Una voz que clama en Bruselas

Dmitry Rogozin, representante ruso enviado a la OTAN. Foto de Kolybalov Arkadi, RG

Dmitry Rogozin, representante ruso enviado a la OTAN. Foto de Kolybalov Arkadi, RG

Cuando, al hablar con los representantes de los países de la OTAN en Bruselas, uno intenta comprender por qué evitan el tema de la destrucción de las plantaciones de opio en Afganistán, suelen responder más o menos lo siguiente: no hay que atormentar a los campesinos productores de opio, ya que en estas condiciones en las que supuestamente no existe ninguna otra cultura que pueda sustituir eficazmente las cosechas de opiáceos, se quedarán sin medios de producción y sin ingresos. Esto, según se comenta en la sede de la Alianza Atlántica, les llevaría a enrolarse en las filas de los talibanes.

La representación rusa ante la OTAN no lo acepta como una argumentación seria. Cree que la OTAN pretende ahorrarse esfuerzos y que se niega rotundamente a intentar ampliar su presencia en Afganistán para luchar contra la amenaza de la droga por razones bien distintas. Los gobiernos europeos tienen miedo a que la participación de los soldados de la Alianza en la destrucción de las plantaciones de opio aumente la cantidad de víctimas entre los militares. Las estadísticas sobre las pérdidas conmoverán a la opinión pública y la sociedad exigirá la salida de las fuerzas armadas de Afganistán, así como la dimisión del gobierno. “Es puro interés político de los gobiernos europeos”, afirma convencido Dmitri Rozogin, representante de Rusia ante la OTAN. “No quieren ocuparse de este problema porque esta heroína mata a menos europeos que rusos y, si se implicaran en este problema, estarían arriesgando sus intereses políticos y sus puestos en el gobierno.”

Flujo mortal
Como en cualquier tipo de contrabando, es muy difícil valorar en cifras exactas los flujos de heroína que entran en Rusia desde Afganistán. Ésta no se cuenta ni se pesa. Sólo podemos tener una idea de las cantidades de heroína que procede de Afganistán mediante los datos operativos de los servicios de inteligencia y por las partidas interceptadas por los agentes de aduanas o los guardias fronterizos rusos y otros servicios que, de una u otra manera, están implicados en mantener el orden en las fronteras rusas. Según los datos de la representación rusa ante la OTAN, actualmente el volumen de venta de heroína se ha estabilizado. Y es que en los países de tránsito se han acumulado grandes reservas de heroína que, guardadas en almacenes clandestinos, garantizan un precio estable para los compradores, productores, transportistas y vendedores. Todos los que forman parte de esta red están interesados en esta estabilidad para mantener una correlación óptima entre oferta y demanda. “En este ámbito, a diferencia de cualquier otro, la economía de mercado funciona a la perfección”, dice Rogozin. “Hoy en día los suministros de heroína a la Federación de Rusia cubren el volumen total del mercado de estupefacientes e incluso tienden a ampliarse, desplazando a drogas más blandas y menos peligrosas. La heroína mata, pero es precisamente la droga que impera en Rusia”.

Romper el muro de silencio
En marzo de este año, en Bruselas tuvo lugar una reunión del Consejo Rusia-OTAN en la que intervino Víctor Ivanov, director del Servicio Federal para el Control del Tráfico de Estupefacientes. Ivanov propuso crear una coalición para la lucha contra la droga y dotar a las fuerzas internacionales en Afganistán de un mandato de la ONU que permita destruir las plantaciones de estupefacientes. Para su asombro, no encontró ningún apoyo. “En la OTAN sigue habiendo polémica respecto a los resultados de esta reunión, así como respecto a los resultados de la conferencia dedicada a los problemas de la lucha contra el narcotráfico que recientemente tuvo lugar en Moscú”, afirma Rogozin. A la hora de organizar la conferencia de Moscú, Rusia, según su representante ante la OTAN, “utilizó todas los recursos diplomáticos para romper el muro de silencio erigido alrededor de este flagrante problema.”. Sin embargo, Rogozin no oculta sus dudas respecto a que la OTAN llegue a actuar de acuerdo a los deseos de Rusia.

