Foto de Ria Novosti
Pero mientras que muchos musulmanes moscovitas celebraban el fin del ramadán, Feruza Ashurova y muchos otros no han tenido respiro en la lucha por sobrevivir.
“No me han permitido ir a la mezquita central”, dice Ashurova, 41 años, devota musulmana uzbeka de Kirguizistán.
Con un pañuelo floreado de color rosa en su cabeza y un vestido haciendo juego, está cocinando en un pequeño café de uno de los mercados moscovitas en donde ha tenido la suerte de conseguir trabajo.
“Si hubiera ido, no me habrían pagado", afirmó Ashurova. “No puedo dejar de alimentar a mi familia. Por eso recé en la mezquita del café esta mañana y comencé mi turno”.
Si le preguntáis a cualquiera que trabaje en el mercado, dirán que conocen la mezquita del café, una salita informal con un pequeño cuadro pegado en la pared en el que se informa a los musulmanes de las horas de oración. Los expertos señalan que las mezquitas "caseras" son frecuentes y se pueden encontrar cientos de ellas en la ciudad.
“Las autoridades moscovitas sólo han autorizado la construcción de cuatro mezquitas, por lo que mucha gente va a las informales”, declara Paul Goble, experto en el Islam en Rusia e investigador asociado de la Universidad de Tartu en Estonia. "El problema claramente es que muchas de esas mezquitas informales son más étnicas y también son más radicales”.
En la actualidad, sólo existe una mezquita por cada 500.000 musulmanes de la capital rusa, que alberga aproximadamente entre dos y dos millones y medio de musulmanes—más que en cualquier otra ciudad europea. “Los musulmanes han pedido desde hace mucho tiempo que se abran más mezquitas en Moscú, pero terminan acercándose a las clandestinas”, escribe Goble en su blog.
Para Ashurova y sus dos niños, que volaron desde Kirguizistán, la mezquita clandestina es tanto un lugar de adoración como un hogar. Ashurova y sus niños, al igual que otros diez musulmanes, duermen allí, un lugar en el que ella afirma sentirse segura.
“En todos lados me miran de forma extraña”, comenta Ashurova, que lleva vestidos largos además de su pañuelo musulmán. Y cuenta que fue perseguida en Kirguizistán a causa de su religión.
“La gente me tiene miedo. Por el modo de vestir, por mis creencias. Me temen antes de ni siquiera haber hablado conmigo".
Rusia tiene una población musulmana diversa, que incluye grupos étnicos autóctonos de las regiones del Volga y el Cáucaso Norte y una inmensa cantidad de inmigrantes de Asia Central que han buscado refugio en Rusia cada vez con mayor frecuencia tras la caída de la Unión Soviética.
Ashurova cuenta que intenta obtener el estatus de refugiada en Rusia desde hace tres años. El año pasado, el gobierno rechazó su solicitud y ella cree que se debe a su religión. Svetlana Gannushkina, activista por los derechos humanos en Moscú que ha trabajado con Ashurova y miles de otras personas que intentan obtener el estatus de refugiado, afirma que no tiene nada que ver con la religión.
“No se puede decir eso con tanta facilidad”, afirma Gannushkina. “A veces el estatus de refugiado se le otorga a hombres y no a mujeres, y es común que se les niegue a rusos provenientes de repúblicas soviéticas. Hay más de 500.000 personas que intentan obtener el estatus de refugiado".
Las Naciones Unidas y organizaciones independientes de derechos humanos han sido claros en la denuncia de ciertos aspectos de la Ley Rusa sobre Refugiados. Según la ONU, hasta que el Estado los reconozca como refugiados quienes buscan asilo en Rusia no tienen derecho a "un empleo legal, servicio de salud, asistencia de vivienda ni beneficios sociales” —ni siquiera tienen derecho a inscribir matrimonios o nacimientos.
Un informe de la ONU de 2003 afirma que la legislación actual rusa hace “casi imposible para un refugiado encontrar trabajo excepto en los mercados locales de alimentos”. Esa ha sido la realidad de Ashurova durante los últimos tres años. Se ha pasado la semana trabajando como cocinera, con un sueldo de cerca de 1.000 rublos, apenas suficiente para comprarle zapatos a su hijo. Gannushkina afirma que está entre los pocos que han tenido la suerte de haber encontrado algún tipo de trabajo.
“Estamos haciendo lo posible por ayudar a quienes buscan asilo, pero la realidad es que no es sencillo”, sostiene Gannushkina, que se entrevista a diario con más de 100 personas. “Por eso debemos encontrar otras formas de ayudarlos, sobre todo en el tema financiero, hasta que obtengan el estatus de refugiados".
En Rusia, el islam está en ascenso. Los expertos afirman que el país está sufriendo un cambio y, si las tendencias actuales siguen su marcha, más de la mitad de la población rusa terminará siendo musulmana.
“En algún punto de este siglo, la Federación Rusa contará con una mayoría musulmana si se mantiene en sus fronteras actuales”, sostuvo Goble. “El tipo de musulmanes que sean dependerá de muchos factores, incluso de cómo se sienten tratados los musulmanes ahora".
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