El Kremlin cede al empuje de las protestas

Borís Nemtsov (izquierda) abraza a un manifestante el pasado 31 de octubre. Foto de Kommersant

Borís Nemtsov (izquierda) abraza a un manifestante el pasado 31 de octubre. Foto de Kommersant

Nikolai Alexéyev, uno de los líderes del movimiento por los derechos de los homosexuales, llega a la entrevista directamente desde una compareciencia judicial tras ser detenido por organizar y acudir a una concentración ilegal en el centro de Moscú. “No quiero seguir esperando a que me concedan las libertades y derechos civiles que me corresponden”, señala mientras da sorbos a un café. Para Alexéyev las detenciones comienzan a ser rutina: ésta ha sido la undécima. Durante la entrevista, suena su teléfono. “¡Una noticia histórica!”, exclama el activista.

“El juzgado municipal de San Petersburgo acaba de revocar la prohibición de la marcha del Orgullo Gay programada para julio. Es la primera vez que los gays podrán manifestarse legalmente en Rusia”.

Dos días antes de que se celebrase esta entrevista, el presidente, Dimitri Medvédev, destituyó al alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov. Por primera vez, tras el cese de Luzkhov, el movimiento Estrategia 31, que se moviliza todos los días 31 en favor del derecho a la libre manifestación recogido en el artículo 31 de la Constitución, obtuvo autorización para realizar una manifestación legal en la capital.

Parece que el Kremlin ha suavizado su postura frente a las protestas públicas, algo que los activistas quieren aprovechar al máximo. Los grupos de protesta son diversos, desde conductores y pensionistas, hasta ecologistas, conservacionistas y liberales.

Un viejo conocido

Sentado detrás de una mesa desvencijada, junto a la estación de metro Chistiye Prudý, se encuentra Borís Nemtsov, ex viceprimer ministro durante el gobierno de Borís Yeltsin y reformista en la década de 1990.

Firme opositor a Putin en la actualidad, Nemtsov se dispone a firmar copias de su libro Putin. 10 años. Resultados , un crítico informe de los años de gobierno desde que Putin alcanzó el puesto de primer ministro en 2000. Enseguida se forma una larga cola.

“El informe es el proyecto más importante de la oposición en los últimos 10 años,” declara Nemtsov, que ya ha publicado y repartido 100.000 copias del libro. “Es el samizdat moderno,” dice en referencia a las publicaciones clandestinas de la época soviética. La corrupción corroe Rusia o El país se extingue son dos títulos de capítulos del libro.

Ambos opositores, Nemtsov y Alexéyev, coinciden en que, a pesar de la mayor permisibilidad con algunas protestas, el Estado se esfuerza por controlar la capital, fundamental para la sensación de estabilidad en el resto del país. Dado que el salario medio de los moscovitas supera con creces el de los habitantes de otras partes de Rusia, es probable que los capitalinos sean, en general, más reacios a rebelarse contra el gobierno.

Sin embargo, algunos analistas sugieren que el aumento de las protestas públicas de automovilistas, pensionistas u opositores al régimen, se debe al explosivo crecimiento de la economía y el consiguiente aumento del nivel de vida de los rusos durante la última década.

Ésto se suma a la sensación de que el Estado ha hecho más bien poco en lo que se refiere a las reformas específicas para mejorar los servicios públicos. La población, en particular la creciente clase media, exige más a los dirigentes.
Si durante la década de los noventa del siglo pasado la preocupación era la supervivencia, ahora las perspectivas se dirigen hacia la carrera profesional, la educación, el valor de la propiedad y la jubilación.

A la luz de estos cambios, no está claro hacia dónde se dirigirán los movimientos de protesta en un futuro próximo. Algunos activistas han señalado las posibilidades que ofrece Internet, que ha obligado incluso al Kremlin a responder a algunas campañas inciadas en esta plataforma. En otros casos, han sido los propios líderes políticos los que lo han utilizado para sus intereses.
En todo caso, la etapa previa a las elecciones presidenciales de 2012 es señalada por todos como la prueba definitiva de la credibilidad de la recién adquirida tolerancia de las autoridades a la disensión.

Lo que revela el ataque
Georgii Bovt, politólogo

L a “terapia” de Rusia debería incluir presiones a las autoridades para que publiquen información . Debería prohibir el uso arbitrario de la clasificación confidencial y detener el juego del “sólo para uso oficial”. Debería establecer sanciones por ignorar las solicitudes de la prensa. Y debería adoptar una ley de libertad de información. Todo eso reducirá el riesgo que corren los periodistas. Cuanto más accesible sea la información, menor será la utilidad de matar a los que revelan lo que para algunos resulta excesivo.

G.Bovt es miembro del partido Causa Justa

“Soy, en parte, culpable”
Valerii Paniushkin, periodista

Me desagrada que la solidaridad de los periodistas esté dirigida a la venganza y no a eliminar la violencia. Quisiera decirle al primer ministro, Vladímir Putin: “No hace falta hablar de que ‘los vamos a tirar por el inodoro”, porque así se expande la violencia. Pero yo mismo escribí en un artículo que había que “pegarle en el morro a este Kashin”. Soy, en parte, culpable.

V. Paniushkin es columnista del diario Vedomosti

Las cifras

#31 - es el número del artículo de la Constitución que garantiza el derecho a la libre manifestación y que reivindica el movimiento Estrategia 31.

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