Oposición a la construcción de una mezquita en Moscú

Rezo multitudinario para celebrar el final del Ramadán en Moscú, el 9 de septiembre. Foto de Sergei Mujamedov

Rezo multitudinario para celebrar el final del Ramadán en Moscú, el 9 de septiembre. Foto de Sergei Mujamedov

Los vecinos del barrio rechazan el templo, con el argumento de que el terreno es un área verde o porque temen la llegada de inmigrantes del Cáucaso.

Cuando los musulmanes celebraron el final del Ramadán hace un mes en Moscú, los periódicos publicaron fotos de una multitud que rezaba en la calle, alrededor de la Gran Mezquita. Los musulmanes representan aproximadamente dos millones de los 10,5 millones de habitantes de Moscú, pero en la capital rusa sólo existen cuatro mezquitas. Por ello, la comunidad musulmana quiere construir una nueva al suroeste de la ciudad, donde podrían rezar unos 3.000 fieles.

El proyecto, cuyas obras está previsto que comiencen en noviembre, ha desatado una fuerte oposición entre los vecinos del barrio, que han pedido la suspensión.
“Cuando existen casi 900 iglesias para los cristianos, y apenas cuatro mezquitas para dos millones de musulmanes, se debería admitir que estos números son insuficientes”, declaró Nafigulá Ashírov, copresidente del Consejo de Muftíes de Rusia. “Nos sorprende que algunos se opongan”, dijo.

Sin embargo, más de 1.000 vecinos han firmado una petición para que el proyecto no se lleve a cabo. Argumentan que complicaría el estacionamiento y perjudicaría a los que tienen perros. “Es un área verde y residencial”, sostiene Aleksandr Kuzmichov, vecino. “No habrá sitio para pasear a los perros”, argumenta. Otros expresan sentimientos más xenófobos y afirman que temen un influjo de chechenos y de otros inmigrantes del Cáucaso.

El pasado 11 de septiembre, cientos de manifestantes se reunieron en el bulevar Volzhsky, donde está previsto que se construya la mezquita. Durante la protesta, una mujer criticó a aquellos que “buscan reavivar tensiones étnicas y religiosas”. “La gente que ha venido no está en contra de los musulmanes ni de su religión, sino de cualquier construcción en este lugar”, sostuvo.

La Iglesia ortodoxa se ha abstenido de apoyar abiertamente a los que se oponen a la construcción, pero un portavoz del Patriarcado moscovita criticó a las autoridades por no haber permitido que se construyera una Iglesia ortodoxa en el mismo lugar.

Marat-Jazrat Murtazin, vicepresidente del Consejo de Muftíes, explicó que, en 2008, el órgano solicitó al ayuntamiento tierras para la construcción de una mezquita y una escuela religiosa. Les ofrecieron diversos lugares y eligieron Tekstílschiki, un distrito industrial fuera del anillo de circunvalación de Moscú.

Aleksandr Verkhovski, director del Centro SOVA, un observatorio de actividades extremistas, afirma que la oposición a la mezquita se debe a la xenofobia y a las tensiones étnicas surgidas a raíz de la inmigración de no eslavos a Moscú en las últimas décadas. “Cuando la gente explica lo que le suscita rechazo, mencionan que no quieren que se muden a sus barrios azerbaiyanos, tayikos y chechenos”, sostiene Verkhovski. “El problema es más bien étnico, no religioso”, afirma.

La relación entre el cristianismo ortodoxo y el islam se ha tensado en los últimos años. Los ortodoxos temen que la inmigración, proveniente en su mayoría de regiones musulmanas pobres, como el Cáucaso y Asia Central, modifique la composición étnica y religiosa de Rusia. Los musulmanes recelan de la relación cada vez más cercana entre la Iglesia ortodoxa y el Estado.

En los próximos tres años, la Iglesia ortodoxa planea construir 200 nuevos templos en los suburbios de Moscú. Frente a esto, los líderes musulmanes sienten que sus intentos de construir una mezquita se ven frustrados una y otra vez. “Llevamos 20 años intentándolo”, se queja Ashírov, del Consejo de Muftíes.



Millones de personas viven en Moscú. De ellas, al menos dos millones son musulmanes, muchos provenientes del Cáucaso y Asia Central.

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