El Banksy ruso se llama Shárik

Graffities para aleccionar moralmente a Rusia. Éste es el objetivo que persigue el anónimo graffitero que reviste los muros del país con obras de denuncia social e inspiración pacifista, siguiendo los pasos del infinitamente más conocido artista inglés.

Fotos de http://riowang.blogspot.com



Basta con un solo bote de espray para que la denuncia social se plasme en un muro. En internet está resonando con fuerza el nombre de un graffitero al que todos conocen como el Banksy ruso, haciendo alusión al misterioso artista inglés que, para transmitir sus convicciones pacifistas, desde hace unos años cubre de stencils (graffitis transportados a la pared con la ayuda de una plantilla) los muros de Londres y otras ciudades. Incluso ha llegado a exponer clandestinamente en la Tate Gallery de la capital británica, ganándose así el apodo de “terrorista del arte”, y hasta ha aportado un toque de color en el gris e infranqueable muro de Gaza o en las casas de estrellas internacionales del nivel de Angelina Jolie y Kate Moss.

El nombre artístico del Banksy ruso es Shárik, que significa “globo” o “bola pequeña”, una palabra que en Rusia se utiliza también mucho para referirse de manera general a un perro. Más o menos como “chucho” en español. Su verdadero origen es ucraniano, ya que nació en Simferópol.

Shárik dio sus primeros pasos como artista llenando con sus creaciones los muros de su ciudad natal en Crimea, y comenzó a ser conocido fuera de su país cuando empezó a representar, al tiempo que los denunciaba, algunos temas espinosos que caracterizan a la Rusia de hoy. Por ejemplo, el directivo mafioso o la invasión occidental simbolizada por marcas como Coca-Cola, así como la violencia de las autoridades y el declive de todo tipo de ideologías.

Suyo es, por ejemplo, el famoso retrato de Stalin en traje de barrendero limpiando las calles rusas de cualquier ideología o influencia extranjera. Pero de Shárik ya se habló por primera vez en 2007, cuando Alexander Sokolov, actual ministro ruso de cultura, prohibió llevar una obra del artista titulada El beso de dos policías rusos en un bosque siberiano a una exposición conjunta de artistas rusos en París. ¿El motivo? Considerar que esta imagen sería “una vergüenza” para la Federación. Sin embargo, en aquel caso Shárik no hizo otra cosa que rendir un homenaje irónico a su maestro británico, Banksy, y a su Beso entre dos bobbies (como se suelen llamar familiarmente a los agentes de policía en Reino Unido).

Pero, como era de esperar, la imposibilidad de participar en una exposición conjunta en París no llegó a frenar la inspiración y la creatividad de Shárik, y es muy posible que algún día, siguiendo los pasos de su ídolo Banksy, él también cuelgue clandestinamente una de sus obras en el Louvre, el British Museum o en la propia Tate Gallery. O incluso que se atreva a ir más lejos, aprovechando la ola de fama virtual que ha sabido ganarse, para entrar en el Museo Pushkin, el más importante de Moscú, en el que están reunidas varias obras de Botticelli, Perugino, Rubens, Van Dyck, Rembrandt, David, así como de Renoir, Cézanne, Gauguin, Matisse y Picasso.

Y es que estas incursiones artísticas se han empezado a pagar bien. Por ejemplo, hace poco la actriz estadounidense Angelina Jolie adquirió una obra de Banksy por dos millones de dólares, mientras que la modelo inglesa Kate Moss no se ha resistido a la tentación de encargar a este graffitero la decoración de una pared entera de su casa de Londres.

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