Rusia organizará en 2018 su primer Mundial de fútbol

Representantes de la candidatura rusa muestran la tarjeta que les otorga la victoria. Foto de RIA Novosti.

Representantes de la candidatura rusa muestran la tarjeta que les otorga la victoria. Foto de RIA Novosti.

El acontecimiento deportivo más popular del planeta llegará a Rusia en 2018. Lo decidió la FIFA el pasado 2 de diciembre, tras rechazar la candidatura conjunta de España y Portugal para ser sedes del Mundial de Fútbol. Fueron necesarias dos tandas de votaciones para elegir al ganador. “Nuestro país tiene todas las posibilidades para albergar el Mundial”, había dicho el primer viceministro ruso, Igor Shuválov, al presentar la candidatura. “Construiremos una nueva Rusia. Con su ayuda, lograremos más, abriremos nuestro país a todo el mundo”.

Es la segunda vez que Rusia consigue hacer un virtuoso truco: convertir su principal carencia -la asuencia de infraestructuras construidas- en un factor favorable. La primera vez sucedió con los Juegos de Invierno, que se celebrarán en Sochi en 2014. “Parece que, para conseguir este torneo, tenemos que destruir todos nuestros estadios, para luego construir otros nuevos”, decían algunos desilusionados seguidores ingleses. Y algo de razón tenían. La candidatura rusa sólo presentó un estadio ya existente: el Luzhnikí de Moscú. El resto, o se están construyendo, o son sólo un proyecto sobre papel. La envergadura de las obras a realizar es colosal. El reto no sólo favorecerá a Rusia, también a las empresas extranjeras, que seguro participarán en los proyectos, y a la FIFA, que conseguirá abrir un prometedor mercado.

Las preguntas que se formulan ahora son: ¿Qué va a suceder de ahora en adelante? Y, ¿cuánto costará todo? Si bien no hay dudas sobre la capacidad de Moscú, San Petersburgo, Kazán y Sochi para recibir a miles de visitantes en 2018, en el resto de regiones del país esto no está tan claro.

Las ciudades que alberguen los partidos necesitarán, para empezar, aeropuertos, hoteles baratos y de calidad, y un digno abanico de opciones de ocio: restaurantes, cafés, tiendas, etcétera. Además, habrá que construir miles de kilómetros de nuevas carreteras y vías de tren.

Algunos analistas han calculado que el Mundial de Fútbol puede costarle a Rusia la enorme suma de 50.000 millones de dólares (unos 37.000 millones de euros). De ellos, sólo 2.800 se destinarían a la construcción de estadios, y unos 1.000 a la construcción de aeropuertos. La inversión en infraestructuras turísticas sería, en cambio, mucho más significativa: unos 8.000 millones.

Aún así, la mayor parte del presupuesto irá destinada a construir carreteras. Una potente red de transporte que cubra la parte europea puede llegar a costar más de 26.000 millones de euros. “No nos sobrará nada. Todo se va a utilizar. Los aeropuertos y las carreteras servirán a la gente durante decenios”, afirmó el primer ministro, Vladímir Putin.

Sin embargo, es evidente que el esfuerzo de inversión es enorme. Aunque probablemente ésto fuera lo último en lo que pensaran los políticos rusos, que han volcado muchos esfuerzos en promocionar la candidatura. Para ellos, como para la mayoría de la población, conseguir ser la sede del Mundial de Fútbol es un reconocimiento a la pujanza de su país y a su capacidad de hacer realidad proyectos de envergadura, así como una forma de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

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