Cómo el ballet de Moiséyev conquistó París (+Multimedia)

El 3 de octubre de 1955 se cumplieron 55 años desde que los artistas del primer grupo profesional de danza popular del mundo, conocido como ballet de Moiséyev, triunfara en el Teatro de Chaillot. Tal y como recogieron los periódicos de la época, el 'telón de acero' se rasgó, y con ello se abrió la vía para el desarrollo de las relaciones culturales entre Francia y la Unión Soviética. Además, hay otro aniversario para la compañía en la temporada actual de representaciones : el 21 de enero de 2011, se celebra el 105 aniversario del nacimiento de Ígor Moiséyev (1906-2007 , fundador y gran coreógrafo del siglo XX. Se está preparando actualmente en Moscú la edición de un libro titulado 'El ballet de Ígor Moiséyev', dedicado a sus coreografías y a su célebre compañía. La publicación, prevista para 2012, coincidirá con los 75 años del conjunto. La autora es Lidia Chamina, ex solista de la compañía y crítica de arte. Lidia ha escrito artículos, publicaciones y guiones para series de televisión, consagrados a Ígor Moiséyev y su compañía. Proponemos a nuestros lectores un extracto de su libro, dedicado a la primera representación de la compañía en París.

Otoño de 1955. Los parisinos, que acaban de volver de vacaciones, están profundamente intrigados. Por toda la ciudad lucen enormes carteles verdes, en los que se anuncia que en el Palacio de Chaillot tendrán lugar una serie de representaciones de un ballet soviético llamado Moiséyev. Lo cierto es que desde la época de los 'Ballets Rusos' de Diághilev, la única bailarina procedente de Rusia que había actuado en París había sido Marina Semyónova, que había recalado milagrosamente en la Gran Ópera de París para realizar algunas representaciones. Y, de repente, toda una horda desembarcaba en la capital para mostrar unas bárbaras danzas folclóricas. Pero los parisinos son gente curiosa; enloquecían por cualquier novedad que resultara interesante y extravagante. Antes del estreno ya se habían vendido 80.000 entradas. Habría un lleno absoluto en todas las representaciones. Los organizadores de la gira, el director de la agencia literaria y artística, ALAP, Georges Soria, y el empresario Fernand Lumbroso, habían agudizado su olfato. Cuando vieron al ballet de Moiséyev en China en 1954, enseguida lo entendieron; este ballet tendría un éxito formidable en París. Enseguida acudieron a Moscú, y asistieron durante una semana a los ensayos, después, junto con Moiséyev, tramaron el programa de la gira parisina.

(c) Ballet de Moiséyev



No era la primera gira para Moiséyev y su compañía. Desde 1945, los artistas habían pasado temporadas en Finlandia y en países de Europa del Este, pero Moiséyev comprendió que el éxito mundial para la compañía sólo llegaría tras su paso por París, capital mundial del arte. "Si conquistáis París, tendréis el mundo a vuestros pies", gustaba de repetir a sus artistas. Desde el primer día de la vuelta al trabajo, en agosto, Moiséyev condujo unos ensayos despiadados, que equivalían a la oportunidad de contemplar las orilla del Sena. Los ensayos diarios tenían lugar desde la mañana hasta la noche.Se descartaban bailarines a causa de su forma física o por razones profesionales, lo que equivalía a un '¡Adieu, Paris!' definitivo. Las condiciones de la gira eran muy duras: sin un bailarín sustituto, nadie se planteaba 'abandonar'. A finales de septiembre, el programa se ensayó con maestría, y el 24 de septiembre, a las 10 de la mañana, un tren partía de la estación de Kiev en Moscú, hacia Occidente. Cinco días después, un grupo de bellos artistas vestidos a la última moda, pisaba los andenes de la Estación del Este parisina. Esa misma noche, el diario francés “France Soir”, daba cuenta del evento con tono jocoso: "¡los artistas soviéticos sonríen a los reporteros, pero educadamente se niegan a mostrar sus piernas!".
El primer día, Moiséyev reunió al grupo e indicó a cada uno lo que debía comprar: zapatos de tacón alto para las damas, chaquetas claras y pajaritas para los caballeros. Los estrechos escarpines, tan a la moda, supusieron toda una prueba de fuego para las bailarinas. En su tarde libre, la compañía recibió una invitación para asistir a la Gran Ópera de París. En cuanto comenzó el espectáculo, y se apagaron las luces, las bailarinas liberaron sus doloridos pies de tan elegantes zapatos. ¡Menudo alivio! En el entreacto, los refinados zapatos ya no cabían en aquellos pies inflamados. Moiséyev seguía inaguantable: "Hay que visitar el vestíbulo, es de ensueño". Las damas le seguían cojeando ligeramente, para ver el célebre vestíbulo de espejos de la Gran Ópera de París.

