De la disuasión nuclear a la seguridad común

Imagen de Dmitri Dívin

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Ha llegado el momento de iniciar una nueva etapa en el proceso de desarme aplicando el principio de iniciativas multilaterales, lo que supondrá un paso importante hacia la creación de un nuevo orden mundial en el siglo ХХI

Durante el año 2010 han tenido lugar varios acontecimientos importantes en el ámbito del desarme nuclear y la no proliferación de las armas nucleares, lo cual ha influido positivamente en el fortalecimiento de la seguridad internacional.

Los presidentes de Rusia y EE UU han firmado en Praga un nuevo Tratado para la Reducción de Armas Estratégicas. En caso de ser ratificado, las relaciones entre las dos potencias nucleares serán más estables, transparentes y predecibles.

En la cumbre multilateral de seguridad nuclear que tuvo lugar en Washington, se tomó la decisión de mejorar el estado de conservación de los materiales nucleares en todo el mundo. La sesión ordinaria de la Conferencia de recapitulación sobre el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares llegó a término con la firma del documento final sobre las vías de fortalecimiento de dicho tratado, su régimen de aplicación e instituciones implicadas. Todos, sin duda alguna, son pasos muy valiosos. Sin embargo, de momento no afectan ideológicamente a la estratégica nuclear, es decir, a la contención nuclear recíproca. Sin embargo, la paradoja de la contención nuclear consiste en que está relacionada principalmente con las amenazas del siglo pasado, mientras que la probabilidad de un conflicto armado a gran escala entre las grandes potencias mundiales y sus aliados en las actuales condiciones de globalización y multipolaridad, es prácticamente nula. Por otro lado, la contención nuclear no resuelve ninguna de las las nuevas amenazas surgidas en los albores del siglo XXI: la proliferación de las armas de destrucción masiva y los medios para su suministro, el terrorismo internacional, los conflictos étnicos y religiosos, la criminalidad transfronteriza, etc. Y lo que es peor, en una serie de casos la contención nuclear estimula los procesos de proliferación de las armas de destrucción masiva y la tecnología de misiles, e impide el avance de la cooperación de las grandes potencias mundiales en la lucha contra estas amenazas (para el desarrollo conjunto de sistemas de defensa antimisiles).

Para que la contención nuclear no impida la cooperación de los principales agentes de la política internacional, tenemos que reducir el nivel de los armamentos a través de tratados que se basen en el principio de suficiencia, fortaleciendo la estabilidad estratégica que garantice una seguridad igualitaria e indivisible para todos, excluyendo la posibilidad de que se dé un primer golpe nuclear, o un lanzamiento de misiles por culpa de un fallo técnico, o una valoración errónea de las intenciones de la otra parte, o por falta de tiempo para que la dirección política tome una decisión. El nuevo Tratado para la Reducción de Armas Estratégicas responde a estos objetivos, pero aún queda mucho por hacer. La siguiente etapa del desarme nuclear no puede ser únicamente bilateral. Será necesario aplicar controles y medidas de confianza a las terceras potencias nucleares. A diferencia de Estados Unidos, la posición geográfica de Rusia hace que esté al alcance de todos los estados nucleares, lo cual es imposible no tener en cuenta a la hora de llevar a cabo un desarme nuclear posterior, más profundo. El concepto de la contención nuclear se ha convertido en un obstáculo invencible en el largo y difícil camino del desarme nuclear global. No es ningún secreto que en EE UU, Rusia y otros países, no sólo existen partidarios, sino también detractores del proceso de desarme nuclear.

