El fin del imperio Luzhkov

Foto de ITAR_TASS

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Bastaría con preguntarle a un ruso en qué piensa cuando escucha el nombre de Yury Luzhkov para comprender que el hombre es inseparable del pasado reciente de Moscú: desde la carretera de circunvalación de la ciudad, la MKAD, hasta el estadio Luzhniki, pasando por la reconstrucción de la catedral de Cristo Salvador, para la mayoría de los moscovitas personifica las principales transformaciones de la ciudad durante la era poscomunista.

Sin embargo, recientemente han comenzado a desencadenarse algunos cambios para Yury Luzhkov, que gobierna la capital desde 1992. Fue criticado por su ausencia durante el verano, cuando Moscú estaba asfixiada por el humo y, en la cima de su negligencia, intentó tomar partido en el supuesto conflicto entre el presidente Dimitri Medvédev y el primer ministro Vladimir Putin.

No iba a pasar mucho tiempo hasta que las consecuencias se hicieran notar. Esta semana la televisión rusa lanzó una ofensiva contra el alcalde de Moscú. El ataque culminó con un informe de la cadena NTV en el que se afirmaba que el motivo por el que el trazado de la autopista entre Moscú y San Petersburgo atraviesa el bosque de Jimki –lo que ha provocado violentas manifestaciones hasta que Medvédev suspendió las obras-, es que la ruta alternativa afectaría los intereses de la empresa constructora Inteko, de la que la esposa de Luzhkov, Yelena Baturina, posee el 99% de las acciones y es directora general.

Un asunto familiar
La pareja formada por Luzhkov y Baturina es el blanco de crecientes críticas. Los logros de la empresa, que se extienden hasta sectores como la construcción, el químico e, incluso, el de los alimentos, han permitido que Baturina escalara en los rankings de Forbes. En 2010, la revista la nombró la tercera mujer más rica del mundo, con una fortuna estimada en 2.900 millones de dólares.

Entretanto, la oposición liberal, que viene denunciando desde hace años el sistema de gobierno de Luzhkov, ha publicado un nuevo folleto: Luzhkov. Appraisal (“Luzhkov. Evaluación”), en el que Boris Nemtsov presenta un lamentable relato de la era Luzhkov, que incluye problemas ecológicos, descenso de los niveles de vida y problemas con la seguridad. En particular, Nemtsov apunta que la corrupción reinante en la oficina de obras públicas de la ciudad ha hecho que el precio por kilómetro de autopista moscovita se pusiera por las nubes. Según Nemtsov, el tratamiento preferencial que recibe Inteko en las licitaciones de obras públicas es el responsable directo de esta situación, que en definitiva perjudica a la población de la ciudad.

Descrédito
En los últimos años, la popularidad de Luzhkov ha caído en picado. Una encuesta de Levada Center publicada a fines de 2009 indica que un 70% de los moscovitas cree que el político es corrupto. Los hechos que rodean la construcción de la autopista que atraviesa el bosque de Jimki han demostrado una vez más la preferencia del alcalde por colocar sus intereses por delante de los de la población.

Abandonado ahora por el Kremlin, según insinúa la reciente ofensiva mediática, y sin poder confiar en su popularidad, que Luzhkov se despida a sí mismo parece sólo una cuestión de tiempo. Pero aún cuando su partida pueda poner fin a los excesos más atroces, no puede reemplazar la llegada de una democracia local apoyada por una creciente cantidad de rusos.

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