Fuente: Rossiyskaya Gazeta
Varias veces me topé con Mijaíl Borísovich Jodorkovski entre finales de 1980 y finales de 1990. Me resulta sorprendente que este apparatchik nacido del Komsomol, la Unión Comunista de la Juventud, repentinamente adquiera cierta reputación como empresario exitoso y demócrata modelo en Occidente. Después de todo, al menos en teoría, la mitad del banco de Jodorkovski, Menatep, era propiedad del Departamento General de la Secretaría del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, hasta 1994 y además estuvo cerca del colapso en 1997.
En algún momento entre octubre de 2003 y febrero de 2004, la imagen de Jodorkovski sufrió tal transformación que supuso una sorpresa para la mayoría de los profesionales que seguían la actualidad rusa y para la comunidad bancaria. Hasta ese momento, la opinión acerca de Jodorkovski se encontraba muy lejos de la de un destacado empresario y prominente personaje público. Su negativa reputación había comenzado a verse reflejada en sus negocios: potenciales inversores industriales se retiraban de las negociaciones con Yukos y la empresa tuvo que abandonar sus planes de una OPI internacional muy poco tiempo después de que Lukoil fijara los estándares industriales en 2002.
Asimismo, resulta extraño que actualmente se quiera retratar a la propia Yukos como una empresa exitosa bajo la administración de Jodorkovski, a quien prácticamente la empresa le fue regalada en el tristemente célebre plan de préstamos a cambio de acciones de 1997. El Banco Central de Rusia prestó dinero a Menatep, y ésta utilizó dichos fondos para adquirir acciones de Yukos. En comparación con otras grandes empresas petroleras rusas, Yukos distaba mucho de ser un rotundo éxito entre 1997 y 2003. La petrolera optó por un modelo de crecimiento dirigido por las ganancias, lo cual propició una expansión muy limitada fuera de las áreas de su base productiva histórica. Yukos sólo adquirió cinco nuevas filiales en Rusia durante esos años, frente a las 33 que compró Lukoil. Mientras que Lukoil realizó grandes inversiones para redirigir su foco de ganancias de los márgenes de la comercialización de crudo al valor agregado de productos petroleros y distribución intermedia, Yukos exclusivamente intentó incrementar la producción de sus pozos. Yukos tan solo compró un activo intermedio fuera de Rusia (la refinería Mazheikiai), contra los tres que adquirió Lukoil (Petrotel, Odessa y Burgas). Por ello, Yukos se desarrolló como fuente de dinero para financiar otros negocios y proyectos de Jodorkovski. En este sentido, estaba destinado a continuar la senda de Atlantic Richfield, en lugar de la de BP o Shell. El modelo de negocios de Yukos es típico de los empresarios komsomoles —la adquisición de una gallina de los huevos de oro para financiar fantasías y proyectos incipientes—. Esta estrategia también provocó la preocupación del Ministerio de Recursos Naturales en un primer momento; las primeras investigaciones (y las consecuentes multas) acerca del incumplimiento de los términos de las licencias de producción de Yukos datan de 1998.
No es asunto mío presentar una detallada crítica de Yukos bajo la administración de Jodorkovski. Sólo menciono estos asuntos porque no han sido ampliamente cubiertos por los medios y la verdadera historia del caso no es la que ahora se muestra con soltura en Occidente.
Parece que ninguno de los numerosos comentaristas se ha hecho una pregunta muy simple:¿por qué fue Yukos cedida a Jodorkovski? La respuesta es muy simple: Jodorkovski administraba sin resultados tangibles dinero que le había confiado el Partido Comunista de la Unión Soviética y necesitaba una manera de encubrir las pérdidas de Menatep a mediados de 1997.
Cuando Vladimir Putin asumió la presidencia y se percató de que el tesoro público se encontraba vacío, acudió a esas "personas leales” que tenían la misión de administrar el dinero del Partido Comunista. Su tarea consistía en recuperar ese dinero y devolverlo a los fondos estatales. La evidencia de una serie de hechos públicos y los fuertes intercambios en las declaraciones entre el Presidente y el empresario mostraron como Jodorkovski rehusó devolver el capital. Sergei Bogdanchikov, vanidoso y ambicioso, vio la oportunidad de destruir Yukos por lo que convenció a Igor Sechin para hacerlo. El resto, es algo conocido por todos.
Es como si el “mito Jodorkovski” distorsionara la realidad. Por un lado, su relación con el sistema; si se analiza detenidamente, fue la de un infiltrado, más que la de un jugador independiente, y por otro, su modelo de administración de empresas: tan solo fue una variante del antiguo sistema soviético de crear una fachada a costa de la verdadera empresa.
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