Foto de Kommersant
"Intentamos sacar adelante tres o cuatro proyectos medioambientales en Rusia, pero había que sortear un laberinto político a nivel nacional que nos lo impidió", afirma James.
Sin embargo, simplemente se habían adelantado; ya que, en la actualidad, el mercado del comercio de carbono se está empezando a mover.
La adhesión de Rusia al Protocolo de Kioto en 2004, le obliga a adoptar un programa de Naciones Unidas para reducir sus emisiones globales de gases de efecto invernadero. En realidad, los créditos de carbono son tan sólo el señuelo para incentivar a Rusia a implementar estos objetivos; a cambio las emisiones se dotan de valor monetario . Al mismo tiempo, el programa otorga la posibilidad a los países desarrollados de invertir en la reducción de emisiones en los países en vías de desarrollo, como una vía más económica para cumplir con los objetivos de Kioto.
Según un banquero, que trabaja en el sector, y ha preferido no revelar su identidad, "Kioto acaba en 2012, así que no queda mucho tiempo para proyectos adicionales, pero aún se pueden usar los beneficios que se pueden obtener, para áreas de importancia primordial en Rusia". "La ventaja del mercado del carbono es que proporcionará una financiación adicional para la eficiencia energética".
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