Anna Chapman. Foto de Itar-Tass
Anna Chapman, la chica rusa que se hizo famosa de la noche a la mañana tras el escándalo de espionaje ocurrido el verano pasado en EEUU, no permite que sus admiradores y críticos se olviden de ella. En cualquier caso, eso era de esperar. Tal y como habíamos predicho en el artículo “La chica a la que todos desean”, sería raro que Anna echara a perder la oportunidad de convertir su fama en dinero y en una exitosa carrera. En los últimos seis meses, tras salir de la prisión estadounidense y volver a su patria, el desarrollo de su carrera ha sido como el impetuoso despegue de un cohete espacial. Por cierto, la ex espía ha sido vista en el cosmódromo de Baikonur en la despedida de la tripulación ruso-americana que estaba a punto de ponerse en órbita. La misión secreta que Anna cumplía en aquella ocasión sigue siendo todo un misterio.
Anteriormente Chapman y sus colegas espías fueron recibidos por el mismísimo Vladímir Putin, quien declaró a los periodistas: “Nos reunimos, hablamos de la vida y cantamos “Con qué empieza la patria””. Para que quede claro, se trata de la canción que se canta en una famosa película soviética sobre espías titulada el “El escudo y la espada”, y constituye una especie de himno no oficial de los representantes de esta profesión. Luego hubo una recepción aún más solemne en el Kremlin, en la que el presidente condecoró a los espías con las órdenes más importantes del país.
Hay que decir que muchos estuvieron en contra de este homenaje a los espías descubiertos. Los bloggers rusos se dividieron en dos bandos: unos admiraban a Anna, “una chica genial, éstos son los patriotas que la patria necesita”. Otros se indignaban: “¿Pero qué hazaña ha cometido para ser condecorada?”. Y si tenemos en cuenta que antes de ser condecorada Anna tuvo tiempo de posar para una revista masculina en ropa interior y con una pistola en la mano, está claro que muchos no pudieron contener su emoción. Un periódico popular ruso escribió indignado: “¡Un culo desnudo combina mal con una condecoración estatal y, en general, no deberían combinarse de ninguna manera!”
Efectivamente, a una persona no iniciada le cuesta entender por qué unos espías fracasados han merecido tanta atención. ¿Qué sentido tiene hacer de ellos los nuevos héroes de nuestro tiempo? Pero no todo es tan sencillo. Para una persona educada según las tradiciones del patriotismo soviético (y estas personas siguen constituyendo la mayoría de la población rusaactual), la imagen del espía siempre ha sido heroica y popular. En buena medida, esto ha sido así gracias a las grandes películas soviéticas. Los espectadores de la URSS ignoraban la existencia de James Bond, pero se sentían sinceramente orgullosos de su querido Stierlitz, el protagonista de una famosa serie dedicada al trabajo de un oficial ruso en la Gestapo alemana. Dicen que cuando en 1973 se estrenó la serie, la vida nocturna en la URSS se redujo prácticamente a cero: todo el mundo volvía rápidamente a casa después del trabajo para no perderse el capítulo correspondiente. Hoy en día ”17 instantes de la primavera” sigue siendo muy popular y vuelve a reponerse en televisión con mucha frecuencia.
Nuestro Stierlitz, a diferencia del James Bond inglés, pocas veces hizo uso de la violencia. Se trataba principalmente de un duelo muy apasionante entre dos mentes fuera de lo común: la del espía ruso y la del jefe de la Gestapo. Se suponía que el oficial soviético tenía que vencer a su adversario, en primer lugar, mediante su superioridad moral,en vez de con la fuerza física. Así que era inimaginable que un personaje así tuviera aventuras sexuales. La serie consta de muchos capítulos y tan sólo existe una escena de carácter privado, en ella el protagonista se encuentra con su propia mujer: están sentados en una cafetería en mesas diferentes, mirándose con angustia mientras suena una música llena de emoción. Todas las mujeres suelen llorar al ver esta escena. El único parecido que el espía soviético tenía con el Bond occidental era un físico muy atractivo. Normalmente, los papeles de espías no se confiaban más que a los sex symbols de aquella época.
En los años 90, la imagen del espía ruso no sólo perdió brillo, sino que se desmoronó rápidamente. Fueron numerosas las noticias sobre espías rusos que huían a occidente. Concedían largas entrevistas y no se avergonzaban de vender los secretos de estado. Parecía que la noción de “espionaje ruso” en tanto que algo atractivo y fascinante se había agotado.Incluso su renacimiento parecía imposible. Se necesitaba urgentemente un nuevo Stierlitz. Es ahí donde aparece Anna Chapman…
Es evidente que esta chica emprendedora ha aprovechado al máximo el escándalo del espionaje.Aunque creo que no hay nada que reprocharle. Por su parte, el Servicio de espionaje ruso en el exterior pudo cobrar dividendos inesperados a causa de la publicidad provocada por la nueva heroína de nuestro tiempo. Como reza el refrán, no hay mal que por bien no venga. Además, poco tiempo después se ha sabido que, en el fondo, no hubo fracaso ya que los espías habían sido denunciados por el traidor de turno, de modo que no tenían ninguna culpa de haber sido descubiertos. Por lo tanto, una sesión de fotos algo subidas de tono y con una pistola incluida resultó bastante eficaz para esta campaña de publicidad. Los tiempos del asceta Stierlitz han quedado muy atrás. Las personas de a pie, educadas a base de producciones de Hollywood, están convencidas de que la vida del agente 007 está repleta de aventuras apasionantes en decorados de lujo. Así que no decepcionemos al público. ¡Sí, estos son los “James Bond” y las “Mata Hari” rusos! No me sorprendería nada si en el Servicio de espionaje exterior se formara una cola de gente deseosa por seguir el ejemplo de Anna Chapman.
En lo que se refiere a las condecoraciones y el té con Putin.Se trata de un mensaje dirigido al público interesado: el Estado no traiciona a los suyos. En caso de apuro, los sacaremos de prisión, los condecoraremos y los proveeremos de un buen empleo. Por cierto, todos los ex espías obtuvieron buenos puestos en bancos y empresas petrolíferas. En cuanto a Anna, ésta tardó mucho en encontrar su vocación y también acabó colocándose como consejera del jefe de un banco. Pero al parecer, no estaba a su nivel. Ciertamente, ¿cómo podía pudrirse en un banco miserable después de haber gozado de fama casi mundial? Parece demasiado poco. Y ahí viene la última noticia: Anna presentará un programa televisivo con el simbólico título de “Misterios del mundo”. Tal y como anuncian los creadores del mismo, “la mujer más misteriosa presentará el programa más misterioso”. Una jugada perfecta. No estoy segura de que todo el país se pegue a las pantallas el día del estreno, pero el canal tiene asegurada una buena cuota de pantalla. También es verdad que para mantenerse en televisión no es suficiente con limitarse a utilizar la fama que uno ya tiene. Si el programa no recibe la aceptación de los telespectadores, a Anna no le ayudarán ninguno de sus méritos ante la patria. Aunque ella es una guerrera de buen temple, así que si las cosas no le van bien en televisión, podría perfectamente probar suerte en el cine. ¿Por qué no? Al fin y al cabo lo que estamos observando hoy es un verdadero reality show de la vida de una ex espía que millones de espectadores siguen con un interés incansable.
¡Así que no cabe duda de que están por venir más capítulos de esta serie!
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