En cuanto a los norteamericanos, el representante ruso tiene la impresión de que no están interesados en absoluto por este problema, ya que la heroína afgana no va destinada a EE UU. Para ellos la amenaza más importante relativa a los estupefacientes es la cocaína latinoamericana, y la combaten de una manera muy activa. Organizan operaciones especiales, utilizan cuerpos especiales y emplean sustancias químicas. Sin embargo, destruir la heroína que amenaza a los rusos no es una tarea urgente para el contingente americano en Afganistán.

“Esta falta de visión de los aliados es realmente sorprendente”, opina Dmitri Rogozin. “Las drogas se venden tanto en Rusia como en Europa. Producen dinero, que vuelve a Afganistán y se utiliza para armar a los grupos que combaten contra la OTAN, comprar explosivos, armas, municiones y equipamiento militar. Finalmente este dinero, que se puede decir que creció en las plantaciones de opio, acabará disparando contra los soldados europeos y americanos. No llegan a comprenderlo. Y si lo comprenden, no les importa mucho, porque la opinión pública no va a percatarse de toda esta secuencia lógica, que va desde el opio a los explosivos.”

Intercambio equitativo
“Cualquier petición que nuestros socios nos dirijan respecto al problema afgano tendrá que estar acompañada de una posición más activa respecto al llamamiento ruso para la lucha conjunta contra la amenaza de la heroína”, considera Rogozin.

El diplomático ruso recordó que Rusia había prestado una gran ayuda financiera a Afganistán, perdonando todas las deudas del gobierno afgano, sin lo cual hubiera sido imposible subvencionar a este país a través de las estructuras monetarias internacionales. Además, en su día, la parte rusa garantizó un apoyo enorme a la Alianza Norte, que fue precisamente la que limpió Kabul de talibanes, abriendo el camino a las fuerzas de la coalición occidental.

Actualmente, Rusia está ayudando a Afganistán de muchas formas al mantener relaciones directas con las autoridades oficiales de Kabul. Ofrece formación a policías especializados en la lucha antidroga, oficiales, pilotos y prepara a profesionales cualificados. Se está estudiando la posibilidad de que las instituciones rusas participen de forma activa en la reconstrucción de la economía civil del país. Moscú debate esta posibilidad con sus socios occidentales. “Hacemos y seguiremos haciendo todo esto porque Afganistán no nos es indiferente. Es un vecino muy cercano y cuanto mejor se constituyan las bases de la economía afgana, cuanto más seria sea la gente que dirige el país, menos dolores de cabeza tendremos nosotros y nuestros hijos en el futuro,” dice Rogozin.

Pero no hay que olvidar que Rusia también ayuda a Afganistán a través de la coalición internacional, y su ayuda es especialmente importante para hacer llegar los cargamentos, aunque éstos no deben estar destinados a fines militares. “Estamos ayudando mucho, pero esta ayuda no siempre se aprecia en su justa medida”, afirma el embajador ruso ante la OTAN. “¿Qué es lo que recibimos a cambio? Estoy hablando de temas que para nosotros tienen una importancia estratégica: ayuda en el tema de la lucha contra la heroína. Desgraciadamente, nos responden de mala gana cuando nos dirigimos a ellos con estas cuestiones. Mi posición es conocida, la he manifestado en reiteradas ocasiones: nuestros socios tienen que acompañar sus peticiones con acciones que respondan a las nuestras”. Rogozin considera que las relaciones entre las partes tendrán que basarse en el antiguo principio de buena vecindad, el del intercambio equitativo.

A destacar:
Según datos de la ONU, Afganistán produce más del 90% de la heroína mundial. En 2009, 92.000 personas murieron a consecuencia del consumo de heroína afgana. Desde que la coalición internacional entró en Afganistán en 2001, las cosechas de opio en el país se han multiplicado por diez.

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