Su periplo occidental les ponía a prueba a cada paso que daban. Si desayunaban tortilla, esa misma tarde France Soir les reprochaba: "¡Oh, là, là! Los rusos acaban con unos cien huevos en tres minutos". En los desayunos oficiales en el restaurante, Moiséyev se mostraba inquieto: ¿podrían los artistas poner fin fácilmente a tanta cobertura? Moiséyev se paseaba por toda la mesa, prodigando consejos tácticos.

En la compañía, la situación era tensa. Además, en ese momento estallaron una ola de problemas entre los inmigrantes argelinos, y los parisinos sólo hablaban de eso. La fecha de la primera representación era el 3 de octubre, en pleno apogeo de las manifestaciones. La embajada, temiendo provocaciones, deseaba su aplazamiento. Un año antes, las actuaciones del Ballet del Bolshoi se habían suspendido por la misma razón. Pero Moiséyev era inflexible.
Antes de la actuación el nerviosismo era tal que hasta el propio Moiséyev temblaba. Se abrió el telón. Los artistas percibían el tintineo de los diamantes y el aroma de los perfumes parisinos. La representación comenzó con los 'Ballets Rusos'. El ballet, una oda fina y completa al carácter y alma rusos, no ha dejado indiferente a nadie hasta nuestros días. Pero una vez que concluyó, a los oídos de los bailarines sólo llegó el silencio más absoluto. Moiséyev se puso blanco como la cal. Las distinguidas damas y los caballeros, los espectadores más refinados del mundo, saltaron de sus asientos, y el aplauso fue atronador. Las ovaciones acompañaron a todos los números del programa. Las paredes del Teatro de Chaillot nunca más oyeron algo semejante. El triunfo parisino fue rotundo.

La compañíaera la mejor considerada entre las compañías artísticas soviéticas,y consiguió conquistar a los parisinos. Después del estreno, los periodistas no se despegaban de los artistas. Desde el 7 de octubre, el diario “France-Dimanche” dedicaba a los bailarines de Moiséyev una página entera: "Sesenta y ocho soviéticos en París". Todo interesaba a los periodistas: ¿Le gustaba al Ballet Ruso el metro parisino? ¿Qué pensaban de la torre Eiffel, de las tiendas, del público, de la cocina francesa, de los jugadores de petanca...? En el centro de la página, una fotografía mostraba a los espectadores ensimismados.

Fue en el escenario del Palacio de Chaillot en 1955,, cuando se gestó la fama mundial de la compañía. Por primera vez, se abría un hueco en el “telón de acero” entre la Unión Soviética y Europa Occidental, y el honor de que se descubriera esa nueva Rusia recayó en la compañía de danza popular Ígor Moiséyev. Fue precisamente justo después de esa gira cuando el mundo entero quedó prendado del ballet de Moiséyev, que se convirtió en embajador oficial de nuestro país en todo el globo.

Extracto del libro "El ballet de Ígor Moiséyev" de Lidia Chamina

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