El embajador Bravo revela las nuevas posibilidades de los lazos bilaterales

Leopoldo Bravo (padre) arribando a Moscú en 1976. Foto de DIARIODECUYO.COM.AR

Leopoldo Bravo (padre) arribando a Moscú en 1976. Foto de DIARIODECUYO.COM.AR

El diplomático va más allá de celebrar los 125 años de las relaciones diplomáticas. Propone avanzar en los vínculos geoestratégicos.
La Historia

“Yo soy la tercera generación de Bravo embajadores en Moscú. Primero fue mi abuelo, don Federico Cantoni. Fue el primer embajador que tuvo la Argentina en la Unión Soviética, después de la Segunda Guerra Mundial”.

Leopoldo Alfredo Bravo, actual embajador argentino en Rusia, comienza a desgranar una historia familiar vinculada con Rusia desde 1947. En los 125 años de relaciones entre ambos países, más de la mitad corresponde al trabajo diplomático de “los Bravo”. Ahora, desde su casa sanjuanina, al píe de la pre-cordillera, el heredero y continuador de esta saga, habla con “RUSIA HOY”.
“El general Juan Perón pensó en las características de Don Federico, un socialista de su época. Como gobernador de San Juan promulgó una constitución muy progresista para la provincia. El justicialismo se vanagloria de haber otorgado el voto a la mujer pero la verdad es que primero fue nuestro partido Bloquista que, en 1927, introdujo en la constitución provincial el voto a la mujer, el salario mínimo, vital y móvil, las ocho horas de trabajo. Todo lo que después Perón recogió y se animó a incorporar en la constitución nacional de 1949”.



El embajador Leopoldo Bravo sostiene
que la Argentina y Rusia deben cooperar mucho más.



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La realidad

Aunque el embajador Bravo permanece en San Juan por prescripción médica, su preocupación central sigue siendo la profundización de ese lazo con Rusia. Por eso es que comienza a enumerar los puntos básicos de esa tarea.

“La actividad económica entre nuestros países tienen que fortalecerse –enfatiza-. En especial luego de las visitas de la presidenta Cristina a Rusia en diciembre de 2008 y del presidente Medviédiev a la Argentina en abril de este año. Nosotros no estamos en un nivel comercial que represente realmente la importancia de las relaciones entre los dos países. Por varias razones. Argentina acompañó la caída de la Unión Soviética con una crisis económica grande y un bajón productivo muy importante. En los últimos años de la Unión Soviética llegamos a venderles más de 2.000 millones de dólares. Durante la presidencia del doctor Alfonsín la cifra bajó a casi 800 millones pero después comenzó a subir aunque muy lentamente y siguiendo estas oscilaciones cíclicas. La razón principal es que nosotros seguimos vendiendo productos con bajo valor agregado y Rusia nos vende algunos pocos insumos o productos industriales. De hecho muy importantes pero por unidades como, por ejemplo, las turbinas de los diques que tenemos en la Argentina, tanto las de los ríos de llanura como de montaña. A lo largo de más de treinta años demostraron una seguridad total, son nobles, no se rompen, han trabajado perfectamente. No tenemos ningún problema. El 30% de la energía que produce la República Argentina está generado por turbinas rusas. Provistas por una gran empresa que en la época soviética era estatal y ahora está privatizada pero con un manejo muy importante del Estado: la ex ‘Energomachexport’, ahora ‘Power Machines’.



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Cultura y política

Bravo apunta al fortalecimiento de las relaciones políticas y culturales. Al fortalecimiento del intercambio informativo. “Soy muy consciente –dice- de que en la Argentina no terminamos de conocer bien a los líderes y personalidades rusos. Pero esto vale tanto para uno como para otro lado. Tenemos que conocernos más. Este tipo de proyectos comunicacionales, como ‘Rusia Hoy’ va a causar un buen efecto. El canal en español de “Russia Today” también, a poco que se estabilice y pueda ser visto en los televisores y no sólo por internet. Se trata de medios de conocimiento y de conexión en temas culturales, deportivos, de turismo, por supuesto de exposición de la visión política y económica que tienen ambos países. La distancia geográfica que nos separa es muy grande pero puede ser superada por este medio”.

Recuerda que, cuando él llegó a Rusia como agregado financiero, poco antes de asumir la embajada, “los canales de televisión rusa daban telenovelas argentinas y veía cómo las señoras rusas se prendían al televisor. Yo creo que es más fácil llevar a la gente al conocimiento por el divertimento. La gente mira ese tipo de programas y le llama la atención esas imágenes que ve, observa cómo son las cosas, cómo es la gente, el movimiento en las calles. Va comprendiendo el país. A mí me pasó con Rusia. Yo tenía una idea preconcebida de ella que después la fui cambiando. Uno comenta ‘mirá qué linda la gente, qué parque hermoso, mirá la ropa que usan, en invierno está todo blanco y en verano todo verde. ¿Y cómo hacen para vivir así?’. Cosas en las que se detiene nuestra atención. Eso es importante y entre nuestros países casi no lo hemos tenido. Yo voy a cualquier ciudad de los Estados Unidos y nada me asombra porque ya lo vi por la televisión o en el cine. O lo leí en revistas. Ya la conozco. Esto ha sido un muy buen recurso por parte de los norteamericanos. Nos han metido su cultura, su forma de ser. Rusia es un gran país, es una potencia, un estado rico, así que yo creo que la responsabilidad primaria de darse a conocer es de ella, que tiene los recursos. Nosotros, los argentinos, tendremos que afrontar la misma tarea”.



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