El penalty moscovita de Diego

De repente, a cien pasos del Kremlin ha aparecido una portería y con ella mismísimo Diego Maradona. Diez disparos desde la distancia de los diez metros. El primero, fuera. Diego está furioso. A ver si le da tiempo a ganar un millón de dólares.

Los hinchas no han tenido suerte: han sido los relojeros europeos los que lo han traído a Moscú y sólo permitieron que se acercasen a él un par de chicos en busca de autógrafos. Pero nadie salió decepcionado ya que estaba previsto que el argentino sacase de la portería milagrosa un millón de dólares para los niños enfermos de cáncer.

En lugar de la red, el espacio de la portería está ocupado por esferas de relojes suizos. Eso sí, su tamaño y precio exceden de los habituales: estos diez blancos contienen premios de 25 a 300 mil dólares. Sólo están a una distancia de 11 metros. El público, expectante, permanece inmóvil, Diego advierte que 50 años no pasan en balde, pero juega gallardamente con la pelota frente a los fotógrafos. Al final se decide a golpear el balón, entorna los ojos y aprieta los puños. No hay espacio para tomar carrerilla y tiene que disparar prácticamente desde el sitio pero, ¡es que no hay portero! Aún así, falla. “¡Qué os habéis pensado! Sólo estoy probando…” Sin embargo, se ve que está suplicando a la pelota que vaya en la dirección correcta.

Los periodistas saltan y gritan como niños pequeños. Muchos de ellos, siendo niños, ni siquiera imaginaron que algún día llegarían a ver a su ídolo en persona. El viejo amigo acaba cumpliendo su deseo, aunque aún tarda: algunos relojes se rompen en mil pedazos. Sin embargo, el importe ganado hasta el momento no impresiona: a 200.000 euros, todavía lejos del posible millón. Sólo le quedan dos intentos.

Con perspicacia, Maradona llamó a este acto “el desafío ruso”, ya que la pelota se empeñó en no alcanzar las metas que le habían puesto: pequeñas y caras. A pesar de ello, Diego acabó entregando al director de uno de los centros de investigación oncológica un cheque de medio millón de dólares.

Y luego siguió bombardeando la portería.



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