Algunos simplemente no son capaces de deshacerse de los tópicos de la guerra fría, pero también hay muchas personas que expresan temores concretos y bastante fundamentados respecto a este proceso. No hay que sortear estas razones como si no existiesen, sino que hay que tenerlas muy en cuenta para ir eliminando los obstáculos que realmente existen en el camino de la reducción masiva de armas nucleares. Por ejemplo, en Rusia aún continúa estando muy difundida la opinión según la cual el potencial nuclear del país es el principal atributo que le otorga el estatus de gran potencia mundial, sin el cual ni EE UU ni otros países tendrían en consideración sus intereses en el ámbito de la política internacional. Estamos convencidos de que el estatus de Rusia en el mundo estará garantizado, principalmente, por la modernización de su economía, el crecimiento del nivel de vida, el respeto a los derechos sociales y políticos y el desarrollo de la ciencia y de la cultura. Pero mientras se siga utilizando la amenaza de la “proyección de la fuerza” y ésta se aplique en las relaciones internacionales, Rusia se verá obligada a mantener suficiente potencial militar, incluido el nuclear, para defender y garantizar sus propios intereses legítimos y también los de sus aliados. Por lo tanto, el camino hacia el desarme nuclear pasa por el aumento de la confianza entre los estados y el fortalecimiento de la seguridad y la estabilidad internacionales. La administración de Barack Obama ha proclamado haber emprendido acciones multilaterales para garantizar la seguridad internacional, el fortalecimiento de sus normas de derecho e instituciones existentes, la prioridad de la diplomacia en la resolución de los litigios y la cooperación equitativa con Rusia. Es importante que estos principios sean llevados a la práctica en la política exterior de EE UU y de sus aliados.

Los citados principios también se refieren a la defensa antimisiles, las armas tradicionales, los sistemas de entrega estratégicos no nucleares y a los planes para la militarización del espacio. Próximamente, en estos y otros ámbitos de la regulación armamentística será necesario aplicar importantes medidas adicionales para fortalecer la confianza. Pensando en una perspectiva a largo plazo, hemos llegado a la conclusión de que un mundo sin armas nucleares no equivaldría al mundo actual, tal y como lo conocemos, menos las armas nucleares. Se necesitará un sistema internacional que se base en otros principios e instituciones y que valore otros muchos aspectos. Un mundo libre de armas nucleares no tiene que convertirse en un mundo que dé rienda suelta a guerras en las que se puedan utilizar otro tipo de armas de destrucción masiva, armamento tradicional, armamento no nuclear de nueva generación y sistemas basados en otros principios físicos. En este caso no se trataría sólo de las guerras a gran escala, sino también de los conflictos locales. Porque los países pequeños ven ahora las armas nucleares como el medio para neutralizar la enorme ventaja que poseen las grandes potencias respecto al armamento tradicional. Precisamente ahí es donde radica uno de los mayores estímulos para la proliferación nuclear a nivel regional que produce, además, la amenaza del terrorismo nuclear. Para eliminar estos peligros, es necesario crear mecanismos fiables para la resolución pacífica de los conflictos, ya sean de grandes dimensiones o locales, internacionales o transfronterizos. Por ello, la ejecución de la idea del desarme nuclear que tiene que seguir siendo un objetivo estratégico, sólo será posible en el contexto de una profunda reorganización de todo el sistema internacional. Esto, sin duda alguna, ayudará a resolver otros problemas fundamentales del siglo XXI relacionados con la economía mundial y las finanzas, el suministro de energía, la ecología, el clima, la situación demográfica, las epidemias, la criminalidad transfronteriza y el extremismo religioso y étnico.

En este contexto, el desarme nuclear no sería el objetivo principal, sino una de las directrices más importantes, una premisa y una manera de reorganizar la vida internacional con una base más civilizada en el sentido estricto de esta palabra, de acuerdo con los imperativos del presente siglo.

Evgueni Primakov, Presidente del Gobierno de la Federación de Rusia (1998-1999), Ministro de Asuntos Exteriores (1996-1998), miembro de la Academia de las Ciencias y miembro de la Presidencia de la Academia de las Ciencias de Rusia

Ígor Ivanov, Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia (1998-2004), Secretario del Consejo de Seguridad (2004-2007), doctor en Historia, catedrático del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú

Evgueni Vélijov, Presidente del centro de investigación “Instituto Kurchátov”, miembro de la Academia de las Ciencias, miembro de la Presidencia de la Academia de las Ciencias de Rusia

Mijail Moiséev, Jefe del Estado Mayor, primer viceministro de defensa de la URSS (1988-1991), general del ejército

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