 en ciencias y en el 39 en análisis de textos. Indudablemente Rusia cuenta con islas de excelencia en materia de capital humano pero, para modernizar la base tecnológica de toda la economía, la educación secundaria general será de particular importancia, ya que en gran medida se centra en aprender a aprender y a adquirir nuevas habilidades.
Otro aspecto clave es la modernización del capital social y las tecnologías. Un gran impedimento para la “modernización importada” es la falta de convergencia hacia estándares internacionales de certificación y aplicación de equipos. Las encuestas a empresas, como el BEEPS (Estudio sobre el Ambiente de Negocios y el Funcionamiento de las Empresas desarrollado por el Banco Mundial y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo), indican que la certificación nacional de equipos sigue siendo un proceso largo y costoso (incluso en el caso de tecnologías certificadas internacionalmente y de uso generalizado), que requiere la aprobación de numerosos organismos del gobierno. Esto eleva el costo relativo de la inversión y retrasa la modernización. La reforma del régimen de certificación, la flexibilización de las barreras de importación no tasadas para los bienes de capital y mejoras en el ambiente general de negocios que lleven a una mayor incidencia de la inversión extranjera directa podrían ser de gran utilidad.
Por último, una encuesta reciente del BERD mostró que las firmas rusas obtuvieron una puntuación muy por debajo del promedio en lo que se refiere a la calidad de sus técnicas de gerencia. Sorprendentemente, las gerencias resultaron ser peores en las industrias de mayor valor agregado. Crear facultades de administración –como se está haciendo conforme al proyecto Skolkovo- es importante pero las habilidades adquiridas en la escuela secundaria son un factor más decisivo para predecir el crecimiento económico. En última instancia, es la competencia la que saca del mercado a las empresas mal administradas e impulsa a la modernización.
Dados los impresionantes desafíos de la modernización, las visiones son útiles para dar sentido de la orientación. Skolkovo, el proyecto del centro financiero internacional, y las nanotecnologías probablemente sean un buen punto de partida, ya que pueden sacar partido de varios puntos fuertes de Rusia y están asociados a un programa de reformas más amplio.
Es de esperar que estas iniciativas de gran importancia lleguen a tener éxito. En algunos casos será más probable que en otros, pero se deben tener expectativas realistas en relación a su impacto general. Silicon Valley y Route 128, modelos implícitos de Skolkovo, no son el motivo fundamental por el que Estados Unidos sigue siendo el principal destino del capital mundial.
El éxito de la modernización dependerá en última instancia de los esfuerzos de toda la economía para modernizar el capital social, perfeccionar las prácticas de gestión y mejorar el capital humano a través de la desregulación, la competencia, la educación y otras políticas destinadas a crear un ambiente atractivo para los negocios. Tal y como señaló el presidente Medvedev a los participantes del Foro Económico de San Petersburgo hace algunos años, la prueba definitiva de la modernización será un país en el que la gente quiera vivir y que vivan sus hijos.
Eric Berglof es economista jefe del Banco Europeo para Reconstrucción y el Desarrollo.
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