Víctor Litovkin. Foto de PhotoXpress
De esta manera, se pone fin a los debates que tenían lugar en el Olimpo de Washington y amenazaban con borrar todos los logros conseguidos tras el reinicio de las relaciones entre los dos países. El citado reinicio tuvo lugar tras la elección de Barack Obama como presidente de EEUU. Se puede afirmar con seguridad que el Tratado de Praga entrará en vigor durante la primera mitad del próximo año, a pesar de que todavía quede pendiente la ratificación por parte de la Duma Estatal y del Consejo de la Federación, el equivalente del Senado ruso; así como la firma por parte los presidentes y el intercambio de los instrumentos de ratificación.
El presidente Dmitri Medvédev ha declarado más de una vez que la ratificación del START III tendría que llevarse a cabo simultáneamente en Washington y Moscú. Los diputados de la Asamblea Federal tienen ahora esa oportunidad. Se espera que terminen esta tarea antes de Año Nuevo, sobre todo teniendo en cuenta que todas las cláusulas fundamentales han sido discutidas en varias ocasiones por los comités correspondientes.
Las normas establecidas en el Tratado son las siguientes: 700 unidades portamisiles desplegadas junto con otras cien en los arsenales, sumadas a las 1550 cabezas nucleares de combate. El tratado START I, entró en vigor el 5 de diciembre de 1994 y finalizó el 5 de diciembre de 2009, limitaba los misiles nucleares de los dos países a 1600 portamisiles y 6.000 cabezas de combate. Por su parte, el actual acuerdo reduce la cantidad de cohetes prácticamente a la mitad y el número de cabezas nucleares de combate, a la cuarta parte. Es un importante paso adelante.
A día de hoy, diciembre de 2010, Rusia dispone, según datos oficiales, de 611 portamisiles nucleares estratégicos y 2769 cabezas de combate. Las fuerzas estratégicas de misiles disponen de 375 portamisiles con capacidad para 1259 cargas nucleares de combate. La Armada tiene 12 portacohetes estratégicos. Los cohetes balísticos con los que están equipados portan 576 cargas de combate nucleares. La estructura de la aviación estratégica dispone de 76 bombarderos pesados, armados con 844 misiles de crucero de largo alcance con carga nuclear.
Si tenemos en cuenta que casi la mitad de este armamento, sobre todo el terrestre, será declarado obsoleto en los próximos años, podemos darnos cuenta claramente de que START no impide, sino que ayuda al ejército ruso a renovar sus fuerzas estratégicas de defensa. El hecho de que esto ocurra con menos cabezas de combate carece de importancia en este caso. Sobre todo, si se parte del hecho de que su número se reduciría en cualquier caso ya que en el nuevo tratadose establece que cada bombardero puede llevar un solo cohete. La retirada del servicio de los misiles balísticos pesados R-36MUТТТH “Voyevoda” o “SS-18 Satan”, según la clasificación occidental, con diez vehículos de reentrada múltiple e independiente (disponemos de unas cuantas decenas), también acerca a Rusia al cumplimiento de las condiciones del tratado de reducción de cabezas nucleares de combate.
Y por último, pero no por ello menos importante: la ratificación y entrada en vigor del START III abre la posibilidad de establecer una auténtica colaboración entre Rusia y EE.UU. basada en una confianza mutua y sincera. Una confianza que se verá fortalecida por las inspecciones regulares, la transparencia y las notificaciones mutuas previstas por el Tratado de Praga.
Una cuestión ineludible es la interdependencia de las armas estratégicas ofensivas y defensivas. Los sistemas de defensa antimisiles que Estados Unidos tiene previsto situar en territorio europeo durante el período de vigencia del nuevo START no constituyen ninguna amenaza para los misiles estratégicos rusos. Estos sistemas están pensados para hacer frente a misiles de medio y corto alcance, de los que Moscú y Washington no disponen. Fueron destruidos en 1987, según el Tratado de cohetes de medio y corto alcance. En el improbable caso de que vuelva a surgir para Rusia la amenaza del despliegue del escudo estratégico antimisiles estadounidense en un área de posicionamiento, nadie podrá impedirnos, tal y como ha prometido el propio presidente Medvédev, que nos retiremos del Tratado de Praga y tomemos las medidas correspondientes para garantizar la seguridad del país.
Lo que es indudable es que hoy en día no podemos hacer otra cosa más que aplaudir la victoria del sentido común en el Olimpo americano, porque con ella el mundo es mucho más seguro.
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